Ñito Salas

La reinvención de Eazyboi, el rapero de Rincón que empezó tatuando y ahora conduce un Lexus

El músico antes conocido como Easy-S regresa con nuevo nombre y nuevo disco, 'Ascari'. Ya le escuchan más de medio millón de oyentes al mes

Lunes, 3 de marzo 2025, 00:08

A primera vista responde a todas las reglas del 'fronteo', ese chuleo que acompaña casi por definición a la música urbana. Lleva al cuello un ... collar de moissanita que brilla cada vez que se mueve, viste una chaqueta negra de Grimey muy 'streetwear' y mantiene una actitud distante. Su oficio se detecta a la legua. Pero detrás de esa fachada hay un joven con las ideas muy claras, un currante del hip hop desde las bases que ha conseguido hacer la música que quiere. Ser el menor de seis en una familia trabajadora de Rincón de la Victoria imprime carácter. Se llama Isidro Ramos, Isi para los amigos, Easy-S para la escena musical. Hasta ahora. El rapero malagueño reaparece como Eazyboi, un nombre más compacto y 'googleable' con el que lanza 'Ascari', su segundo disco. El también miembro del colectivo Space Hammurabi –junto a raperos como Delaossa y Raggio– lo presentará el 10 de mayo en la Sala París 15.

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Nos citamos en Quartier, el local de tatuajes, piercings y barbería que tiene en el centro de Rincón de la Victoria. Lo abrió con 22 años, hoy tiene 31. Aquí empezó todo, porque aunque siempre ha rapeado, fue marcando la piel de los demás como pudo pagarse las horas en el estudio grabando y produciendo. «Tatuaba en un piso de ahí (dice señalando al frente), totalmente ilegal. Se corrió la voz en el barrio y había mucha gente subiendo y bajando todo el tiempo. Parecía que era un punto de drogas más que un estudio de tatuaje. Y tuve que profesionalizarlo», cuenta. Un «embolao». Siendo un veinteañero, tenía un negocio propio al que se iban sumando personas a su cargo y muchos gastos. «Y pasaba muchas horas aquí, la gente lo ha visto, muchos días a las doce de la noche estaba esto todavía encendido».

Lo rapea en uno de los temas más personales de 'Ascari': «Estuvimos a punto de abandonar, / a punto de perder, / sin ganas de respirar, con miedo a quedarme de pie y volver a intentarlo, / miedo a fallar, miedo a subir, miedo a lograrlo, / mama llora porque el banco llama con embargo. (...) Aquí nada llegó solo por la suerte / hay gente esperando pa'verte / sigo subiendo peldaños y estamos donde queríamos estar / solo compito conmigo imposible que nadie nos pueda bajar». No se equivoca. Aquel chico que empezó tatuando en un piso conduce hoy un Lexus, tiene más de medio millón de oyentes en Spotifty y un segundo disco en el mercado.

Eazyboi, en Quartier, su local de tatuajes y barbería en el centro del Rincón de la Victoria. Ñito Salas

Su economía, además, no depende directamente de la música, una independencia que le permite hacer lo que le apetece y, como en este caso, lanzar del tirón 20 cortes tras dos años de silencio. «Por suerte, entre los negocios como este –tiene un segundo punto de tatuajes en el centro de Málaga– y eventos que hago, intento buscarme las papas fuera de la música para no tener que hacer las canciones en base a los gustos de la gente o del gusto comercial de la radio», asegura.

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En 'Ascari' une sus dos pasiones, el hip hop y los coches. Una asociación que le viene de la infancia, de cuando jugaba al 'Need for Speed' donde la velocidad aumenta a golpe de rap. Dice que más allá de los cambios de ritmos y las curvas que deben sortear, ambos mundos comparten «un formato un poco macarra y no demasiado correcto». Así es su rap.

«Está bien que haya música incorrecta para que la gente tenga ese espacio para soltar un poco. Así luego no hacen barbaridades en la vida real»

En la música se permite expresarse de forma directa, sin filtros. «Algo que contigo en una entrevista me cortaría un poco o intentaría decírtelo de manera que tú no te ofendieras, en mi música no pasa», aclara. Las suyas son rimas para desfogar, «música para entrenar, para tener una vía de escape». «Está bien que haya música incorrecta para que la gente tenga ese espacio para soltar un poco. Así dejas la violencia y las ganas de liarla un poco a los ratos con la música y luego no haces barbaridades en la vida real», argumenta. Entiende la cancelación por actitudes «en las redes sociales o en la vida real», pero no por un contenido explícito en cualquier expresión artística.

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En sus canciones, con una fuerte influencia del rap norteamericano, hay un punto de agresividad y chuleo, pero también hay superación y amistad. Y no faltan las referencias al dinero y a las drogas. Él se define como un tipo «ordenado», le gusta despertarse temprano, hacer deportes y comer bien. «A mí la época de las fiestas se me ha pasado», afirma. Pero admite que ese es el ambiente en el que se mueve la música. «Por la noche lo que tenemos es festivales, conciertos y un montón de eventos en los que lo normal es beber alcohol y ver a gente drogándose. Cuando uno es joven y ves que tus ídolos se drogan, no es tan fácil de gestionar», reconoce. En su opinión, mucho de eso viene de la inseguridad, «del miedo a salir al escenario». «El alcohol te permite desinhibirte un poco, pero como uno da mejor un concierto es totalmente sobrio, yo ya lo he comprobado», se sincera. Y los tratos, advierte, «se hacen el lunes por la mañana, el sábado por la noche lo que tienes es una conversación con un pibe que te promete una cosa que no va a pasar».

«Los tratos se hacen el lunes por la mañana, el sábado por la noche lo que tienes es una conversación con un pibe que te promete una cosa que no va a pasar»

El Rincón y la familia le sirven de «toma de tierra». Habla con admiración de sus padres, él albañil primero y operario del gas después; y ella, auxiliar de enfermería. Cuenta que la primera vez que salió de Málaga fue por la música porque en su casa no había para muchos lujos, pero nunca le faltó de nada. «Todo lo bien que pudieron hacerlo, lo hicieron», les reconoce. El primer concierto al que fueron a verle sus padres fue el año pasado, en Málaga Forum, un recinto al aire libre y con un ambiente más relajado que una sala. «Y les gustó mucho la experiencia». Constataron por sí mismos que esto «era viable, que se podía».

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