'Lodge 49': Buscar nueva familia

La nueva comedia de AMC creada por Jim Gavin, 'Lodge 49', tiene un título inspirado en la novela de Thomas Pynchon 'La subasta del lote 49'. Las resonancias entre ficción televisiva y literaria no terminan ahí, pues la serie –como la novela– se puebla de personajes excéntricos, raros o que actúan de manera poco convencional, mientras buscan para encontrarse a sí mismos. Y no solo eso, 'Lodge 49' plantea una crítica al capitalismo que ha generado la crisis económica y al progreso tecnológico y social que nos ha desconectado de la naturaleza humana. Y lo hace siguiendo la peripecia de Dud (Wyatt Russell), que lo ha perdido todo tras la muerte de su padre, cuyo cuerpo no encontraron, por lo que se niega a aceptar su muerte. A la vez, tiene una extraña herida que le hizo la mordedura de una serpiente que le impide surfear, algo que lleva con resignación. Su hermana Liz (Sonya Cassidy) soporta una deuda con el banco mientras trabaja de camarera y cuida de su hermano, que puede parecer un paria entre el vagabundeo, la holgazanería y una actitud rebelde frente al mundo contemporáneo, pero que lejos de esa denominación, Dud despliega una mirada irónica hacia la América de las oportunidades.

En el primer episodio hay dos momentos que definen al protagonista y la filosofía de la serie. El arranque previo a los títulos de crédito: un plano general de la playa de Long Beach, en la izquierda un petrolero, y por la derecha entra en plano Dud, con un detector de metales en una mano y una bebida en la otra. El plano corta a otro general más cercano a Dud y luego a otro de sus pies en el que vemos que uno de ellos está cubierto por una bolsa de plástico. Un nuevo plano general, pero esta vez en el lado contrario al mar, en el que vemos cómo Dud se agacha para escarbar en la arena mientras en el fondo se recorta la ciudad con grúas y edificios algo difuminados. La escena termina con Dud encontrando un anillo de una Logia que tratará de cambiar a un usurero por el reloj de su padre. Esta breve escena está repleta de signos, simbología y elementos que detallan el sentir de la serie y el personaje. Es una escena reveladora.

El otro momento son dos diálogos. Uno entre la camarera de Donuts, que le pregunta a Dud, «¿Dónde vives ahora», y éste le responde: «En el pasado». Y otro entre Ernie (Brent Jennings) –que se dedica a repuestos de fontanería y es uno de los responsables de la Logia– y su jefe, cuando Ernie, que lleva más de diez años sin cotizar, dice: «No tenemos que vivir así, tiene que haber otra manera».

'Lodge 49', la serie de AMC, es una comedia que se mueve entre lo emocional y la melancolía para tirar dardos explícitos o elusivos al mundo de hoy. Y lo hace desde prismas diferentes. El trabajo que encuentra Dud es un trabajo basura que consiste en ordenar cartas de despidos en carpetas para una gran empresa que cierra. En su lugar harán un complejo de apartamentos de lujo. La serie de Jim Gavin juega a mostrar estos contrastes que funcionan como flechas. Por ejemplo en el episodio tres, una experimentada periodista, Connie (Linda Emond) es despedida por un joven periodista twuitero aludiendo a que el periodismo está en plena reconversión, que lo que hoy marca tendencia es el marketing y lo digital. Nada de reflexión, de mirar más allá de la superficie.

Los personajes de 'Lodge 49' pueden resultar en ocasiones excéntricos, pero tienen una lógica, muestran sus debilidades y fortalezas y se les percibe ecos de personajes del cine de Alexander Payne y hasta de Wes Anderson. No en las cuestiones estéticas de estos cineastas, sino en la formación y deriva de los personajes. Incluso en el personaje de Dud uno podría encontrar algún rasgo del Chris Peterson de 'Búscate la vida', pese a que el tono cómico es distinto, y también del Lebowski de los hermanos Coen. Son perdedores, con historias tristes, pero que buscan la felicidad, aunque sea entre cervezas en una hermandad insólita, decadente, y de otra época. A pesar de algunos desequilibrios estructurales y de que se afane en ocasiones hacia lo supuestamente inaudito, esta teleserie consigue la empatía de unos seres reconocibles en las flaquezas que muestran y en los fracasos, a través de un tono que pretende ser optimista sin esconder en ningún momento lo oscuro de una sociedad dominada por los intereses económicos. Pero acaso lo más apreciable de 'Lodge 49' es el intento de crear un mundo propio, con una atmósfera reconocible, poblado de seres singulares. En este sentido, me ha recordado a lo que sí logró la maravillosa 'Doctor en Alaska'. Aún es pronto para saber si 'Lodge 49' lo conseguirá. Hasta ahora, al menos, es un soplo de aire fresco independientemente de ciertas anemias narrativas. Porque si el charlatán busca el atajo hacia la fortuna, el verdadero filósofo busca las causas y consecuencias de la crisis para encontrar una solución. Habrá que ver qué camino toma definitivamente esta teleserie. Por el momento, transita por uno de lo más estimulante.