![Tabacalera recupera el espíritu del Museo Ruso de Málaga tras el «golpe» de la guerra](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202212/13/media/cortadas/ruso-RTN7R8aKX7OGQaZR99mkj4K-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
![Tabacalera recupera el espíritu del Museo Ruso de Málaga tras el «golpe» de la guerra](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202212/13/media/cortadas/ruso-RTN7R8aKX7OGQaZR99mkj4K-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
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Si el arte ruso no viene a Málaga, Málaga va al arte ruso. Los inmensos y recargados salones del Museo de San Petersburgo reciben al visitante en unas impresionantes fotografías que cubren la primera sala de Tabacalera. Unos metros más allá hay un poderoso óleo ... de Maliavin, un inconfundible Kandinsky y una rareza de Ivanov. Y, en medio del recorrido, sobrecoge una instalación de la pareja de artistas Ilya y Emilia Kabakov. El Museo Ruso de Málaga se repone del «golpe» que supuso la guerra y la devolución de los fondos a San Petersburgo con tres exposiciones vinculadas a la cultura y el arte de aquel país. Tres propuestas hechas desde Occidente, con fondos privados, que restituyen su espíritu original sin tener que pasar por Rusia.
Nueve meses y medio después de que Putin invadiera Ucrania, el arte ruso regresa a Málaga con una mirada crítica. Por un lado, José Manuel Ballester, Premio Nacional de Fotografía, pone el foco en los 'Ausentes' en los espacios ocultos del gran palacio zarista del Museo Estatal Ruso, con un guiño al vacío que dejó su salida de Málaga. Por otro, la empresaria londinense Jenny Green muestra por primera vez en público su colección de 76 obras de artistas rusos de los siglos XIX y XX, la mayoría realizadas fuera de Rusia y de creadores que se vieron obligados a dejar su hogar.
Por último, la Fundación la Caixa presta a Málaga 'For sale', una pieza inmersiva del matrimonio Kabakov, rusos de origen ucraniano emigrados a EE UU., donde se recrea el salón principal de una casa abandonada a toda prisa por sus habitantes. «Es un homenaje a los artistas que han tenido que dejar su territorio llevando su cultura a otros lugares. Y también una denuncia contra aquellos que provocan el exilio», declaró el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, en la presentación de la triple exposición.
Jenny Green se emocionó al tomar la palabra. «Nunca pensé que iba a ver mi colección expuesta en un museo tan maravilloso como este», dijo con la voz temblorosa. Emprendedora relacionada con la escena londinense de la moda a finales de los 60, desarrolló un papel fundamental en la vida de la popular boutique Granny Takes a Trip, que vestía a superestrellas del rock and roll. Descubrió el arte ruso siendo una veinteañera gracias a su amigo, ya desaparecido, Johnny Stuart y se enamoró de inmediato de sus colores, de sus paisajes y de las historias que contaban. Pero no fue hasta 2004, cuando heredó una importante cantidad de dinero, cuando empezó a comprar.
Para su asesor y comisario de la exposición Ivan Samarine, se trata de una de las colecciones «más significativas» de cuadros rusos en manos privadas y fuera de Rusia. Son obras de grandes nombres, artistas todos ellos que ya habían colgado de las paredes de Tabacalera con los fondos llegados de San Petersburgo. La pintura clásica de Maliavin (con un realista autorretrato y una imponente 'Troika' pintada ya en Francia), Venetsianov (con sus campesinos), Repin (un gran retratista) y Aivazovsky (con bellos paisajes) conviven con bocetos para escenografías y vestuarios de los Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev, un reflejo del gusto de la coleccionista por la moda y el mundo del espectáculo.
Su catálogo particular tiene varias joyas, como el detallado estudio para el esclavo de 'La aparición de Cristo ante el pueblo', la imponente obra maestra de Ivanov y la única pieza relacionada con ese trabajo que está fuera de Rusia en estos momentos. O 'Mujer desnuda recostada', un cuadro famoso por haber estado en litigios por su autoría atribuida a Kustodiev. Y, por supuesto, la valorada pieza de Kandinsky correspondiente a su última etapa.
La colección de Jenny Green cierra el nuevo itinerario expositivo del Museo Ruso que abre José Manuel Ballester. Sobre un fondo «rojo de sangre y negro de muerte», el Premio Nacional de Fotografía muestra el trabajo que realizó entre 2016 y 2017 en el Museo de San Petersburgo. Su cámara capta la grandiosidad de sus estancias y se cuela en espacios prohibidos para el visitante, en almacenes con obras de gran formato enrolladas en enormes cilindros y decenas de piezas guardadas en peines gigantes. Muchas resultarán familiar al espectador malagueño porque estuvieron colgadas en esas mismas paredes durante los años de colaboración con la entidad rusa.
En una imagen se adivinan obras del Romanticismo ruso, en otra fotografía cargada de simbolismo se ven las esculturas de Lenin, Stalin y Trotski amontonadas entre otras tantas figuras. Forman parte de esas «ausencias» de la historia y «cambios de plano» de personajes que fueron protagonistas de la historia y ahora acumulan polvo en una sala auxiliar. Ballester crea además una ficción de montaje de exposición con una mesa de trabajo en la que se solapan y conviven fotografías de cuadros de diferentes épocas. Su propuesta acaba con una relación de fichas técnicas de obras «ausentes» de la Colección del Museo Ruso que «por estas tristes circunstancias» no pueden venir.
Pero, como Ilya Kabakov dijo este verano, «el arte ni es ruso ni es ucraniano, es universal». La instalación 'For sale' que firma junto a su mujer Emilia es un ejemplo: una pieza creada en los 80 que parece hablar del drama de hoy, de los muchos ucranianos y también rusos que han tenido que abandonar sus casas. En ella el visitante se sumerge en una habitación en penumbra, con sábanas que cubren muebles, libros olvidados en las mesas, alguna fotografía extraviada y polvo por todas partes. La poca luz que hay en la sala ilumina un cuadro, 'Roma maravillosa', un testigo de tiempos mejores. El resto de los cuadros de la estancia solo se intuyen, pero sus cristales sirven de reflejo del propio espectador y del abandono del lugar.
José María Luna, el director de la agencia pública que gestiona los museos municipales, hizo suya la frase de Kabakov y agradeció a cada miembro de su equipo el trabajo de estos últimos meses para hacer posible esta remontada. También tuvo palabras de gratitud para José María Castañé, patrono de honor del Museo del Prado y presente en la inauguración, la persona que puso en contacto a Málaga con Jenny Green y con quien esperan seguir colaborando en futuras propuestas. «Estamos convencidos de que la cultura y el arte es la tabla de salvación que nos queda ante el desquiciamiento de la humanidad. La Colección del Museo Ruso de Málaga ha peleado por seguir abierta y seguiremos peleando para seguir mostrando arte y cultura rusa».
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