Ernesto Artillo realiza una acción por las calles del barrio con el grupo de Acto Reflejo. Migue Fernández

Teatro contra el estigma de Palma-Palmilla: «¿Qué ha 'pasao' aquí? ¿Una muerte?»

Un proyecto ofrece herramientas artísticas a los vecinos del barrio para crear una obra sobre su identidad y su historia con artistas invitados como Ernesto Artillo

Lunes, 3 de febrero 2025, 00:40

Una veintena de personas se colocan de cara a la pared de un edificio mientras anotan en sus libretas. Ernesto Artillo les ha pedido que escriban lo que les sugiera la palabra miedo. Ya ha oscurecido, hace frío y no pasa demasiada gente por este ... callejón. En ese momento, desde la ventana del segundo piso se asoma una mujer y grita: «¿Qué ha 'pasao' aquí? ¿Una muerte o 'argo'?». Todos ríen, entre sorprendidos e incómodos. «Es que aquí nadie se reúne por algo bueno. Mucha gente junta, malo», apostilla una de las jóvenes que forman parte del grupo. Cambiar esa percepción es, precisamente, el objetivo de esta acción. Estamos en el distrito Palma-Palmilla, en una de las actividades de Acto Reflejo, un proyecto educativo que utiliza las artes para modificar esos «movimientos involuntarios» que provocan lugares como este.

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«Es un barrio que tiene un estigma y un acto reflejo, la gente reacciona de una manera determinada, y queremos darle la vuelta a eso», explica Ignacio Mateos, que junto con Cristian Alcaraz impulsa esta propuesta de la productora Almargen, con la complicidad del Área de Cultura del Ayuntamiento de Málaga y Reale Foundation. Se citan cada lunes por la tarde en la junta de distrito de Palma Palmilla. Hay mayoría femenina, ellas siempre son las más valientes y abiertas a nuevas experiencias. Hoy es una excepción y se han animado dos hombres. «Al principio yo era el único. Pero me sentí tan acogido que perdí la vergüenza», asegura José Espejo, un señor jubilado que llegó acompañando a su mujer y se quedó.

Migue Fernández

Pero aquí no existe un perfil determinado: hay adolescentes y mayores; malagueñas negras, blancas, musulmanas y cristianas; vecinas del barrio de toda la vida y otras llegadas hace unos años. La realidad multicultural y multirracial de este lugar. Y han hecho una piña. «Somos una minifamilia, se me hace cortísimo. Nos dan nuestro hueco y nos divertimos. Si vienes triste, de aquí vas a salir feliz», asegura Fátima Khattabi, la benjamina del grupo. «Te puedes relajar y sentirte cómoda. Desde el primer día te acogen», señala Princess, una joven orgullosa de su raza, aunque ella no la haya elegido. Porque así empieza la dinámica de este lunes.

«Decidme vuestros nombres y una cosa que os defina y no hayáis elegido», les propone el artista malagueño Ernesto Artillo, uno de los creadores, actores y directores invitados al proyecto. «Me llamo Princess y no he elegido ser negra. Pero me encanta», dice con espontaneidad. Ser bajita, viajar a Berlín, ser madre soltera, mudarse de casa… Uno tras otro empieza a desvelar cosas que ellos no han decidido y han sido determinantes en su vida. «Yo no elegí mi nombre, no elegí mi sexualidad, no elegí nacer en el Limonar…», enumera Artillo. Entonces añade: «Si no hemos elegido nada de lo que somos, vamos a jugar ese rol que me ha tocado. Porque no haber elegido quiénes somos nos permite identificarnos como un personaje». Y les pone una prueba: a partir de ahora, todos los participantes interpretarán un papel en el plató de su barrio, recorrerán sus calles en absoluto silencio como si se tratara de una escenografía de cine y buscarán su lugar en él. «Cuando hagamos una parada, os colocáis en el sitio de la manera que queráis y os preguntáis '¿cómo me queda?' Y yo os pediré que escribáis lo que os sugiera una palabra».

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De la junta de distrito sale esta procesión teatral que hace parada en el parque, en el campo de fútbol, delante de la iglesia, frente a los edificios y en una cancha de baloncesto mientras escribe sobre infancia, público, fe, miedo y diversión. En el parque llaman la atención de un sin techo que se asoma de la tienda de campaña que tiene por casa y les mira atentamente sin entender qué está pasando. Una vecina se asoma por la ventana preocupada por si ha ocurrido algo –el episodio de la supuesta muerte– y cuando se le explica que están «escribiendo algo bonito», se alegra y quiere saber más. Unos niños en patinete que hacen un corrillo en la calle les preguntan qué hacen («una actividad teatral», les dicen) y acompañan al grupo de vuelta al punto de partida.

Y ese «sumar gente» es uno de los objetivos de esta propuesta: dotar de una actividad artística a un barrio donde el arte nunca llega, para que «a través de las artes, la plástica, las artes escénicas, el baile y la danza, tengan referentes y puedan crear a partir de esos conceptos». El resultado final será una obra de teatro construida entre todos que refleje su identidad y la propia historia del barrio. Y el escenario para su estreno será precisamente este, la Palma-Palmilla.

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«Es muy triste salir y que cuando dices que vives aquí te digan que es un barrio malo. No es así, hay gente trabajadora y que se esfuerza por conseguir que este barrio sea mejor, como todos los que estamos aquí», señala la joven Hiba Errafay. «Hay mucha gente con buen corazón y mucha tolerancia», confirma José Espejo.

Con las distintas acciones que impulsan Ignacio Mateos y Cristian Alcaraz, los vecinos profundizan en su realidad y desarrollan habilidades para expresarla. La acción de Ernesto Artillo termina donde empezó, en la junta de distrito, donde ahora cuelgan las fotografías en blanco y negro de todas las personas que participan en Acto Reflejo. Tras una dinámica en la que trabajan sobre quienes son y dónde están, Artillo les pide que intervengan su retrato. Y junto a sus rostros escriben «Thank you», «Amar», «Esta soy yo».

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