cristina pinto
Martes, 11 de enero 2022, 00:21
La edad es solo un número y eso está más que comprobado. En Sol Pico, con 54 años, eso se comprueba sobre el escenario y ... nada más hablar unos minutos con ella. Palabras muy vivas, conversación activa y pensamientos positivos. «Pa'lante con lo que haya», puntualiza varias veces durante la charla para SUR. El Teatro Cervantes será testigo esta tarde (20.00 horas) de su vitalidad sobre las tablas con 'Malditas plumas', su nuevo espectáculo que ofrece un recorrido por la vida de una vedette. Feliz por volver a Málaga y por hacerlo con esta pieza que, según confiesa la misma bailarina, es «la más interpretativa» que ha hecho. «Mira, tenía que haber ido a Málaga en 2018 y me rompí el dedo y no pude, desde ahí llevo sin ir allí», apunta.
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–La rutina ahora será diferente a la de aquellos tiempos... ¿Cómo es su día a día? ¿Le ha cambiado mucho?
–La verdad es que no. Tengo que dar las gracias porque ya cuando llevas tanto tiempo en esto hay cosas que están afianzadas y el trabajo que hemos pospuesto ha ido funcionando. Todo mejor de lo que podría ser y podríamos esperar. Estamos trabajando y haciendo muchas cosas.
–Sigue a tope, entonces.
–Sí, sí. Con mucho trabajo, actuaciones... Ahora incluso a raíz de este solo que tiene parte muy teatral me han aparecido otros proyectos teatrales también con Juan Mayorga o con Alberto San Juan. Se presenta un año cargado.
–Y personalmente, ¿qué tal lo lleva?
–Tengo que reconocer que llevaba esa vorágine vital en la que te metes sin darte cuenta y para mí la pandemia ha servido para darme cuenta de muchas cosas, sobre todo del ritmo que llevaba. Aunque ahora lo he vuelto a tener, pero al menos me he dado cuenta. Desgraciadamente es un momento malo en general pero siempre de los malos momentos hay que sacar pensamientos positivos. Obviamente la situación aturde porque no sabemos qué va a pasar, pero vamos capeando este temporal bastante bien. Yo es que personalmente tengo un carácter de tirar para adelante con lo que sea.
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–Con humor, ¿no? De eso hay mucho en 'Malditas plumas'.
–Pero es un humor sin buscar el humor, ¿sabes? Es como una parte irónica, para reírse un poco precisamente de esos malos momentos, de situaciones que nunca pensarías que te podrían pasar y entonces en lugar de darles un toque dramático le tiro más hacia la ironía. Creo que es fundamental reírse de uno mismo, para mí es muy importante.
–¿En qué se basó para crear al personaje?
–Todo empezó con esos momentos de la vida en los que siempre todo pasa por algo. Llega un momento en el que quizás esos sueños que tú perseguías a lo mejor ya no se van a cumplir. De repente te colocas frente a la edad, el paso del tiempo, el miedo, la muerte... Como te digo siempre un poco desde una mirada externa, de sacar un poco incluso el exorcismo para que todos esos pensamientos fluyan y se vayan, que no se estanquen. De ahí nace ese personaje que cabalga entre la realidad y la ficción, esa niña que quería ser vedette pero que se ha quedado en corista. Un día se da cuenta y se enfrenta al paso del tiempo, algo que nos puede pasar a todos en cualquier momento de nuestra vida. Es algo muy universal que he focalizado en ese personaje y, como los textos los hice con Cristina Morales (Premio Nacional de Narrativa 2019), hay momentos en los que ella escribía parte de la historia con muchas anécdotas de mi propia vida.
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–O sea, que hay toques de la vida de Sol Picó.
–(Risas) Un poquito. Quien me conoce más sí que lo descubre, porque son guiños que hay gente que sabe mucho de mí y me dice: 'Ostras, eso es cierto'.
–Por ejemplo, ¿cuáles?
–Hay momentos en los que hablo un poco de mi infancia, de cuando las monjas nos llevaban de excursión de los bailes de fin de curso. De la infancia de los niños de tener ese carácter muy movido, optimista y divertido. Ese rollo. Y cómo con el tiempo vas cambiando y cuesta, pero intentas mantener esa manera de ser.
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–¿Cómo plasma eso sobre el escenario?
–Ahí está la magia. En cómo con tu cuerpo puedes transmitir, comunicar y expresar toda esa sensación y sentimiento que llevas dentro. Es algo que llega con muchos años de trabajo y con mucha investigación sobre canales, movimientos y formas. En este caso me ayuda mucho la palabra, porque es el espectáculo en el que más he profundizado la interpretación, hay momentos en los que no dejo de bailar y hablar al mismo tiempo. Todo es uno.
–Después de reconocimientos nacionales, premios Max... ¿Qué le queda por hacer?
–Muchísimas cosas me quedan por hacer y muchas no he conseguido. Lo más maravilloso para mí es que esto es una carrera de aprendizaje y búsqueda constante. El arte no tiene fin y, mientras tenga la ilusión de cada día, siempre me quedarán metas por alcanzar.
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–La danza necesita mucho del físico y usted sigue como si nada.
–Es verdad. Me encuentro a muy pocas bailarinas que estén a este nivel con mi edad, muy pocas. La verdad es que tengo una genética agradecida, me rompí la rodilla hace cinco años y sigue funcionando. Obviamente un día me cansaré y no me apetecerá hacerlo más, pero de momento como me levanto y funciona, sigo. Subir al escenario no es lo mismo con mi edad que con 30 o 40 años. No te mueves de la misma manera pero sí que es interesante ver cómo el cuerpo va transformándose.
–La importancia de mantenerse activo.
–Y sirve para despejar... Muchas mentes estarían más relajadas si su cuerpo se moviera más, ya que es un generador de buena energía y limpieza.
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