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El mismo mar que vigilaba hace cientos de años es ahora el testigo de su decadencia. Desde mediados del siglo XX, la Torre de la Miel que aún resistía a los embates de las olas y del tiempo ha ido cayendo al agua dejando hoy ... en pie una pequeña muestra de lo que fue. El torreón de Nerja, elemento defensivo primero y almacén de los maquis después, se encuentra en un estado de conservación alarmante en riesgo de desaparecer definitivamente si no se interviene. La asociación Hispania Nostra, dedicada a la defensa y salvaguarda del patrimonio, lanza un SOS e incorpora la construcción en su Lista Roja de monumentos en peligro.
La Torre de la Miel se levanta sobre una primera fortificación del XVI que tenía la misión de vigilar una costa objetivo de la piratería berberisca: la desembocadura del río de la Miel y las calas adyacentes. Pero sucesivos temporales dañaron seriamente la construcción. Lo avisaba en su informe Felipe Crame, un ingeniero que en 1743 recorrió la costa del reino de Granada para registrar las reparaciones más urgentes. El ingeniero recomendaba reedificarla de inmediato teniendo en cuenta que cubría «una cala muy peligrosa para el comercio de la costa por hallarse frecuentada de corsarios moros que encuentran en ella un buen aguadero».
Pocos años después, ya «totalmente destruida», se reconstruye en su totalidad con un presupuesto de 22.000 reales de vellón. Las obras comenzaron en 1751 bajo la dirección del ingeniero Juan Zahoras. Se hizo entonces una torre artillada, abaluartada y equipada con dos cañones de bronce, uno dirigido hacia el Castillo de Nerja y otro hacia el puerto del Cañuelo. Se trata de una estructura de planta circular con dos cuerpos. Sobre su bóveda se encontraba la plaza de armas, una batería donde se situaban las piezas de artillería. A esa edificación pertenecen los escasos restos que se conservan a día de hoy.
Pero su exposición constante a los temporales y posibles problemas de cimentación en un terreno inestable, volvieron a pasar factura al torreón. Esa segunda vez, en los albores del XIX, ya no optaron por reconstruir sino por reparar una gran grieta, lo que no frenó su progresivo deterioro.
En el siglo XX, cuando la Torre de la Miel había perdido ya su función como vigía, encontró un nuevo uso. En 1944 se descubrió en su interior un depósito de armas de los maquis. Desde 1940 los guerrilleros antifranquistas escondían en su almacén, bajo la paja, las armas que recibían. A mediados del siglo pasado aún se podía apreciar gran parte de su cuerpo superior y del terrado, el cobertizo, la puerta de acceso y el frente de tierra. Hoy apenas queda nada de eso.
La Torre de la Miel de Nerja es una de las tres nuevas incorporaciones andaluzas, junto con La cementera de Atarfe (Granada) y la casa Huerta Noble (Huelva), a una lista roja con más de mil monumentos españoles sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Para que se conozcan y no caigan definitivamente en el olvido.
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