DANIEL VIDAL
Jueves, 6 de agosto 2015, 00:27
Jalis, ¿de Jalisco?
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Sí, así es. Yo era un bebé muy llorón y mi madre me cantaba Jalisco no te rajes para que me callara, y lo conseguía. Me quedé con Jalis.
Ya de mayorcito... ¿Cuántas veces se ha rajado?
Siempre he dado un paso adelante. Aunque una vez, haciendo un reportaje en Mallorca, unas personas nos amenazaron en unos bares con unos palos y unos bates de béisbol y decidimos parar.
Jalis es el apodo, pero su nombre tiene arte.
Sí, yo me llamo Victoriano de la Serna. Como mi abuelo, que fue un torero muy famoso de la década de los 30 y de los 40.
¿Cuánto de torero tiene un reportero?
Nosotros también asumimos riesgos en nuestra profesión, pero nada que ver con el riesgo al que se enfrentan los toreros. Son oficios incomparables.
¿Se imagina una España sin corridas?
Todo se puede plantear, aunque es una pena que se perdiera esta tradición. Yo soy aficionado, un aficionado moderado, y tengo un gran respeto por la fiesta. Lo veo muy lejano.
¿Algún deseo para las próximas elecciones generales?
Que los políticos se pongan de acuerdo para acabar con la corrupción, que es inaguantable. El mayor problema de este país.
Le gustaría dar la noticia de...
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Del encuentro con otras culturas extraterrestres.
¿Cuánto de inteligente tiene nuestra civilización?
Una civilización que destruye su planeta de esta manera no se puede decir que esté actuando de forma muy inteligente...
Usted lo ha sufrido. ¿Hay algo más hostil que darse de baja de una compañía telefónica?
(Risas). ¿Mandar una carta por correo porque no tienen email? No sé cómo se permite algo así. Son necesarias medidas para que los usuarios no sufran estos abusos. Es una vergüenza, una aberración.
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¿Tiene un talón de Aquiles?
Sí. La báscula.
¿Cuánto le dice que pesa cuando se sube?
Una barbaridad, pero mejor no ponga el peso exacto...
¿Cuántas veces se ha puesto usted a dieta?
Es como si viviera a dieta. Me paso el día pensando en que no debería comer esto o lo otro. Eso sí, luego no me privo de mi cerveza ni de comer bien. Pero sí, estoy un poco ofuscado con este tema. Yo estaba delgado hace poco tiempo. Engordé veinte kilos en poco más de un año.
¿Cómo fue eso?
Vivía con mis padres en Madrid y tenía una vida más o menos ordenada. Pero me fui a Sevilla para trabajar en el programa de Paco Lobatón y allí empecé mi vida de soltero. Las cervecitas por la noche, comidas más desordenadas y, sobre todo... ¡el jamón ibérico y los picos de pan! Aquello fue la perdición.
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Y eso que ahora también bebe batidos de aloe vera, pero... ¿Con qué plato pierde la cabeza?
Con el marisco. Una buena gamba roja y las nécoras, en su época, es de lo mejor que hay.
Algo de peso bajará con las caminatas y las carreras que se pega en sus programas. En el Congo se metió hasta en una mina en la que casi no cabía...
Bueno, lo que pierdo rápido, después lo gano rápido.
Para usted es irrenunciable...
Los partidos del Atlético de Madrid y la Fórmula 1. Estemos donde estemos, intento localizar una tele para no perdérmelos.
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¿También va partido a partido, como el Cholo Simeone?
Creo que es una filosofía que va más allá del fútbol, que ayuda a superarse y es aplicable a muchos aspectos de la vida. En mi caso, voy reportaje a reportaje. ¡Con el tema de la báscula debería hacer igual!
Ha visitado muchos infiernos. ¿A cuál no podría volver?
Más que infiernos, lugares complicados. No me gusta demonizar ninguna zona pero, evidentemente, es difícil pensar en pasar unos días en sitios con tanto desprecio por la vida como Honduras, donde hay gente maravillosa pero donde también nos encontramos ocho cadáveres en las cunetas en un día.
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¿Un lugar para perderse?
La Playa de Bolonia, en Cádiz.
Después de su reportaje en Corea del Norte, ¿se le aparecen Kim Jong-un y Alejandro Cao de Benós en sueños?
No, para nada.
¿Con qué sueña?
Con dedicar un tiempo a prepararme para subir una cima del mundo. No le diré el Everest, pero sí una cima importante.
¿Cuál es su peor pesadilla?
Que le pase algo a algún ser querido. Para mí, no hay mayor pesadilla que esa.
¿Qué no soporta?
La mentira, el cinismo. Que se trate de ocultar la verdad.
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