Cuentan que trabajaba en su taller hasta bien entrada la noche. Él mismo se encargaba de las planchas y, si era necesario, repetía el proceso una y otra vez hasta obtener el resultado deseado. Se sentía libre con el aguafuerte y el aguatinta; por eso probaba diferentes técnicas, distintos formatos de papel. El Carmen Thyssen de Málaga pone en valor la faceta más experimental de Mariano Fortuny (1838-1874) en la exposición de grabados que ocupará su Sala Noble hasta el 2 de febrero.
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Una treintena de estampas del coleccionista Enrique Juncosa Darder componen 'Fortuny grabador', una muestra con piezas únicas aún no catalogadas, obras maestras de su producción y algunas rarezas que descubren a un «gran dibujante». De hecho, apenas realizó 36 a lo largo de su corta vida (falleció a los 36 años), pero fueron suficientes para ganarse un hueco «en la cúspide de los grabadores a nivel internacional», en palabras de Lourdes Moreno, comisaria de la muestra y directora artística del museo.
'Fortuny grabador', que cuenta con la colaboración de la Fundación Cajasol, ofrece «una síntesis perfecta» de las temáticas que trabajó: el orientalismo, el mundo clásico y las escenas costumbrista. 'Tánger' es el primero que firma, en 1861, una pieza que enlaza directamente con la exposición temporal que exhibe el Thyssen, 'Fantasía árabe', donde el artista catalán es uno de los protagonistas. Sus viajes a Marruecos, con un encargo de la Diputación de Barcelona, le inspiran y revolucionan su obra dotándola de una «mayor libertad». No cae en los tópicos, con piezas de enorme fuerza gráfica como 'Árabe velando el cadáver de su amigo' y 'Cabileño muerto', donde destaca el uso magistral de las sombras. Fue precisamente una prueba de este último grabado encontrado en un anticuario lo que dio pie a esta colección.
Otras obras remiten al mundo clásico como reflejo de sus estudios en Roma ('Idilio' y 'La Victoria'), y algunas retratan momentos y personajes populares, como la 'Echadora de cartas' o 'La serenata', en la que queda patente la influencia de Goya. Pero el significado de esta colección va más allá, aportando datos novedosos para el conocimiento de la producción del artista. La muestra expone dos pruebas únicas de 'Árabe a caballo', trabajos que no están catalogados y que elevan a 36 sus grabados (hasta ahora solo se conocían 35). De 'Monje encapuchado' solo existe otra prueba de estado en el Museo Nacional de Cataluña. Y una publicación de Charles Davillier sobre Fortuny -que se exhibe en el Thyssen- incluye tres de sus grabados cuando en el resto de las ediciones solo aparecen dos.
Técnicamente, Fortuny aprende de los grandes maestros y se afana por perfeccionarse, repitiendo el proceso hasta quedar satisfecho e investigando diferentes fórmulas. En ocasiones, su trazo es definido y claro como en 'Familia marroquí'; en otras se difumina jugando con las sombras, como en 'Croquis (Marroquíes)'.
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Las piezas de la colección, que Juncosa comenzó «sin pretensiones, por puro amor al arte», proceden de la propia familia ('Cabileño muerto' está dedicada a Henriette Fortuny), de uno de sus mejores amigos y mecenas, como fue Davillier; y de su discípulo Attilio Simonetti.
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