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«Hay dos seres en mí, eso sólo yo lo sé... Para vivir en este mundo conviene mostrar sólo el que me conocen». Lo escribe a mediados de octubre, pero ya es demasiado tarde para ella. Apenas unos días después ingresa en el convento de la Preciosa Sangre. Hasta eso, el nombre de una cárcel de clausura, resulta evocador en la biografía de Teresa Wilms Montt.
Segunda de siete hermanas; emparentada con cuatro presidentes de la república chilena; hermosa a rabiar; rebelde, bohemia y trilingüe; acusada de adulterio; maltratada, encerrada y escapada con Vicente Huidobro primero a Buenos Aires y después a París; compinche de André Breton, Paul Éluard y Max Ernst; amiga de Ramón Gómez de la Serna, Julio Romero de Torres y, sobre todo, de Ramón del Valle-Inclán; madre de dos niñas; suicida vocacional hasta que a la tercera fue la vencida; enterrada a los 28 años en uno de los cementerios más hermosos del mundo, a sólo unos metros de Oscar Wilde, Molière y Edith Piaf.
Una vida tan novelesca que sólo puede ser cierta y que ahora asoma en las palpitantes páginas de ‘Preciosa sangre. Diarios íntimos Teresa Wilms Montt’, el exquisito volumen alumbrado por la pequeña editorial malagueña La Señora Dalloway. «Para nosotros editar es un lugar de resistencia. Estábamos pensando qué títulos podían representar esa idea. Ya teníamos un libro publicado (‘La tribu’), pero era una antología y para nosotros este es nuestro primer libro monográfico. Llegamos a Teresa porque la apuesta de la editorial se puede resumir en lo que ha sido la vida de Teresa: construir una nueva genealogía de voces de mujeres que se escapan de la norma», avanza el poeta y editor Ángelo Néstore.
Autora. Teresa Wilms Montt.
Edita. La Señora Dalloway. 154 páginas.
Precio. 14 euros.
El eco de Wilms Montt y su ‘Preciosa sangre’ regresaba ayer en una mesa redonda organizada en la sede central del Instituto Cervantes en Madrid, presentada por el director de la institución, Juan Manuel Bonet y en la que participó la escritora Laura Freixas. Una cita de relumbrón que no hace olvidar a los promotores de La Señora Dalloway la vocación de su aventura. «Queremos ir despacio para que los libros tengan su propia vida. Este proyecto espera escapar de los mecanismos convencionales del mercado, aunque aspira, por supuesto, a ser sostenible desde el compromiso político», abrocha Néstore, artífice junto a Carmen G. de la Cueva y Martín de Arriba de La Señora Dalloway.
«Creemos que como apuesta editorial, y también política, no hay que hablar sólo de la mujer occidental, blanca y contemporánea, sino que es importante abrir esa mirada. Es necesario mirar hacia atrás y rescatar por ejemplo la voz de Teresa. Eso significa también abrir el relato no sólo hacia atrás sino también a los lados, en este caso, a América Latina», reivindica Néstore.
Y el nuevo resultado de esa apuesta es un volumen a semejanza de su protagonista: decidido y delicado, seductor y doliente. «Me dijeron que en casa mis padres me maldecían y que había muerto para ellos, que no podía contar con nadie en el mundo, porque era la más corrompida de las mujerzuelas», escribe en sus diarios Teresa Wilms Montt, casada sin el consentimiento familiar a los 17 años.
Pero aquella promesa de amor se convirtió en una realidad de celos y violencia más o menos soterrada, hasta que Teresa acabó recluida durante ocho meses en el convento de Preciosa Sangre, acusada de adulterio. «El género se basa en una estructura cultural que se puede dinamitar y ella la estaba dinamitando. Lo poco que se conocía de ella –sigue Néstore– eran estereotipos que la ideología hegemónica nos había querido transmitir de ella: la caricatura de la ‘femme fatale’, una visión sexista y superficial sobre ella».
Una aproximación a la que ni siquiera escaparía del todo uno de sus grandes valedores y confidentes, Vicente Huidobro, cuyas ‘Obras completas’ editadas en 1976 recogen el recuerdo póstumo a esta autora de cuatro libros de prosa poética y uno de relatos: «Teresa Wilms es la mujer más grande que ha producido la América. Perfecta de cara, perfecta de cuerpo, perfecta de elegancia, perfecta de educación, perfecta de inteligencia, perfecta de fuerza espiritual, perfecta de gracia».
Perfecta y triste hasta el delirio, porque, como escribe Alejandra Costamagna en el delicioso prólogo de ‘Preciosa sangre’: «La escritura de Teresa Wilms Montt es el coro de su leyenda». La leyenda de una niña de alcurnia chilena huida a la bohemia parisina, el fulgor de una mujer víctima de sus propias contradicciones, filtradas en sus diarios cuando escribe: «(...) Espero aprovechar la libertad en que me deja el divorcio y con permiso de mi amante dedicarme por completo a mi arte».
Un ser hermoso y trágico, desdichado y altivo que responde a Sara Hübner en la entrevista publicada en ‘Lo que no se ha dicho’:
–¿Qué hubiera usted querido ser?
–Lo que soy. De cualquier otro modo me habría aburrido más.
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