Rubén Olmo, director del Ballet Nacional: «Tenemos muy poca cultura con nuestra propia danza»

Su obsesión es difundir la danza española, que se conozca: «Porque tenemos muy poca cultura con nuestra propia danza», lamenta. Y apostilla: «No es la rumba ni la sevillana». Ahora la acerca al público con un espectáculo de tintes operísticos y números que remiten a un musical de Broadway: cuenta con un gran montaje escénico que desde el jueves toma forma en las tablas del Teatro Cervantes, dos horas de duración, medio centenar de artistas y hasta 240 piezas de vestuario. No hay que olvidar que buena parte transcurre en la Belle Époque, «el momento más brillante» de la historia reciente.

La Bella Otero, con doble función en Málaga (sábado a las 20.00 horas y domingo a las 19.00 horas), cobra vida en los cuerpos de dos bailarinas referentes de su generación: la joven Patricia Guerrero, Premio Nacional de Danza 2021, y la veterana Maribel Gallardo, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Olmo se nutre así del «magnetismo» de una bailaora que le acompaña desde «jovencita» y de la sólida experiencia de una «grande de España» que le dio la alternativa como primer bailarín del BNE con solo 18 años. Ahora él le tiende la mano a ella: «Que cuente conmigo para seguir pisando escenario y seguir viva en escena es muy importante», admitió Gallardo.

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Pero «una vida no se cuenta solo con un estilo». Y menos la de La Bella Otero, que pasa por un café cantante, un cabaret de París o un casino de Montecarlo, cada lugar con sus músicas y sus bailes. Por eso aquí hay danza bolera, estilizada y flamenco, pero también contemporánea y clásica. «Nos enfrentamos a todo eso», dice Olmo, con «los bailarines más completos» que existen, los del Ballet Nacional.

'La Bella Otero' pone en valor «lo que se sufría antes y se sigue sufriendo ahora» en la danza. A esa mujer del siglo pasado le conectan sus orígenes modestos y esa lucha por ganarse un espacio desde la nada. «Porque forma parte de la vida de todos los artistas, casi todos venimos de barrios humildes», cuenta el que fuera niño de las Tres Mil Viviendas de Sevilla. La suya es una profesión de sacrificios, un mundo «complicado» con «muchos piques y envidias» que obliga a salir de casa muy joven y ensayar durante horas sin ninguna seguridad económica. La estabilidad y los presupuestos del BNE, una de las pocas compañías públicas del país, son la excepción.

Por eso, reclama más apoyo al sector desde las instituciones y también desde la prensa, porque siente que la danza no cuenta con las mismas herramientas que otras disciplinas. «Si no empapelas la ciudad con el espectáculo, si no se hace un tour de medios, no podemos llenar los teatros. Es difícil a no ser que seas el Ballet Nacional», concluye.