Marca la pauta del baile y la danza contemporánea desde la fortaleza de su carácter y de sus convicciones, las mismas que le han llevado ... a cosechar una de las trayectorias más laureadas de la escena nacional e internacional. Esas mismas tablas que Rocío Molina (Málaga, 1984) echa de menos desde su hogar y su estudio, instalados en una antigua aceitera situada en un pueblo de la provincia de Sevilla. Allí pasa Molina el estado de alarma provocado por el virus covid-19, aunque, como ella misma advierte «eso de estar tranquila... ni en el confinamiento». El Día Internacional de la Danza que hoy se celebra sirve la excusa para charlar con esta «danzaora» sobre la crisis actual y el incierto futuro que se avecina.
Publicidad
-¿Cómo ha cambiado su rutina con el confinamiento?
-En el campo se está bastante bien. Tenemos sitio en el patio y todo es muy agradable. Intento que no se me olvide que soy bailaora y como tengo la suerte de tener el estudio en casa, todos los días me meto un poquito, pero cada jornada es como un maratón. A las ocho de la mañana estoy en el estudio, porque después el resto del día soy empresaria, que es la parte que menos me gusta. Es todo reuniones, reuniones y más reuniones. Todo el día enganchada a videoconferencias y el resto de la jornada, para la niña (su hija de un año y cuatro meses), que te demanda continuamente. Yo, ni he podido leer un libro ni ver una película ni una serie ni estudiar ni nada. Esa parte del confinamiento no va conmigo (Ríe).
-¿Cómo le está afectando la crisis sanitaria en su faceta de empresaria?
-Cada día cancelamos algo. Llevamos ya unos 25 bolos cancelados, pero la oficina no podemos pararla, porque ahora estamos trabajando en la programación de 2021 y 2022. Por eso, si mi oficina cierra ahora, significa que no sólo no trabajamos hasta diciembre o enero del año que viene, sino que no trabajaríamos ni 2021 ni 2022, que es lo que estamos programando ahora. Está siendo muy, muy difícil.
-¿Qué salida vislumbra a esta situación?
-Eso de 'Todo va a salir bien' no me lo creo mucho. A ver, esta crisis sanitaria es muy, muy dolorosa. Para las personas que estamos sanas, al menos de momento, está siendo como es lógico mucho más llevadero. No quiero ni imaginar las personas que han perdido a seres queridos sin poderlos despedir; pero la parte que me toca, la parte del arte, no va a salir bien. Ojalá me equivoque. Debería ser el momento para que haya una auténtica revolución, pero no nos están mirando y ese es el problema.
Publicidad
-¿Una revolución relacionada con la cultura?
-Sí, con la cultura y con el arte, porque los artistas siempre vivimos revolucionados, pero habría que tomar medidas ahora.
-¿Como cuáles?
-Necesitamos, primero, que se valore el arte, que se entiendan las intermitencias que tenemos en esta profesión. Por ejemplo, yo a veces he parado durante cuatro meses de girar y, como empresa, de ingresar, no porque esté quieta, sino porque estoy ocho horas al día o muchas más de creación en mi casa o en otro espacio que me lo gestiono yo, que lo alquilo yo... Todo lo gestionamos como empresa de forma privada y durante esos meses todo tiene que seguir funcionando. A nivel empresarial también resulta muy complejo. Todo tiene mucha autogestión, pero habría que empezar por valorar y entender el arte como una necesidad básica para que la sociedad no enferme y caiga deprimida.
-En ese sentido, durante este confinamiento muchos creadores están aportando sus propuestas de manera gratuita. ¿Confía en que ese gesto tendrá después un retorno por parte del público?
-Eso espero. Cuando estamos mal, ¿a qué recurrimos? A una canción, a una película, a un libro, a un espectáculo... Y si le quitamos eso a la sociedad, vamos a ser una sociedad muy dormida, de poco saber y eso es lo triste. También me da miedo que esto caiga en nuestra contra, porque se entienda que el arte es gratuito. El arte cuesta mucho. Hay muchísimo trabajo y muchísimo esfuerzo detrás de una coreografía de cinco minutos, de un tema de tres minutos... Además, el arte no se puede ver desde el sofá de tu casa, necesitamos la escena, el público, los cuerpos. Y corremos mucho peligro si no se valora y se ayuda. Necesitamos ayuda. Hay compañeros que a día de hoy ni siquiera pueden vivir en sus casas.
Publicidad
-¿Ofrecer contenidos de manera gratuita puede ser contraproducente?
-Claro. Me parece maravillosa la generosidad de todos los artistas que han salido sin miedo. El artista está muy acostumbrado a no tener miedo y a echarse para adelante siempre. No nos ha dado miedo y doy las gracias por todo lo que están aportando para llevar todo esto mejor, pero no olvidemos que el arte no sale de la nada, que hay muchísimo esfuerzo y muchísimas familias detrás. En mi compañía, por ejemplo, somos diez familias que vivimos de esto, donde no sólo está el que canta o el que baila: hay un equipo técnico, uno de producción, asesores, regidores, iluminadores, diseñadores... Son muchas profesiones y eso tiene su valor, igual que vas al supermercado y te cuesta lo que sea una caja de fresas. El arte tiene también valor.
-Charlamos con motivo del Día Internacional de la Danza. Hoy mismo (por ayer, martes) el presidente del Gobierno ha ofrecido un calendario que plantea la apertura de los teatros con un tercio de su aforo a finales de mayo. ¿Cómo se imagina trabajar así?
Publicidad
-No me quiero adelantar. Estoy en un momento de mucha pausa y reflexión, porque no podemos adivinar. Tampoco podemos vivir con el miedo de qué va a pasar. No lo sabemos y no depende de nosotros, así que intento simplemente prepararme para los cambios que van a venir. Estoy en 'modo silencio'. Me cuesta manifestarme y no estoy tan creativa. Estoy muy nublada por toda esta situación.
-¿No es de las que ha encontrado inspiración en estos momentos?
-No, no... Para nada. Para mí es difícil sentirme inspirada. Se pueden hacer muchas cosas para seguir manteniendo el escaparate o por pura necesidad, pero no estoy en un momento creativo, porque me impacta mucho todo lo que está pasando. No me paralizo, pero sí me pauso.
Publicidad
-¿Cambiará esta crisis los valores de la sociedad?
-Debería. Nos lo está diciendo el planeta entero. Aquí, en el campo, es alucinante cómo ha cambiado el cielo, el color... La Tierra nos está agradeciendo este respiro y nosotros deberíamos saber aprovecharlo y no seguir alimentando el ego ni el capitalismo ni esa destrucción y autodestrucción masiva. Cuando todo vuelva, espero que se hayan aprendido algunas cositas.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.