Diana Navarro pisaba otra vez las tablas del Cervantes Daniel Pérez / Teatro Cervantes
Crónica Festival de Teatro de Málaga

'En tierra extraña' en el Cervantes: un acto de justicia con la copla

Diana Navarro pone en pie al público malagueño con su debut en el teatro como Concha Piquer en una obra que rompe con los prejuicios del género

Viernes, 21 de enero 2022, 23:50

No suele ocurrir que los actores hablen cuando ya han despedido al personaje. Reciben los aplausos con sonrisas y la mano en el pecho, y ... se marchan. El dirigirse al público, el romper esa cuarta pared que les separa del patio de butacas, solo sucede en las ocasiones especiales. Y la de anoche lo era. Diana Navarro pisaba otra vez las tablas del Cervantes, su segunda casa, pero lo hacía de manera diferente, en un rol distinto. La cantante que actúa se transformó ayer en una actriz que canta en 'En tierra extraña', la historia de un encuentro que jamás se produjo –pero que hubiera sido maravilloso– y un necesario acto de justicia con la copla. Y también así logró lo que solo unos pocos consiguen: llenar el teatro y ponerlo en pie durante varios minutos al acabar. «¡Nada comparado con mi Málaga!», decía emocionada y feliz.

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Diana Navarro debuta como actriz de teatro en un papel que parece hecho a su medida. La malagueña revive a Cocha Piquer en una cita ficticia con Federico García Lorca (Alejandro Vera) y en presencia de Rafael de León (Avelino Piedad), su letrista de referencia. La excusa era pedirle una canción al poeta, pero había otra razón de fondo más potente que unirá sobre el escenario a las dos Españas que en 1936 ya peleaban en las calles. 'En tierra extraña' es un recordatorio de aquella etapa oscura y dramática de la historia española, pero ante todo es un homenaje a la copla, despojándola de toda la leyenda negra que todavía hoy le persigue.

Daniel Pérez / Teatro Cervantes

Juan Carlos Rubio firma y dirige una idea original del desaparecido José María Cámara donde la canción española es la gran protagonista. Y eso es ya es un gesto de valentía teatral y musical. Lo hace con una estética sobria pero elegante, sin 'caspa' en la escenografía ni en los diálogos. El recurrente argumento del machismo en las letras se contrarresta con la imagen de una Concha Piquer rompedora y atrevida, con mucho carácter y una vida alejada de 'la mujer de su casa'. Y se desmiente la afinidad de lo folclórico con el franquismo. Aquí se muestra una copla sin prejuicios movida únicamente por las pasiones. Emociones que se sentían también entre el público, que rompía a aplaudir tras cada canción que interpretaba la malagueña o incluso en medio de un parlamento en defensa de la libertad y la justicia del Lorca al que daba vida Alejandro Vera.

Es una función en andaluz, con su acento, sus expresiones y su guasa natural, pero sin caer en la caricatura

Todo en una obra escrita en andaluz, con su acento, sus expresiones y su guasa natural, pero sin caer en la caricatura.

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La Navarro canta por la Piquer sin dejar de ser ella, con esos melismas infinitos que la caracterizan. Y con la versatilidad a la que tiene acostumbrada a los suyos: de la copla y las castañuelas se pasa a una canción de Broadway con el estilo de un musical sin pestañear. Su transformación es mayor cuando toma la palabra, es en esos momentos cuando más se percibe que quien habla no es Diana sino Concha. Está a la altura; es más, deja entrever una vis cómica que no le sienta nada mal. Aunque en esto la gracia se la lleva toda Piedad y su retrato de Rafael de León.

'Tatuaje', 'Ojos verdes', 'Romance de la otra', 'Suspiros de España' o 'A la lima y al limón' –con una divertida interpretación de Vera y Piedad– salpican la función, que culmina con un tema nuevo compuesto con los 'Sonetos del amor oscuro' de Lorca. Una última concesión a la ficción, a una reunión que nunca fue pero que ojalá hubiera sido.

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