Lo de Terenci y lo de Bosé

La de Moix, con ambientación espléndida y una caterva de cercanos sin Maruja Torres, ay, pero sin pelos en la lengua (como las grandes Colita y Nuria Espert, o ese Enric Majó ajustando cuentas con su historia amorosa), se extiende demasiado, lástima, en la anécdota y el chachareo, llegando al paroxismo final, tragicómico, que da más cancha a cotilleos y vídeos privados que a un retrato más certero, político y caleidoscópico del chispeante Terenci.

En lo de Bosé, en cambio, el cantante cuenta de viva y maltrecha voz un relato casi épico, desde su infancia de niño rico (pero no tanto, dice él), hasta el presente de su exilio mexicano. La serie engrosa la rehabilitación del artista con su pasado: quizá sea la de él mismo con su público, atónito por sus salidas de tono recientes. La producción, cuidada en recreaciones, vídeos familiares y fuentes, ayuda a comprender algo su movida íntima, vale, y recoloca su aportación artística indiscutible. Pero tras esos primeros capítulos que dibujan fetén su lucha de infiernos interiores, el final, donde hasta aparece comprando dos pollos y hace algún puchero, evidencia que estamos ante un artefacto buscado y estudiado.