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Anoche vimos el último capítulo de 'Malaka'. Aunque los seguidores de la serie ya sabían quién fue el asesino de la niña pija Noelia desde ... la semana anterior, cuando se emitió el episodio siete. Fue un giro impactante y no haremos 'spoiler', aunque el adelanto de la supuesta trama principal que daba pie a esta negra serie policíaca también destapaba que no era tan principal. Un 'Macguffin' en la mejor línea hitchcockiana que buscaba atrapar al espectador con un 'thriller' para contarle otras cosas. Como de corrupción, asesinato, pelotazos urbanísticos, tráfico de drogas, familias rotas, venganza, abusos, culpa y algún retrato insólito en una tele pública como la madre/policía que pone por delante su trabajo y es el hombre el que se queda con el bebé. Aunque como todo en esta serie, también hay una motivación oculta y terrible en este personaje interpretado por Maggie Civantos para que vuelva a su Málaga natal y deje a su familia en Madrid. Esa fue una de las cartas en la manga que la serie revelación de la temporada dejó para el capítulo final de ayer.
Vista desde el sur, la serie de Globomedia para TVE-1 ha tenido además ese retrato de la cultura local que, por una parte, tanto ha gustado como, por la otra, ha contrariado sonoramente. Esa 'Malaka' de ficción no es, evidentemente, la Málaga real. Pero utiliza ese parecido razonable con inteligencia visual. Y aunque salen insistentemente los Baños del Carmen desde diferentes perspectivas o la vista privilegiada desde el Castillo de Gibralfaro, la serie no se ha ido a la postal machacona de la Costa del Sol. De hecho, es la primera gran producción que ha metido las cámaras en la Palma-Palmilla y en los barrios periféricos con la única intención de darle verdad a esta trama que va de lo cotidiano a lo extraordinario. Y el resultado salta a la vista. 'Malaka' respira por la herida de unos personajes creíbles que son los grandes argumentos de esta serie que ha sido capaz de combinar la luz con la estética feísta y sucia como reflejo de las contradicciones de sus propios protagonistas que no terminan de ser ni malos ni buenos. Más bien humanos.
Es curioso que, conforme ha avanzado la emisión de la serie, el gran debate de su primer capítulo se ha diluido: la forma de hablar de los personajes. Del 'fite' al 'jopo', pasando por merdellón, perita, fullero, el emperifollao, nube, campero… Una pechá de localismos, marcados por el acento, que crearon una gran polémica, pero que daban credibilidad a un relato que se nota está escrito y creado por autores de la tierra –reconocimiento para Daniel Corpas, Samuel Pinazo, Isa Sánchez…– y que ha ido imponiendo su naturalidad conforme avanzaba la trama. El contexto servía para descifrar esas palabras claves malaguitas, aunque siempre se podía tirar de la tecnología que ya tenemos y ponerle subtítulos a los diálogos.
'Malaka' es un relato bien armado que ha pasado por algún bajón de ritmo, pero de la mano del director Marc Vigil y el productor ejecutivo Javier Olivares siempre ha sabido salirse del discurso plano y de la copia de otros formatos para mantener al espectador. De hecho, es una de las producciones con más calidad rodadas y protagonizadas por Málaga –no solo en televisión, sino englobando también la ficción de cine– y su acierto ha residido en conceder el protagonismo a los personajes por encima de la trama con esa pareja de policías que ha permitido a Salva Reina mostrar su cara oculta y destaparse como actor dramático con su papel de Darío 'Gato', mientras que Maggie Civantos ha ido también mutando al negro desde su supuesto rol de la poli buena. El detective Vicente Romero también fue ganando episodio a episodio, mientras que en esa galería de secundarios indispensables hay que destacar a la sufrida Salomé (Susana Córdoba); al noblote Israel (Ignacio Mateos), una suerte de Sancho Panza del Gato; el traficante de drogas Pacheco (Héctor Medina) y, por supuesto, la potente gitana que controla el trapicheo de la calle, La Tota, que tiene a una contundente Laura Baena tras sus gestos de rabia y desplante. En los pocos capítulos que no ha salido esta última, se la ha echado de menos.
Detrás de todos ellos respira un 'thriller' que se ha transformado en una negra historia que ha conectado al hablarnos de las miserias y contradicciones de la condición humana. Y ahí, más allá de la ambientación, ha respondido el público. Los números de la serie son positivos, aunque lo suficientemente abiertos para ver el vaso de la audiencia medio lleno o medio vacío. Su estreno en TVE-1 fue seguido por 1,8 millones de espectadores y un excelente dato superior al 13% de cuota de pantalla. Pero las privadas reaccionaron y a la semana siguiente le pusieron a competir con dos megaconcursos: 'Got Talent' y 'La voz kids'. Bajó su resultado, pero la historia de quién asesinó a Noelia ha seguido convocando durante casi dos meses a más de 1,2 millones de fieles, con porcentajes de 'share' de entre 8 y 9 puntos.
Estas cifras sitúan 'Malaka' en la media de Televisión Española, que asumió un riesgo con esta singular serie al convertirla en su gran apuesta de ficción para el comienzo de temporada de otoño. La jugada no le ha salido mal a la cadena pública que, si bien no ha roto audiencias con esta producción, cuenta con un público muy leal y ha marcado con su trama y ambientación una línea alternativa e inédita en el panorama de la ficción televisiva española. Y con un coste barato. Más argumentos a favor que en contra para su continuidad una segunda temporada. Veremos.
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