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Miguel Falomir, Christina Simmons y Javier Solana presentaron la donación. Museo del Prado
El tenso regreso de Picasso al Museo del Prado

El tenso regreso de Picasso al Museo del Prado

Arte ·

La incorporación del malagueño a la colección de la pinacoteca, de la que fue director accidental, reabre la histórica polémica sobre su presencia en museos estatales, que un real decreto fija en el Reina Sofía

Martes, 20 de julio 2021, 01:00

La trascendencia de la obra de un artista puede saltar en contadas ocasiones los muros de los museos para instalarse en el imaginario colectivo. Puede convertirse incluso en un icono planetario. Pero ese círculo de influencia se reduce al extremo si se trata de un autor convertido en ley, con toda la literalidad de la expresión. Eso pasa con el malagueño Pablo Ruiz Picasso.

No en vano, su fecha de nacimiento, el 25 de octubre de 1881, figura como frontera en el Real Decreto 410/1995 a la hora de asignar un autor a las colecciones del Museo del Prado o del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Si es anterior, la obra del artista en cuestión irá al Prado; si es posterior, al Reina Sofía. Y ese criterio, lejos de aclarar el horizonte, ha abierto una polémica recurrente entre ambas instituciones que regresaba de nuevo este lunes con la incorporación de 'Busto de mujer' (1943) a la colección del Prado, donde se expondrá durante los próximos cinco años en virtud del depósito realizado por la American Friends of the Prado Museum.

'Busto de mujer' cuelga en la sala 9B de la pinacoteca, junto a 'El bufón Calabacillas' de Diego Velázquez. Los responsables del Prado justificaron este lunes esa decisión en el hecho de que Picasso realizó una copia de esa pieza en el museo cuando tenía quince años. Incluso aportaron durante la presentación una reproducción del registro de la entrada de Picasso en el libro de copistas allá por 1897. También el nombramiento del malagueño como director del Prado, firmado por Manuel Azaña en lo más oscuro de la guerra civil.

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Con estos testimonios históricos quisieron los responsables del Museo del Prado apuntalar la larga vinculación de Picasso con la institución y, con ella, su presencia en las colecciones. Sin embargo, el argumentario no logró apaciguar la polémica que suele acompañar a este asunto y que tiene en el centro de la controversia desde hace años la posible mudanza al Prado de uno de los grandes iconos picassianos. «Se ha hablado mucho de si esto es un plan o una estrategia para traer el 'Guernica' y yo ya he dicho mil veces que está maravillosamente bien en el Reina Sofía. Está donde tiene que estar y no hay ni habrá ninguna reclamación», sostuvo el director del Prado, Miguel Falomir.

«No es un capricho»

Para el máximo responsable del museo, el hecho de haber aceptado el depósito del 'picasso', «no es ni un capricho ni una ocurrencia», sino una «decisión históricamente irreprochable». Falomir defendió el encaje legal de la llegada de Picasso al Prado, pese a lo estipulado en el Real Decreto de 1995: «Ni el Museo del Prado ni el Ministerio de Cultura cometen actos ilegales y todo lo que se hace se ajusta a la legalidad». Así, Falomir justificó la aceptación del depósito con el argumento de que Ley de Autonomía del Prado (que no pone límite temporal a la datación de las donaciones) «está por encima» de los reales decretos.

También quiso terciar en la polémica el presidente del Patronato del Prado y exministro de Cultura, Javier Solana, quien defendió la idoneidad de la donación y recordó que la operación se ha realizado con el conocimiento de los responsables del Museo Reina Sofía. Solana argumentó que la llegada de Picasso al Prado «se ha hecho para no ofender a nadie y que todo el mundo pueda estar contento». Y acto seguido, añadió: «Para mí es un gran día y este cuadro estará aquí lo que el tiempo nos depare».

Y a modo de cierre, Falomir detalló que, después de los cinco años iniciales estipulados en el depósito, «si no ocurre nada excepcional», este 'picasso' ingresará de manera permanente en las colecciones del Museo del Prado. Y remató: «La voluntad del donante es sagrada». Y esa 'ley divina' por ahora vence la partida a un mundano real decreto.

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