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Era de noche pero se hizo de día. Fue una iluminación que empezó a las 22:00 horas y que representó todo aquello que puede ser el techno. Cuando Jeff Mills salió al escenario, ya se palpaba ese cosquilleo de los grandes momentos. El de ... Detroit, máxima figura internacional en esto de la música electrónica, provocó el éxtasis de las personas que llenaron el Auditorio Municipal (sin gradas) para la cuarta entrega de este Sophie.
Le siguió Charlotte de Witte para cerrar la fiesta. La de Gante remató lo que Mills había comenzado a construir. A las 2:00 de la madrugada, horario impuesto por el Ayuntamiento para cortar la música, lo que quedó fue el recuerdo de una fiesta para los anales, como pocas se han visto en la capital.
La idea de que el techno es una cosa abstracta se evidenció con la sesión de Mills, que hizo de sus dos horas de creación un hilo conductor en el que todo encaja como un guante. Al mismo tiempo, desplegó un mosaico de elementos que componen un estilo de música que hace bailar a gente en cada rincón del planeta.
Claro que el techno es 'bum-bum' y compás 4/4. Pero también es algo difuso. Por momentos, es algo rápido y al rato es algo lento. Es 'mainstream', como cuando sonó el famosísimo 'The Bells', y luego vuelve a ser un movimiento contracultura. Es oscuro pero también es el amanecer de algo. Vuelve a ser negro y al poco tiempo otra vez de colores.
Mills es una figura clave para la electrónica. Ha marcado tendencias y sus trabajos han trascendido a la propia música en sí. Verle a sus 61 años en Málaga fue asistir a una sesión de creación de arte digital. Dos horas que no flaquearon en ningún momento. El de Detroit construye y deconstruye material sonoro. Entregó un sinfín de frecuencias que se introduce en el cuerpo e hizo bailar al público. Potenciado, todo hay que decirlo, por un equipo de sonido que estuvo a la altura de lo que pedía un cartel de semejante envergadura.
A las 00:00 en punto se retiró Mills. Una larga ovación y sin dar lugar a silencios tomó el relevó Charlotte de Witte. Por establecer contexto: venía de pinchar el día antes en Alemania en la NaturOne, uno de los festivales de techno más importantes a nivel mundial. Este sábado lo hacía en Málaga. La 'performance' de la de Gante adquirió impulsos fuertes y veloces desde el inicio. Sin concesión para el descanso, interpretó versiones que ponían a prueba a la capacidad motora que quedaba a estas alturas.
Apenas se había rebasado la medianoche, pero es que la fiesta empezó mucho antes, a eso de las cuatro de la tarde. El calor hacía sus estragos, aunque las temperaturas no tenían ya nada que ver con los dos días anteriores, cuando el terral atizó sin clemencia.
De Witte capturó la atención y logró exprimir las ganas de fiesta de los asistentes. Una y otra vez demostró que no iba a cesar en mantener la velocidad por todo lo alto. Ofreció una versión distinta a la de su último paso por España, cuando actuó en el Sonar. En Barcelona fue algo más en cliché de velada sonora. Pero en el sur, ya se sabe, la velocidad y la contundencia imponen su ley.
Aún resuena la interpretación que hizo del 'In the Dark' de Balthazar&JackRock, con un uso de los graves como martillo pilón. Un sonido sincronizado con unos focos que intercalaban la luz blanca con tonos rojizo. La envolvente era perfecta, aunque en los visuales Sophie aún tiene margen para crecer. El despliegue final, se supone, llegará en la ubicación definitiva. La del Auditorio, cabe recordar, fue una solución intermedia hasta que se logre el traslado a ese espacio que la promotora ha acuñado como Ogus Park, en Churriana.
Fueron dos horas en las que De Witte brilló con una secuencia de temas que iban provocando el delirio de una parroquia que festejó a lo grande. En un ambiente sin incidencias y que, a estas alturas de la noche, ya no se iba a venir abajo. La gente echó de menos el 'The Age of Love', pero esta vez no sonó. Que De Witte acabara firmando abanicos solo confirma el cierto culto a la personalidad que se le practica.
Actuar en un cartel serigrafiado por Jeff Mills y Charlotte de Witte puede resultar algo injusto. Son nombres que por sí solos ya atraen todos los focos y generan grandes expectativas. Eso no quita que Enrico Sanguiliano, el dúo Data Memory Access y Enzo Leep también las hicieran de todas las hechuras. Sobre todo el italiano ofreció una sesión soberbia que le dejó a Mills una pista de baile puesta en bandeja.
Para acabar, Sophie. Las últimas palabras de esta crónica deben ser para la promotora. En el segundo año de vida de este festival ha tenido algunos problemas y dolores de cabeza por la falta de la puesta en marcha del mencionado Ogus Park. Lo que ha obligado siempre a improvisar nuevas ubicaciones, con las dificultades que eso tiene en un calendario colapsado durante los meses de verano.
Claro que se le pueden buscar las cosquillas porque las comodidades en Torremolinos no eran las mejores. Claro que los tiempos de espera para pedir en las barras, a lo mejor, resultan excesivos. Claro que los cambios sobrevenidos siempre distorsionan y son un fastidio. Pero sobran los dedos de una mano para carteles como el de este sábado en Málaga. Inimaginable, hasta hace no mucho, cuando por estos lares el éxodo más cercano para una noche de electrónica tan de canela fina obligaba a coger carretera dirección a la Industrial Copera.
Fue una fiesta redonda con un Auditorio en éxtasis y es de justicia reconocer los esfuerzos por brindar a Málaga una propuesta de la que carecía.
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