Un sofá a modo de recibidor en la segunda planta, telares formando una estructura a modo de cabaña en la entradita, las ventanas y sus cristales decorados con papel celofán reciclado bailando al ritmo de una sutil brisa que entra por las rendijas, una enorme ... medusa de plásticos flotando al fondo del pasillo y habitaciones en las que se teje una historia común, aunque muy heterogénea al fin y al cabo. Los creadores de La Térmica en esta última convocatoria han pasado dos meses de convivencia en espacios individuales en este histórico y romántico edificio, convirtiendo habitaciones contiguas y completamente vacías en una obra de arte que se expresa por sí sola.
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En total, cinco proyectos invdividuales y uno colectivo de dos artistas argentinas fueron los seleccionados en esta octava edición para vivir la experiencia «a modo de Gran Hermano», aunque en esta ocasión sin nominaciones ni confesiones entre lágrimas a una voz en off. ¿Su única vía de expresión? El arte, con el fin de reivindicar, de mostrar una realidad del otro lado del charco, de recordar, de escarbar en la memoria, de sacar a la luz o de esconder en ella. Como conclusión: estos creadores han logrado su cometido y hoy se podrá visitar de forma libre a partir de las 18.00 horas.
La primera de las estancias la ocupa la diseñadora de moda y artista Carol Cherubini, de Sao Paulo, que muestra contundente un andamio y su estructura completamente rodeada con telas de distintos colores, grosores, formatos y estilos. 'Pouso' es un recuerdo de la infancia e incluso el reflejo de la realidad de muchas «moradas de Brasil», donde se entrelaza la tradición y el arraigo. Sin embargo, esta artista no se centra sólo en su tierra natal, y es que observando los edificios de Málaga y sus toldos encontró un patrón común de rayas gruesas y coloridas que también ha incluido en su obra.
En la contigua, el artista visual Juani Cabruja, de Argentina, nos sumerge en su universo particular en el que ha estudiado con lupa la luz y sus variaciones, sus formas, refracción y reflexión, consiguiendo al usar grandes telares que esta se refleje de una forma amable y pausada, creando un ambiente en el que el color es el protagonista de la estancia. Lo define realmente como «espiritual», pues la sensación que transmite su 'Templo Uvae', el 'Tótem de afecto' y su 'cuadro-pintura', creado exclusivamente con luces led, habla mucho de introspección.
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El malagueño Javier Hirschfeld vuelve a casa en verano para expandir su proyecto en una burbuja de creatividad, aunque la ciudad no sea desconocida para él. Este artista, fotógrafo y gestor cultural, lleva viviendo en Londres desde hace cinco años (aunque desde 2004 hasta 2011 también hizo de esta tierra su hogar), allí estudió Historia del Arte y su trabajo fin de grado es ahora su exposición. Encontró en esta convocatoria una forma romántica de volver a casa, pero presentando un proyecto de mucha indagación y reflexión.
'Discreet' es una mirada a la fotografía, primero desde las 'carte de visite', patentadas en París en 1854, hasta las imágenes que encuentra en perfiles de apps de ligar, como Tinder o Grindr. Sobre las primeras, Hirschfeld explica que se utilizaban a partir de 1860 para crear vínculos entre la alta sociedad francesa, quienes imprimían sobre cartón pequeños retratos que, más tarde, otros colocarían en sus álbumes caseros. De hecho, esta tradición era motivo de reunión en muchas ocasiones y más que familiar tenía un contexto muy social. Por ello, tomando como punto de partida estas pequeñas imágenes, que el artista adquirió en un mercadillo de París y en Ebay, crea un diálogo entre la fotografía del siglo XIX y la del XXI, utilizando las aplicaciones para investigar sus conexiones. Pone de relieve, además, «el capitalismo emocional y de vigilancia» que ejercen sobre las personas estas redes sociales y utiliza, para encauzar otro proyecto, las imágenes en las que los usuarios de las aplicaciones se tapan el rostro usando emoticonos, tachones en cualquier color, mostrando sólo su torso o dándose a conocer con imágenes de viajes o paisajes.
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A su lado, pared con pared, Bernat Puig explica su obra con pasión y garra. Mediante la técnica del 'strappo' este artista catalán traslada la pintura de las paredes de hogares ya abandonados a un lienzo, para crear un vínculo con el pasado y la historia de las casas. Puig vive desde hace 10 años en Konvent, una antigua fábrica textil en los Pirineos catalanes que se ha convertido desde hace 20 en un proyecto cultural autogestionado en el que habitan 30 personas. Con el fin de rehabilitar el edificio y vivir en él, además de realizar allí todo tipo de expresiones artísticas, como exposiciones o conciertos, este creador quiso reparar esas paredes de su nuevo hogar y, para no olvidar su esencia, plasmarlas en lienzos. De hecho, algunos de los telares expuestos son trozos de murales de Konvent.
Lo curioso es que durante su estancia en Málaga ha hecho lo propio y en Campanillas, donde encontró una casa abandonada, ha podido reproducir en lienzo algunas de las paredes de ese antiguo hogar.
Las últimas en el estrecho pasillo del arte son las argentinas Romina Gutiérrez y Agustina Viazzy, y juntas forman el colectivo Wichuña. Estas creadoras basan su obra en la reivindicación desde una forma muy particular: los residuos plásticos, que son tan contaminantes y dañinos para el ecosistema, habitan en nuestro día a día y pasamos delante de ellos con indiferencia. La mirada de estas experimentadoras textiles llega más allá y mezclan el plástico con la creatividad y la creación, sumándolo al reciclaje para incidir en la idea de la costura como tradición milenaria. Por ejemplo, han creado cestos con los telares de las obras de edificios o residuos plásticos que se encuentran en la calle, como cordones o cintas.
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En otra habitación, mucho más espaciada, grande y luminosa, la israleí Gal Levinson ensaya su perfomance 'Con unos jeans y una mirada', un espectáculo teatralizado mediante la danza en el que explica el proceso de usar vaqueros, de cómo estos moldean y aprietan la figura hasta el agote. De hecho, en su performance su cuerpo como bailarina adquiere el mismo protagonismo que los pantalones o la ropa que usa para crear la pieza, en la que realiza también una reflexión en torno al cuerpo, la sexualización de la mujer o el erotismo impuesto. Sus pausas en el proceso son parte de esa reflexión.
Desde luego, su vínculo más fuerte en estos dos meses han sido las ganas colectivas de indagar en nuevos lenguajes, de crear juntos y, sobre todo, de formar una comunidad de amigos que apoyen esta labor artística.
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