El Thyssen da su lugar a las pioneras de la fotografía callejera española

'Memoria de las calles', una producción propia del Carmen Thyssen, ofrece un relato visual de la Barcelona de los años 30 y 40 a través de la mirada de tres mujeres de diferente procedencia y muy distintos enfoques, pero con una sensibilidad común por aquello que no suele acaparar portadas. Esta muestra se presenta como una oportunidad para descubrir su obra, pero también para conocer parte de sus vidas.

La polaca Margaret Michaelis (1902-1985) se instaló en Barcelona en 1933 tras huir de los nazis en Berlín. Llegaba a una ciudad en pleno proceso de transformación que aspiraba a modernizarse en el marco de la Segunda República. En 1934, Michaelis recibió el encargo del colectivo de arquitectos GATCPAC de documentar el Barrio del Raval para apoyar las demandas de intervención urbanística e higienista en una de las zonas más degradadas de la capital catalana. En el Thyssen se exponen catorce de las fotos que tomó durante cinco días en el llamado Barrio Chino: se ven edificios humildes con la ropa tendida en las ventanas, el bullicio de las calles, el desorden de los patios, el juego de los niños y a Rosita bajo un letrero que anuncia 'Habitaciones'. Es el retrato de un entorno popular y pobre, pero alegre y con mucha vida.

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Tres años después, en 1937, la realidad de Barcelona era otra. La Guerra Civil española estaba en el punto de mira de la prensa internacional, atrayendo al país a numerosos fotógrafos europeos. Una de ellas era la húngara Kati Horna (1912-2000), que llegó en 1937 por encargo del Ministerio de Propaganda Exterior de la República. Su cámara refleja la tensa calma que se respira en la ciudad. Los niños montan un teatro en las calles y los ciudadanos pasean aparentemente despreocupados por las Ramblas, pero los muros y hasta las farolas se cubren de propaganda política, convocatorias de asambleas sindicales y llamadas de reclutamiento. «Por un ejército popular revolucionario. Inscribiros en la Escuela de Enseñanza Técnico Militar», se lee en uno.

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Finalizada la guerra, ya en la década de los 40, se ubica la fotografía de Montserrat Vidal-Barraquer (1902-1992). Su objetivo busca ángulos donde pasar inadvertida para sortear así las severas restricciones a la cultura y a las artes impuesta por el régimen franquista. Más aún, a las mujeres. Sus fotografías muestran una ciudad casi vacía, con una vida en las calles más limitada y refugiada en barrios como el Gótico o el Born. Pero, sobre todo, son imágenes de un claro componente poético e incluso nostálgico, con un uso estético de la luz y el contraluz en contextos absolutamente cotidianos, como un puesto de frutas o el paseo de dos mujeres. Impulsora en los años cincuenta del Grupo Femenino de la Agrupación Fotográfica de Cataluña, Vidal-Barraquer fue una autora muy prolífica con un legado de más de 22.000 negativos de la vida en Barcelona.

'Memoria de las calles', con fondos del Arxiu Fotogràfic de Barcelona, el Arxiu Nacional de Catalunya y el Centro Documental de la Memoria Histórica, recoge el testigo de 'Street Life: Lisette Model y Helen Levitt en Nueva York', la anterior exposición en ese mismo espacio. Dos propuestas diseñadas con la clara intención de reivindicar la fotografía como lenguaje artístico y el papel protagonista de la mujer creadora, tal y como señalaron la directora artística Lourdes Moreno y la concejal de Cultura, Mariana Pineda.