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Una serie –o película– y su novela no son la misma cosa, aunque a veces se confundan. Pueden hablar de lo mismo, pero no el mismo idioma. Y parece que esto lo han tenido claro en la adaptación del 'best-seller' del malagueño Javier Castillo 'La chica de nieve', que ayer preestrenó el primer episodio en el cine Albéniz con la plana mayor de esta producción y el cine hasta la bandera. Con guion de Jesús Mesas Silva y Javier Andrés Roig ('Vis a Vis' y 'Estoy vivo') y el propio novelista supervisando el resultado, la serie ha sabido conservar los elementos distintivos del original: una trama atractiva con la desaparición de una niña, el ritmo trepidante, los continuos giros argumentales, los saltos en el tiempo y el espíritu atormentado de los protagonistas. Con sus cambios y nuevos personajes, el resultado es un entretenido espectáculo que te atrapa en el sillón durante seis episodios. Este viernes estará la serie completa en todas las pantallas de Netflix.
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Lo que vimos anoche en gran pantalla fue un episodio de presentación de la trama en la que se plantea todo el cotarro. Desde la evaporación de la pequeña Amaya durante la Cabalgata de Reyes de Málaga de 2010 a las pocas pistas para encontrarla y la implicación de la periodista/becaria Miren que arrastra el tormento personal de una reciente violación. La elección de Milena Smit le da al personaje ese doble filo de fragilidad y tenacidad, oscuridad y compromiso, que ya funcionaba en la novela. No era fácil dar vida a Miren y la actriz le da carne y hueso.
Algo parecido se puede decir de José Coronado, que asume con naturalidad su papel secundario de ángel de la guarda que va un paso por detrás de la gran protagonista, aunque su mente siempre vaya un paso por delante, pero prefiera que su pupila aprenda con sus propios errores y aciertos. Mención tienen también los padres de la criatura desaparecida, encarnados por Raúl Prieto y una particularmente creíble Loreto Mauleón, que le da intensidad a esa madre desesperada por recuperar a su hija. Hay más intérpretes que reseñar en esta historia, como Cecilia Freire, de la que no se puede hablar sin hacer spoiler. Pero que sí permite concluir que 'La chica de nieve' es un 'thriller' donde la fuerza reside en las mujeres y su universo.
Entre lo más convencional de la historia está la pareja de policías liderada por Aixa Villagrán, algunos giros que se ven venir y algún señuelo argumental para engañar al espectador. Pero lo que le da fuerza a la trama no es lo policial, sino la investigación periodística, colándose referencias soterradas a casos reales como la Manada o el depredador Tony Alexander King. La pertenencia de la protagonista a la redacción de SUR le da a la ficción una conexión con la realidad que reivindica además el periodismo local y cercano. Algo parecido se puede decir de la elección del escenario. Del Nueva York de la novela se optó por una opción más al alcance del presupuesto. Y ya puestos a traer la trama a España se optó por Málaga, un ambiente en el que funciona aún más esa presión social que supone la desaparición de una niña en una ciudad de provincias. Esa atmósfera opresiva y desesperada funciona con un estudiado uso de los escenarios, alejándose del 'spot' turístico. Si hay que rodar en un chiringuito, sale el de la Araña con esa torre de cemento al fondo que invita al drama más que a la tumbona.
El 'thriller' es un género que interesa porque nos pone un espejo en la cara oscura del ser humano. Y cuando se mezcla con una geografía propia y singular, esa combinación resulta doblemente atractiva. Es el caso de 'La chica de nieve', un entretenido misterio de los de tragarse de un tirón en el sofá. Como la novela original.
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