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Hay una Malaka subterránea y escondida que lleva siglos sepultada y guardando secretos de nuestros antepasados. Pero hay otra 'Malaka'. Igualmente autóctona, pero más actual, poco conocida, muchas veces ninguneada más que oculta y que también guarda sus enigmas. Con algunos personajes en negro, negrísimo ... sobre blanco. En esa Malaka de barrio y barriada, de suburbio de gran ciudad que convive con el brillo de las colinas de la zona Este, se ambienta la nueva serie de Globomedia para TVE-1 que acaba de estrenar este lunes en horario estelar. Eso sí, poniendo a prueba la modorra de los espectadores. Tarde, más bien con nocturnidad, arrancó el estreno de esta nueva apuesta de la cadena pública que lo mejor que tiene es que es original y no suena falsa. Con una doble trama, una chica desaparecida y un nueva droga en las calles, que salpica a dos policías de caracteres contrapuestos que tienen que investigar el caso. No, la trama no es lo original. Es más bien rutinaria y hasta previsible. Por el momento. Pero su puesta en escena, sí lo es. Saben de lo que hablan y le ponen acento. Y no solo en los diálogos, sino sobre todo en lo visual.
'Malaka' es un producto hiperlocal, localizadísimo en la ambientación malagueña, pero que al igual que 'thrillers' televisivos recientes como 'Fariña' o 'Brigada Costa del Sol', toma el escenario como un elemento protagonista del argumento con la aspiración de superar esas fronteras y convertirse en retratos colectivos de una época, un país o una sociedad. La serie de los narcos gallegos supo pulsar esa tecla y meterse como un narcótico en la memoria de la audiencia, mientras que la de los polis malagueños se quedó en una sarta de clichés, exageraciones y falsedad de cartón piedra que desaprovechaba la inspiración de aquellos agentes pioneros de la lucha contra la droga. Con el capítulo doble ya visto de 'Malaka', hemos visto al menos las intenciones. Y la serie creada por los guionistas malagueños Daniel Corpas y Samuel Pinazo no quiere ser ni la 'Fariña' del sur ni la brigada de nadie. Asume riesgos al traspasar los límites del Guadalmedina hacia el extrarradio para mostrar una imagen inédita en una producción de estas características y lo hace con una ficción bien armada, con una pareja de policías 'malavenios', pero condenados a entenderse.
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Lo dicho, no es novedosa la trama de los protagonistas, pero vaya si funciona. Maggie Civantos da vida a la poli buena. «Una de Madrí. Una enterá», la retrata su nuevo compañero, el poli malo al que encarna Salva Reina. Estos dos van a acabar mejor de lo que nos están pintando, pero algunos de sus diálogos a lo Pimpinela policiaco los vamos a echar de menos cuando se hagan amigos. Porque la serie está muy bien escrita y apuesta por esos diálogos que muchas veces se descuidan en nuestras producciones. Y porque además está sabiendo usar los localismos como seña de identidad. A ello hay que unir dos actores sólidos. Civantos vuelve a componer un personaje potente que no se va a dejar amilanar por su condición de mujer, mientras que Reina se ha encontrado al fin con el papel que llevaba tiempo esperando. Lo que solo pudimos intuir en 'La isla mínima' y 'La Zona', aquí se hace grande con este protagonista que deja salir al fin a un actor inmenso, dramático y convincente.
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Igual de acertado es el resto del casting, que ha optado por los actores de la casa en lugar de traer un reparto importado más conocido para la audiencia pero más falso para el resultado. Y no me resisto a comentar el papel de gitana en plan 'El Padrino' de Laura Baena que se come la pantalla cada vez que sale. Como Reina, Ella también sabe que su papel es agradecido y lo aprovecha. Como también lo hace Ignacio Mateos, Héctor Medina, Emilio Palacios o el siempre convincente Vicente Romero. Aquí hay casting y se nota.
El 'thriller' policíaco tiene una reglas muy marcadas y es difícil salirse del guion. 'Malaka' tampoco lo hace, pero eso no es demérito en este caso ya que la trama está muy bien armada y llevada. De lo visto en los dos primeros capítulos, el primero resultó más sugerente y entretenido, pero la joven ausente que ya ha aparecido muerta y la droga con sabor a oro se ha abierto un sitio en el 'prime time' para unas cuantas semanas. Sobre todo porque no estamos ante la tópica y la típica serie policiaca de compañeros, sino ante un producto que respira atractivo y veracidad. Seguro que esto de los acentos y la jerga malaguita crea más de un debate fuera de nuestras fronteras. Pero francamente, vista desde casa, no resultó falsa ni acartonada. Y puede que a más de uno no le guste los escenarios y la imagen tirando a documental sucio, con su punto miserable de la condición humana, pero eso es precisamente lo que da singularidad y, sobre todo, credibilidad a la serie.
Hay que reconocerle a TVE la valentía al afrontar la producción de 'Malaka'. Una serie incómoda si se toma en serio. Porque lo que retrata no es condescendiente ni turístico. Pero esto es ficción. Y es una de las títulos más atractivos que hemos visto estrenarse este año en la pequeña pantalla. Desde luego, ninguna producción ha puesto tanto empeño en tratar de atrapar la personalidad de esta ciudad huyendo a la vez de la charanga y pandereta, de los fuegos de artificio y los lugares comunes. La serie ha picado en el yacimiento de una Malaka nunca vista y esperemos que lo remate. Me da la impresión de que el asesino de esta historia va a ser lo de menos. Atentos a sus pantallas. Y si puede ser con un horario mejor, más perita.
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