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«La idea central consiste en intentar jugar con extremos que parecen contradictorios: el aislamiento individual y su proyección colectiva, la dimensión política de hacer ... algo que parece pequeño como plantar una semilla... Lo íntimo y lo público, lo natural y lo cultural. Descubrir que todo eso está profundamente ligado». Rogelio López Cuenca habla desde su confinamiento en su Nerja natal, donde ha elaborado junto a Elo Vega la propuesta con la que ambos participan en el proyecto 'Artistas en cuarentena', impulsado por una confederación de museos europeos bautizada como L'Internationale y en la que participa, entre otros, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. La iniciativa ha seleccionado a 16 artistas de todo el mundo para que ofrezcan sus visiones sobre la crisis actual motivada por el coronavirus. Cada semana se dan a conocer a través de las redes sociales los trabajos de dos autores y este jueves ha sido el turno de Vega y López Cuenca.
De esa reflexión sobre supuestos contrarios que avanza López Cuenca surge 'Calma urgente. Accionando el freno de emergencia', título que han dado a su pieza: «La idea viene de dos textos de Walter Benjamin. Uno tiene que ver con la reflexión de la revolución como locomotora de la Historia, cuando él se pregunta si no sería más bien, en lugar de un motor, un freno de emergencia: la Historia sería el tren y la revolución, un freno. La otra idea viene de su texto sobre 'el ángel de la Historia', donde un ángel se va viendo arrastrado en un vendaval hacia el futuro, pero va mirando hacia atrás, con la reflexión de que comprender hacia dónde vamos no se entiende más que si miramos hacia atrás. En el contexto actual nos hizo pensar en la plaga de la filoxera y en cómo una sociedad ensimismada en su éxito puede derrumbarse por algo tan inesperado y diminuto».
Y así, de una plaga a otra, de la filoxera que asoló el campo malagueño en el siglo XIX al coronavirus que ha paralizado el mundo en el XXI, López Cuenca y Elo Vega tienden puentes entre el pasado, el presente y el futuro. Ese relato les sirve para criticar el modelo de desarrollo de las últimas décadas, poniendo el foco en dos asuntos concretos: el proyecto planteado para la construcción de un complejo residencial y turístico en Maro y la reforma normativa de la Junta de Andalucía desarrollada durante el estado de alarma que modifica 21 leyes y seis decretos con el argumento de agilizar los trámites burocráticos. «Tenemos la impresión de que la respuesta en un momento de crisis es acelerar en la misma dirección, de una manera zombi, desregulando y liberalizando», denuncia el artista malagueño.
«Nos preocupa que esta situación tan alucinante que estamos viviendo, que algo que nos parece tan propicio para la reflexión acerca de qué es lo que nos ha traído hasta esta situación ofrezca sin embargo reacciones en una dirección que nos parece suicida», lanza López Cuenca. De este modo, el proyecto que ya circula por las redes sociales también denuncia la «actitud defensiva» de los poderes públicos en la crisis actual.
Una alerta planetaria a partir de la cual van a ofrecer sus propuestas, junto a López Cuenca y Vega, los artistas Babi Badalov, Osman Bozkurt, Simnikiwe Buhlungu, Ola Hassanain, Sanja Iveković, Siniša Labrović, Kate Newby, Daniela Ortiz, Zeyno Pekünlü, Maja Smrekar, Isidoro Valcárcel Medina, Guy Woueté, Akram Zaatari y Paweł Żukowski.
Todos ellos han sido seleccionados por la plataforma denominada L'Internationale, compuesta por siete grandes instituciones culturales europeas: la eslovena Moderna Galerija, los españoles Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Museo de Arte Contemporáneo de Cataluña (MACBA), Museum van Hedendaagse Kunst Antwerpen (Bélgica), Muzeum Sztuki Nowoczesnej w Warszawie (Polonia), SALT (Turquía) y Van Abbemuseum (Países Bajos), «que forman equipo junto a dos académicas artísticas HDK-Valand (Gotemburgo, Suecia) y el Colegio Nacional de Arte y Diseño (NCAD, Dublín, Irlanda)», como explican desde el Reina Sofía.
«Lo que estamos viviendo nos ofrece una oportunidad para repensar. En situaciones de más precariedad, la gente se vincula», ofrece López Cuenca antes de añadir: «Los lazos precapitalistas se han demolido de una manera brutal: aquí eres lo que seas capaz de comprar. Cuando vivía en Estados Unidos, una de las cosas que más me impresionaba era que el documento de identidad que te pedían era la tarjeta de crédito. Eso es lo que me da más miedo, porque va a haber un derrumbe del contexto que había dado lugar a esa cultura y la gente no tiene otra referencia».
«Lo único que se mantuvo -sigue López Cuenca- y que ha quedado de aquella crisis de 2008 son los vínculos familiares. Es un experimento bien gordo: no sabemos hasta qué punto el mundo no va a ser como lo hemos conocido y, en este contexto, creo que los militantes ecologistas hemos fracasado a la hora de trasladar algo que se percibe como una especie de gesto de buena voluntad que haces para conversar la naturaleza, como si tú no fueras la naturaleza, no como si fuera una necesidad tan urgente como mantenerte vivo».
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