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La sonrisa triste

La sonrisa triste

Elgar ha muerto y me siento en deuda con él. El valor de arrancar sonrisas, ese poder bueno

Pablo Aranda

Málaga

Sábado, 3 de febrero 2018, 01:22

La primera vez que de niño me asomé a un periódico encontré una viñeta en cuya esquina había un perro que, no me lo creía, me acerqué más, no podía ser, sí, eso que caía era una caca. A lo mejor por eso no puedo ... dejar de leer la prensa, me enganchó una caca de perro dibujada por Elgar, que mantenía que no sabía dibujar. Su trazo era sencillo y sus personajes inconfundibles. Un hombre de paseo con su hijo, un matrimonio, dos vecinas, el hombre rico fumándose un puro. El perro. Su humor resultaba doméstico y ocurrente, cercano, familiar. Me encantan las ciudades de Elgar, al fondo, el perfil ingenuo de edificios e iglesias bajo el que un personaje soltaba a otro su chascarrillo.

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