Si le buscan, le encontrarán en el teatro. «El cine para mí es castellano antiguo en España ya», reconoce con sorna Sergio Peris-Mencheta. Está convencido de que es el precio que ha tenido que pagar por atreverse a dirigir siendo un rostro popular de ... la pantalla ('Al salir de clase', 'Isabel', 'Los Borgia', 'Luz de domingo'...). En este país, lamenta, «hay miedo a lo polifacético». Pero él no tiene ese recelo. Peris-Mencheta quiere contar las historias que le apetecen y como le apetecen, y en Málaga lo hará por partida doble en el 36 Festival de Teatro. Dos obras que retratan su personalidad como director: por un lado, la comedia existencialista '¿Quién es el señor Schmitt?' (12 y 13 de enero); por otro, el musical-cabaret sobre la historia del capitalismo 'Lehman trilogy' (23 y 24 de enero).
–Como director se permite hacer lo que como actor no puede. Es decir, lo que le da la gana.
–Tal cual. Puedo contar las historias que me apetecen y como me apetecen. Soy actor, sé lo que es, y por eso intento que ellos también participen del hecho creativo, porque muchas veces en este país se margina al actor en este sentido.
–¿Se siente como un actor que dirige o como un director que actúa?
–Las dos cosas. Soy un actor que dirige y un director que tiene la oportunidad de actuar. Empecé a dirigir y a actuar a la vez, lo que pasa es que me gané la vida como actor durante muchos años y en este país hay miedo a lo polifacético. Y a mí también me daba ese pudor de cuando sabes que no es bien recibido tirar faltas y pararlas. Por eso me tomé mi tiempo para ponerme a dirigir en serio. Pero de un tiempo a esta parte, he encontrado a mi director, al profesional, al que sabe que con cada montaje se la juega un poco. Y en esa andadura voy.
–Entonces, ¿hay miedo a la persona polifacética?
–No sé si miedo o rechazo, pero es algo muy nuestro, porque fuera de aquí no te encuentras eso. En EE UU el hecho de hacer más de una cosa se entiende como algo que suma.
–Y aquí se convierte en un intruso.
–Hay un sector que te siente así, sí.
–Hace unos años, en este mismo periódico, dijo: «Gracias a prostituir a mi artista en la tele, puedo hacer lo que me da la gana en los escenarios». Sigue en la televisión, ¿se sigue entonces prostituyendo?
–Muchas veces (ríe), porque tienes que comer y tienes que aceptar proyectos que no te interesan nada. Y ahora, encima, los estás aceptando por dos duros porque está cada vez peor pagado. Ya ni siquiera te salen los números en la tele, están bajando los salarios de los actores muchísimo porque las audiencias están ahora muy repartidas. Ya no es que ser actor sea difícil, es que ya no te salen las cuentas ni trabajando.
–¿Qué nos enseña 'Lehman trilogy'?
–Es el currículum de este capitalismo global, de esta crisis de valores, financiera y humana. Lo explica de manera didáctica Stefano Massini y me ha apetecido ponerle música. Lo hemos convertido en una especie de musical, pero no al uso, es casi más un espectáculo entre el cabaret y el circo, con elementos incluso de magia y funambulismo. Al fin y al cabo, se trata de contar una historia que trata sobre el equilibrio inestable, sobre ese lugar donde reposan los fundamentos del capitalismo y donde estamos viendo cómo el ser humano tropieza una y otra vez con la misma piedra. Todo en tono de sátira.
–No debe ser fácil armar un musical con un tema tan árido.
–Es la única manera (ríe). Hacía falta algo que aligerara tanta cifra.
–De crisis sabe mucho. Montó su productora en medio de ella. ¿Era cuestión de arriesgarse o morir?
–El Barco Pirata nace en 2011, en el peor momento de la crisis y, por lo tanto, también en el mejor momento para que lo viejo se eche a un lado y lo nuevo aparezca. Las crisis son momentos estupendos para renovarse. Me quejaba durante muchos años de que no me dejaban mi espacio como actor para proponer, para contar, para tener voz, y la manera de cambiarlo fue tomar la voz.
–En '¿Quién es el señor Schmitt?' también se habla de crisis, en este caso de identidad.
–Habla de la identidad, de cómo me ven los demás, de cómo creo que los demás me ven… Es el viaje de un tipo que va a la deriva desde el momento en el que se entera que los demás no le reconocen como quien es sino como un tal señor Schmitt. Es una comedia existencialista porque realmente te toca cuando menos te lo esperas. La risa es una buena manera de abrir el corazón para que pase el mensaje.
–Tras los casos de Dani Mateo y Willy Toledo, ¿siente que hay una persecución a su profesión como algunos apuntan o eso es exagerar?
–Estamos en un momento muy complicado para abrir la boca y por eso es el momento de abrir la boca, pero sabiendo lo que te juegas. No hace falta ser actor o cómico para tener miedo de lo que está pasando. Nos están haciendo un máster a la sociedad española en libertad de expresión. Cuando alguien que no cobra de ningún miembro del Íbex se suena los mocos con una bandera, lo crucifican. Y Willy Toledo hace años que no trabaja como se merece por expresar sus ideas, por ejercer su derecho como ciudadano y por ejercer parte de lo que tiene que ver con su profesión. El actor no es solamente uno que se hace fotos en la alfombra roja, es un altavoz del tiempo que vive.
Cine americano
–Además de la dirección de estas obras, ¿en qué anda ahora metido?
–Acabo de terminar el rodaje de la quinta parte de 'Rambo' con Silvester Stallone, donde he tenido la oportunidad de ser el villano. Y ahora me voy a EE UU otra vez porque empieza la tercera temporada de la serie 'Snowfall'. Estaré seis meses por ahí ventilándome de Torras y Torros, Voxes, Riveras y Casados.
–¿Y esa llamada del cine americano? Porque en España hace tiempo que no le vemos en cine.
–Sé de buena tinta que hay directores de cásting que no me llaman porque ahora dirijo teatro. El cine para mí es castellano antiguo en España ya. La última película que hice aquí fue la americana 'Como la vida misma'. Para que yo trabaje en España me tienen que llamar los americanos. Y en televisión, en los últimos productos en los que he estado, me han llamado directores amigos. Hace que no hago un cásting en España… ni me acuerdo el tiempo. Más de dos y de tres años. Ahora mismo el cine lo están haciendo cuatro. Que Antonio de la Torre tenga dos nominaciones al Goya este año es lo mínimo. Me parece un actor estupendo, pero es un poco exagerado que todo lo haga Antonio de la Torre. Y más allá de eso, hay una falta de riesgo por parte de directores y de las propias cadenas, que ahora elaboran los repartos. He tenido la suerte de que me han ido saliendo cosas fuera y eso me ha permitido pagar mi hipoteca.
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Fecha.
12 (20.00 horas) y 13 (19.00 horas) de enero.
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Lugar.
Teatro Cervantes.
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Reparto.
Javier Gutiérrez, Cristina Castaño, Xabier Murua, Quique Fernández y Armando Buika.
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Dirección y versión.
Sergio Peris-Mencheta.
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Entradas.
Entre 9 y 24 euros.
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Fecha.
23 y 24 de enero, a las 20.00 horas.
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Lugar.
Teatro Cervantes.
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Reparto.
Pepe Lorente, Víctor Clavijo, Darío Paso, Litus Ruiz, Aitor Beltrán y Leo Rivera
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Dirección y adaptación.
Sergio Peris-Mencheta.
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Entradas.
Entre 9 y 24 euros.