Bulocracia

En 'Lluvia de albóndigas', una película de animación de lo más recomendable, un tipejo algo chiflado, un científico ingenioso, inventa una máquina que aumenta considerablemente el tamaño de la comida y hace que caiga del cielo en cantidades obscenas. Con hamburguesas gigantes precipitándose desde las nubes se puede acabar con el hambre en el mundo, pero no tarda en irrumpir el conflicto en escena y todo se complica. En nuestra atribulada actualidad política, es fácil establecer un símil con este delirante invento: las máquinas de bulos XXL. Los programas matinales son altavoces de esta tendencia informativa. Las noticias sin filtro, no siempre reales, se sobredimensionan y se consumen cual 'fast food'. Los datos se regurgitan sin cuestionarse, gracias al poder divulgador de Internet. Da igual la digestión.

Existe una periodista, Silvia Intxaurrondo, cuyo talante es digno de estudio, que se dedica a desmontar bulos que caen del cielo ejerciendo su profesión. Acusada, inevitablemente, de partidista, ha conseguido mejorar la audiencia de su programa en RTVE, la que pagamos todos. Hace preguntas incisivas, con parsimonia, y deja hablar al entrevistado. Aguanta el temple, escucha y aporta información objetiva contrastada. Sabe tocar la tecla adecuada para que, a través de sus declaraciones, se retrate a sí mismo quien tiene enfrente. Compite en la misma franja horaria que otras voces cuya metodología es, exactamente, la contraria.

Hay tormentas periodísticas que pueden cambiar el curso de la historia, bien lo saben en EE UU. La máquina está encendida y va a todo trapo. No hay paraguas que nos cobije ante la lluvia de mentiras de todos los colores que inundan algunos medios de comunicación. Cuidado si te cae algo encima, cual albóndiga asesina. Son peor que Godzilla.

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