Salvador Salas

Ricardo Darín: «En España la gente es muy respetuosa a pesar de que ustedes no lo crean»

El actor argentino se instala dos semanas en el Teatro del Soho con 'Escenas de la vida conyugal'. Antes de su estreno, el intérprete conversa del oficio, el matrimonio, la revolución de la mujer y hasta la guerra

Miércoles, 11 de mayo 2022

Hablar con Ricardo Darín tiene algo de hipnótico entre la cadencia de su acento argentino y esos ojos claros que sostienen la mirada. Hoy, además, se ha levantado «muy parlanchín». Y los diez minutos previstos de entrevista se prolongan hasta los 30, con un café ... que sorbe sin prisas mientras conversa de su oficio, de los aprendizajes de la pandemia, de la revolución de la mujer («Hace rato que tenía que haber ocurrido»), del «mandato» del matrimonio y hasta de la «barbarie» de Rusia en Ucrania. De todo. Por extraño que parezca no es el cine el que le trae a Málaga. El actor reafirma su idilio con las tablas con 'Escenas de la vida conyugal', la versión teatral del clásico de Ingmar Bergman que protagoniza junto a Andrea Pietra. Tras «varios intentos frustrados» por el coronavirus, la obra levanta el telón del Teatro del Soho CaixaBank hasta el 22 de mayo, de miércoles a domingo. Una estancia que permite a Darín hacer lo que más le gusta de las giras: «caminar por las ciudades». Y esta, asegura, «es bellísima». Quizás repita pronto. «Me han invitado ya varias veces. ¡Ya voy a venir!», promete sobre el Festival de Málaga.

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-Este regreso a las tablas, ¿es una necesidad vital, un capricho o ambas cosas?

-Capricho no. Simplemente es que no puedo vivir sin hacer teatro. A pesar de que a la gente le cueste entenderlo por el glamour del cine, la metodología de trabajo en el cine es tan parcializada que uno nunca está frente a la obra, estás aportando pequeñas porciones para que luego unos señores lo junten todo y nos cuenten una historia. El teatro es de los actores y cuando se levanta el telón no hay quien se pueda meter ahí, más que nosotros. Eso es lo que a mí me gusta. Y el ejercicio del teatro a mí me ordena, es mi regulador.

-Le ancla a tierra.

-No sé, yo estoy bastante anclado a tierra. No. A mí me ordena, me organiza el día. Ya sé que tengo función a las ocho.

-Los rodajes son más caóticos.

-Claro, puede pasar cualquier cosa.

-El cine, ¿no es entonces tan glamuroso como parece?

-Es glamuroso terminado, cuando lo vemos, pero no lo es tanto hacerlo. Está tan subdividido en tantas tomas, planos, escenas… Es muy lindo realizar cine, pero para el actor no es lo más placentero.

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«A pesar de que a la gente le cueste entenderlo por el glamour del cine, no puedo vivir sin teatro»

-A estas alturas, ¿qué le motiva?, ¿algo que le divierte o que le supone un desafío?

-Que me pegue en el estómago por algún motivo, ya sea porque me divierte, porque me entretiene o porque me golpea. Pero que me pegue. No me involucro demasiado con cosas porque quedan bien, tienen que ser cosas que me movilicen por algún motivo. Pero nada extraordinario, puede ser una buena comedia. Los diálogos tienen mucha injerencia en la elección, que sean inteligentes, reales, creíbles.

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-Este parón obligado, ¿le ha aportado algo?

-Muchísimo, de todo, de nuestra especie. Tengo alegrías y decepciones muy grandes. Alegrías en lo personal, en lo familiar y con mis amigos. Existió la oportunidad de hacer una especie de intento de reflexión hacia dentro para descubrirse uno mismo. Para los hombres fue una gran enseñanza el hecho de tener que estar 24 horas al día en la casa y tener que participar en las tareas domésticas, de lo que significa barrer el piso, lavar la ropa, pensar qué se va a comer… Fue una gran oportunidad de enseñanza que no sé si todo el mundo la aprovechó. Yo sí, y sé que mis hijos también. Ha existido la posibilidad de hacer un trabajo sobre la tolerancia y las relaciones humanas.

-¿Usted ha evolucionado con el tiempo en su percepción de la mujer?, ¿ha tenido que aprender a ser feminista?

-Sí. No hay que ser demasiado inteligente para reconocer que los pilares de la construcción de las distintas sociedades han sido muy machistas. Todo esto que está ocurriendo, esta especie de mal llamada revolución, en función de recuperación de derechos de la mujer, hace rato que tenía que haber ocurrido. De hecho, si hubiéramos escuchado a algunas 'genias' de la historia, esto hubiera ocurrido antes. Este es un momento bisagra. Todo cambio en las sociedades viene con una gran fuerza de un lado y una reacción del otro lado que puede ser susto a no saber cómo acomodarse, y necesariamente después se tiene que encontrar un punto de equilibrio.

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«Yo soy hijo de un matrimonio que se separó y yo formé parte activa de esa separación»

-Después de haber sido Juan una y otra vez, ¿qué enseñanza sobre el matrimonio extrae de Bergman?

-No sé si él se puso en la cabeza la idea de enseñar nada. Lo que él hace es más descarnado, es no tener el pudor de mostrar las vísceras de lo que ocurre por ahí dentro. Es una crítica salvaje a la estructura matrimonial apoyada en lo que dicen las madres, los padres, los familiares, los amigos. Pero tiene el salvoconducto del amor: si existe amor entre dos personas, él lo salva y lo recupera. Hay como una especie de sensación generalizada de que en aras de la preservación del matrimonio uno tiene que soportar cualquier cosa. No. Esto lo hemos venido heredando como otros tantos mandatos que provienen de las religiones o de las estructuras férreas sociales.

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-Aunque hay que seguir creyendo en el compromiso entre dos personas.

-Sí, pero el compromiso no puede provenir de ninguna otra cosa que no sea del amor entre dos personas. La parte romántica es fantástica, pero uno empieza a descubrir quién es realmente la otra persona con el transcurrir del tiempo. Y ¿qué hacemos?, ¿me quedo ahí como si tuviera cuatro vidas por delante? Yo soy hijo de un matrimonio que se separó y yo formé parte activa de esa separación. Cuando tenía 12 años me enfrenté a mi padre y le dije: creo que os tenéis que separar.

-¿No le traumatizó?

-No, no daba para más. Ya estaba siendo malo, para qué esperar que sea peor. Muchos matrimonios se quedan juntos por los niños, y creen que los niños no perciben nada o no sufren nada.

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«Nos estamos acostumbrando a la barbarie con una naturalidad espantosa, estamos narcotizados»

-Hace tiempo que se le espera en el Festival de Málaga, que ahora ha estrechado lazos con Latinoamérica. ¿Le veremos por aquí?

-Alguna vez voy a poder venir. Pero nunca depende solamente de uno. A veces estás subido a unas agendas, rodando, de giras… Me han invitado ya varias veces. ¡Ya voy a venir!

-Además, usted es un puente entre ambas culturas. Después de 16 años con la nacionalidad española, ¿se siente ya como uno más de este país?

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-No, todavía no he logrado eso y creo que nunca lo voy a lograr, porque me parece que tampoco correspondería. Yo respeto mucho a los españoles, disfruto de la idiosincrasia de cada región, de las diferencias y puntos en común que tienen los del norte con los del sur. Más ahora que estoy cubriendo zonas de España que no conocía, porque Andalucía la había tocado de forma tangencial. Estoy empezando a tener un mapa más completo de cada uno de los lugares. Pero soy profundamente argentino de una argentinidad que no sé si existe todavía. Desde que llegué a España hace más de 20 años, por la calle la gente me trata como si fuera de la familia. Y yo me entrego a eso, me encanta. Sobre todo porque en España la gente es muy respetuosa a pesar de que ustedes no lo sepan o no lo crean. Los argentinos somos invasores, en el mejor de los sentidos.

-Llega a una Europa en guerra, ¿cómo se ve el conflicto desde Argentina? ¿resulta muy lejano?

-No te puedo hablar como Argentina, yo lo vivo a mi manera y no todo el mundo lo vive de la misma forma. Nosotros vivimos en el culo del mundo y a veces eso nos hace creer que estamos amparados ante lo que ocurre en el mundo, pero yo no lo veo así. Nos estamos acostumbrando a la barbarie con una naturalidad espantosa, me llama mucho la atención la falta de reacción. Estamos narcotizados, estamos dormidos en muchos sentidos. Estoy horrorizado con lo que está ocurriendo y con los análisis que se hacen de lo que está ocurriendo. Estoy horrorizado con que crean que las sanciones financieras van a ser suficientes. No lo puedo creer. Me gustaría saber qué opinarían los mismos que dicen ese tipo de cosas si es su familia la que está en juego, si el misil cae sobre su casa.

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