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Ñito Salas | Vídeo: Daniel Maldonado

La revolución de Foyone, el rapero de Portada Alta con un millón de escuchas

Acompañamos a Pedro Navarro en un paseo por su barrio. Allí, junto al productor Sceno, ha gestado durante los dos últimos años 'Demoni', el disco más experimental de la escena

Domingo, 5 de mayo 2024, 00:48

Apareció en estas páginas por primera vez hace diez años. Entonces empezaba a hacerse un nombre con su rap sin corte, unas rimas afiladas que lanzaba con rabia a la cámara. Ese día celebraba la gesta de contar con 7.000 seguidores en Twitter. Ahora son 47.000 en la nueva red X pero, además, se han sumado 243.000 en Instagram, 437.000 suscriptores en Youtube y un millón de oyentes mensuales en Spotify. «En esencia soy el mismo, pero sí se cambia, se aprende y se evoluciona», analiza Pedro Navarro (Málaga, 1991), alias Foyone, mientras recorremos los pocos metros y diez minutos a pie que separan su piso de su estudio. Todo sin salir de Portada Alta, su barrio de toda la vida y el lugar que le ancla a tierra. Por el camino le saluda una vecina, le reconocen unos chavales en bici («¡El Foyone!», gritan) y se cruza con su madre. Es el auténtico «Foyone en la casa», esa frase que repite como mantra personal en sus letras.

Foyone reaparece tras dos años prácticamente desaparecido. Se quitó de en medio a finales de 2021 después de lanzar un bombazo: su #RapSinCorte número 50 rodeado de la crema del rap español. En ese tema que hizo historia, el mismísimo Kase O. se refería a él y al productor Sceno, su fiel aliado, como las «leyendas del underground». Porque de ahí vienen, de la calle y de los circuitos alternativos, pero acaban de dar el salto hacia otro lugar. Juntos, en ese estudio perfectamente acondicionado que comparten en un bajo del barrio, han dado forma a su particular revolución. «No hay un precedente en España de algo tan experimental», dijo hace unos días Rayden, otro veterano de la escena.

Ese algo es 'Demoni', un disco conceptual que bebe del hip hop de la West Coast de los Estados Unidos, con referencias como Kendrick Lamar y SchoolBoy Q. Hay toques jazzísticos, coros gospel y una mezcla de instrumentos que rompen radicalmente con el sonido anterior. Es inevitable pensar en los golpes de efecto de otros artistas nacionales como Rosalía y C. Tangana, pero también hay guiños a Estopa. «Nos hemos criado escuchándolos», admite. Y el impacto ha sido mayúsculo. La crítica y buena parte del público aplauden al renovado Foyone. «La vida te lleva a ir cambiando y a darte cuenta de que a lo mejor estás equivocado con ciertas suposiciones. Y lo más sincero es reflejarlo en tu música. Yo no pretendo vender una imagen de alguien que no soy. Podría seguir haciendo rap como cuando empecé, con ese odio y ese enfado hacia el mundo, pero no lo veo sincero. Cada cosa tiene su momento», admite con sinceridad.

Pero toda acción genera una reacción en sentido inverso y no faltan quienes cuestionan en las redes su giro. «Siempre hay alguien que te va a decir que le gustaba más lo que hacías antes: pues escucha lo que hacía antes, que ahí está y disfrútalo. No hay drama». Y parece sincero, no transmite enfado, sino tranquilidad y seguridad en su proyecto. Por eso, a quienes puedan pensar que se ha 'vendido' a la industria les dice con calma: «Hay más de comercial en repetir fórmulas y seguir mostrando ciertos sentimientos que no tienes pero que sabes que es lo que tu público quiere que muestres, que en probar cosas nuevas».

'Demoni' es un juego de palabras, una combinación de ese demonio interior que llevamos dentro y el 'money' que todo lo mueve. Porque el disco va de eso, de cómo «esa búsqueda del dinero, la fama y el éxito te lleva a una carrera que nunca termina (...) Idealizamos el conseguir dinero y tener éxito sin muchas veces ver la otra cara de todo el sacrificio que tienes que hacer, de cómo vas dejando de ver a tu familia ¿Merece la pena?», cuestiona.

«No pretendo vender una imagen de alguien que no soy. Podría seguir haciendo rap como cuando empecé, pero no lo veo sincero»

Él también se ha hecho esa pregunta. «He notado que en ciertos momentos de mi vida he puesto la música por delante de mi familia y de pasar buenos ratos con mi gente», reconoce. Habla con admiración de sus padres, de su madre Ana, dependienta de zapatos en una tienda del Centro hasta «la desaparición de los negocios tradicionales»; y de su padre Pedro, buzo del Puerto. Recuerda que le llamaban a casa de madrugada, cuando llegaban los petroleros a Málaga, «y él se iba, se ponía el traje y les enchufaba la manguera». Pero cuando se redujo la actividad, «también le cortaron». Su padre murió cuando él era un adolescente. «Y eso marca». Pero tuvo todo el cariño de los suyos para superarlo.

Por eso, cuando echa la vista atrás recuerda una infancia feliz en un barrio «lleno de niños» en las calles. Una barriada de gente obrera y trabajadora donde las viviendas sociales y los bloques altos de ladrillo visto conviven con coquetas casas matas y las nuevas construcciones de la expansión de Teatinos. Justo mientras hablamos de aquellos tiempos pasamos junto a un solar y Pedro sonríe con picardía. «No sé si debería decirlo o no…». No hay que insistirle mucho, lo dice: «Ahora lo han tirado, pero esto era un puticlub. Siempre me acuerdo que llamábamos y echábamos a correr, ya sabes, haciendo trastadas en el barrio». También en esta zona se estrenó en el grafiti, su primer contacto con la cultura hip hop. «Pues este muro está lleno. ¿Aquí pintabas?», le pregunto. «¡No! Que justo ahí vive mi madre», exclama señalando al bloque de al lado. Y llegamos al estudio.

Ñito Salas

Volvemos entonces a la pregunta clave: ¿Vale todo la pena por el éxito? «Hay que tener cierto equilibrio. Vivimos en una sociedad en la que el dinero es necesario y tenemos que ir detrás de eso, pero dando valor a lo que realmente importa». Y entre esas cosas, ahora más que nunca, está la salud mental. No le preocupa mostrarse vulnerable, porque esas cosas «cuando se ocultan se van enquistando». Y ya no es como antes, «que te mostrabas débil si decías que tenías una depresión». Hay que hablarlo con normalidad, «sin tabúes», y por eso lo admite: «Por 2017 tuve un pico chungo», se sincera. «De tanto darle vuelta al cerebro, se te funde y te pegas una temporada en esa madriguera de Alicia, pero gracias a dios estamos aquí hoy bien».

De sobra es conocida su afición por los temas paranormales, por las tesis conspiranoicas y su conexión reptiliana, una teoría de la ufología que habla de supuestos reptiles humanoides. De hecho, Foyone se hizo viral con esa frase que decía «Hola humano, estás hablando con el reptiliano» del #RapSinCorte VII. «Para mí el mundo no es ese lugar estándar que es para el resto de la gente. Siempre he pensando que tiene que haber algo más». Pero aclara: «Cuando hablo de reptilianos no es que yo diga que me quito la piel y hay un lagarto. Es una especie de metáfora sobre ciertas personas de la élite que pierden la humanidad y tienen la sangre fría».

También tira de metáforas en 'Demoni' con esas referencias a la religión católica y a sus símbolos. «Es en lo que me han educado, lo he vivido desde chico con mi abuela». Pero su dios no es un «hombre con barba en lo alto de la nube» ni su demonio lleva cuernos, son una alusión a «lo bueno y lo malo que hay dentro de cada persona».

–Entonces, ¿quién es tu dios?

–¿Mi dios? No sé, no creo que sea una persona. Mi dios vive dentro de mí y en las personas que me rodean. Aquí en el barrio, en los pájaros que cantan, en mi madre y mi vecina. Y en mi música intento que viva también un poquito.

'Demoni' es, de momento, su escalera al cielo de la industria. «Un disco que creo que deben escuchar las personas a las que les gusta la música más allá de los raperos. Un disco arriesgado en el que hemos hecho lo que hemos querido», reivindica. Un trabajo en el que él y Sceno han invertido dos años y casi 100.000 euros en costes, y que ahora estudian cómo traducir al directo, con tanta instrumentación y una estética propia. «Porque el proyecto no solo se queda en la música, abarca lo visual. Queríamos que acompañara bien a la música. No queríamos hacer los videoclips en el bloque rapeando sino que buscábamos darle un sentido, un simbolismo a la imagen y nos apoyamos en la ropa, en el 'look' y en el ambiente». Una sorpresa que se destapará con el inicio del Demoni Tour en casa, el 19 de octubre en la Sala París 15.

Pero en las distancias cortas es el mismo Foyone de siempre, un rapero sin cadenas de oro, ni piercings, ni tatuajes; y un tipo cercano y sencillo. «Cuando haces música hay ciertas licencias, pero no hay que dejarse comer por el personaje. Hay muchas personas que en el momento que empiezan a ver que tienen un poquito más de esto y de lo otro, se les sube a la cabeza y pueden desconectar de su entorno y de su mundo. Igual por eso sigo viviendo donde siempre», concluye.

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