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Trillar, según la RAE: «Separar el grano de la paja», «dejar a alguien maltrecho». 'Trilla', según Luz Arcas: acción de despojar a la danza de todo adorno, representación del sufrimiento humano. La bailarina y coreógrafa malagueña estrenó este jueves entre las columnas del Museo Carmen Thyssen su último experimento artístico, una nueva incursión en el folclore con un punto más de riesgo: pasado por el filtro de la electrónica de la mano y la voz en directo de Le Parody, el nombre artístico de la también malagueña Sole Parody.
Con el 'ayeo' flamenco de una saeta y los lamentos de otros pueblos 'sampleados' de fondo, el cuerpo de Luz Arcas entraba en trance y ejecutaba su danza hipnótica. Decía en la presentación de la coreografía que su intención era hacer «un homenaje al cuerpo actual, donde el trabajo es al capitalismo lo que el rezo al cristianismo: una forma de asegurarse el paraíso, el ascenso, el éxito». Y así, desnuda de todo artificio, sin absolutamente ningún elemento más que ella, la malagueña bailó a un ciclo de la vida (todo empezó y acabó con un nacimiento) dominado por el estrés, la ansiedad y la esclavitud que imponen un mercado competitivo. Es un mundo de personas que funcionan como máquinas, y como ellas se movía Luz Arcas, con gestos cortantes y rígidos perfectamente acompasados a los golpes de los beat de la electrónica que le servía Le Parody.
En 'Trilla', que forma parte del ciclo de creación escénica 'Tangentes' que promueve el Thyssen, la malagueña creó con las contorsiones de su cuerpo potentes imágenes que remiten a una sociedad que agacha la cabeza al tiempo que se da golpes de pecho, que se pone al límite de su resistencia para superar objetivos, que tiene las manos atadas y, sobre todo, que sufre.
Un mensaje –siempre abierto a interpretaciones– llevado a escena con un estilo ya muy reconocible, un sello personal que Luz Arcas reafirma en cada nueva propuesta. Aquí también están, por ejemplo, sus 'Dolorosas' (aunque esta vez vistiera de blanco y dejara el negro a Sole), referencias marianas que para ella son una fuente inagotable de inspiración. Incansable investigadora del folclore de todos los pueblos, da la sensación de que Luz Arcas mira cada vez más al suyo, acercándose al flamenco y haciendo uso de símbolos como la mantilla. Con una vuelta de tuerca más, con cantes y quejíos envueltos de electrónica, pero con el mismo poder de sobrecogimiento que a palo seco.
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