«¿Ves al de la chaqueta blanca de la esquina? Ese es mi abuelo, junto a Prados y Altolaguirre», explica orgulloso Pepe Andrade mientras señala una fotografía que cuelga de la pared. Es la tercera generación de impresores vinculados a la Imprenta Sur, lo conoce ... todo de esta sala, cada elemento le resulta familiar. Hoy, tras una larga espera de más de cuatro años, se vuelve a colocar la bata azul para reactivar la Minerva que en otros tiempos estampó los versos de Cernuda, Lorca y Aleixandre. Ahora, en cuerpo doce y tipo de letra Ibarra, esa máquina centenaria devuelve las palabras que dejó escritas el poeta Manuel Alcántara en 'Vuelta a la mar de Málaga'.
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La tinta regresa a la Imprenta Sur tras más de cuatro años de inactividad. La legislación para la prevención de riesgos laborales obligó a finales de 2014 a cerrar la sala mientras la máquina de los años 20 no se adaptara a la normativa del siglo XXI. «Lo más fácil hubiera sido conformarnos, aceptar con resignación que se hubiera convertido en un espacio museístico, pero no queríamos que la música de los endecasílabos, los alejandrinos, de nuestro clásicos y de nuestros modernos dejara de sonar», declaró José Antonio Mesa Toré, director del Centro Cultural del 27, institución dependiente de la Diputación que custodia esta herramienta clave en el despegue de una de las generaciones más brillantes de la literatura.
El proceso ha sido «arduo y complejo», por las propias singularidades de la maquinaria y por la lentitud de la administración. Casi cuatro años en los que esta «joya del patrimonio cultural» ha permanecido congelada en el tiempo, con antiguas impresiones en la mesa, cajoneras llenas de tipos antiguos y ese eterno olor a tinta impregnado en las paredes. A finales de 2018 la inspección dio el visto bueno a las medidas de seguridad adoptadas (señalización de los órganos de accionamiento, la instalación de un sistema de parada de emergencia y una carcasa protectora alrededor de todas las máquinas) y desde hoy «Pepe Andrade volverá a escribir artesanalmente una página en la historia de la edición española».
Las primeras líneas llevan el nombre de un poeta que ya forma parte de esa nómina de autores eternos, Manuel Alcántara, fallecido el pasado 17 de abril. Solo se imprimió un poema del maestro, «pero nuestra intención, y ya lo hemos hablado con la Fundación Alcántara, es que el primer cuaderno que salga en esta nueva etapa sea una selección de sonetos de Manolo», avanzó Mesa Toré. A Lola, su hija, entregó Andrade el folio impreso que estrenó la Minerva. «Quiero que me lo dediques, tú eres el artista», le dijo después ella.
La poeta Kris León puso voz a esos versos para cerrar un emotivo acto presidido por el presidente de la Diputación, Francisco Salado. Sentido por el recuerdo a Alcántara y por la carga simbólica de un lugar que ha escrito tantos renglones de la historia. Allí estaban los poetas María Victoria Atencia y José Infante, el escritor Pablo Aranda (director de actividades de la Fundación Alcántara), el arquitecto Salvador Moreno Peralta, el presidente de la Academia de Bellas Artes de San Telmo, José Manuel Cabra de Luna, y Manuel Castillo, director de SUR (cabecera que tomó su nombre de la imprenta). La poesía recupera su refugio.
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