Lo que en teoría debía haber sido una fiesta de postín casi se convierte en un dramón de postal. El Festival de Eurovisión vivió este sábado una noche muy loca, y no sólo porque uno saliera en taparrabos. Irreprochable en su realización técnica, sus iluminaciones ... imposibles o ese abrir las aguas del escenario para dejar ver a las delegaciones, lo no previsto fue lo que por poco se lleva por delante esta celebración multitudinaria. Minutos antes de iniciarse el cotarro nadie, ni los 'eurofans' más selectos, alcanzaba a predecir si la final acabaría como la casa de 'Tócame Roque'. Allí tocar, ya no toca casi nadie: ahora lo que se valora, claro, es la calidad vocal, la puesta en escena, las 'performances'. Lo que no augurábamos es que nuestra Mery iba a estar tan guay, ni que el 'show' lo iba a montar la propia organización de Malmö 2024. De tanto hacerse los suecos con el espinoso asunto de la participación de Israel en este año, a la UER (o EBU en inglés), su cínica permisividad, su doble rasero (véase lo que pasó con Rusia), o su postizo y forzado 'apoliticismo', casi le lleva a la desafección total. La sospechosa eliminación previa de Países Bajos, con la candidatura más rara y por ello más europeísta, fue la gota que colmó un vaso a pique de inundarlo todo. Al final, casi de chiripa, el mal rollo circundante al evento pudo encapsularse, haciendo de tripas corazón gracias a la profesionalidad de los artistas y a tragar mucha quina. Fueron acalladas muchas voces que reclamaban la paz, sí, y también algunos abucheos. Pero nada pudo hacerse para evitar que, además del «Soy más zorra todavía», el estadio clamara contra el productor Martin Österdahl, que se llevó una sonora pitada. Al final, y tras unas votaciones que salvo lo de Nebulossa parecían del todo inciertas, Eurovisión se libró de una posible malversación propagandística de sus resultados y Suiza se convirtió en justa y neutral ganadora, con esa vertiginosa 'The code' que hizo a Nemo anular cualquier caballo de Troya submarino. Vencedor y salvadora, sin género de dudas.
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