Está claro que Juan Antonio Vigar sonríe bajo la mascarilla. Ñito Salas

Reconstrucción

LÍNEA DE FUGA ·

Abren los teatros municipales y los cines. Incluso el Museo de Málaga regresa, recordando que las cosas del palacio de la Aduana van despacio

Domingo, 21 de junio 2020, 02:10

Entre las vaguedades que han hecho fortuna estas semanas una sostiene que con la mascarilla puesta apenas puede apreciarse el estado de ánimo de quien la lleva. Y será por las ganas de verle, pero cuesta poco imaginar la sonrisa bajo el humilde modelo quirúrgico que luce Juan Antonio Vigar, sentado en una de las butacas de Echegaray, posando paciente para Ñito Salas, que no es fotógrafo, sino pintor, aunque ese es otro tema. Ha sido ver la foto de Vigar y sentir de inmediato el impulso de darle un abrazo propio del siglo primero a. C. (antes del coronavirus), lo que viene a confirmar el barrunte de que los aprensivos no nos hemos vuelto con la pandemia seres todavía más ariscos y esquivos, sino que la enfermedad ha servido para apuntalar la economía de nuestros afectos.

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Hay otro buen augurio, quizá más íntimo y maniático en la foto de Vigar. Su camisa clara. En casa hemos acuñado el tono 'Azul Vigar' para referirnos a las camisas que suele lucir el director de los teatros Cervantes y Echegaray y del Festival de Málaga. Camisas casi siempre oscuras, con algún pequeño motivo blanco o de color, apenas perceptible desde lejos y definitivo en la distancia corta, como el propio Vigar en su trato, siempre exquisito y sensible, como su manera de gestionar que a mí me recuerda a sus camisas: sin alardes ni estridencias ni afán de protagonismo, pero eficaz y elegante. Porque el Cervantes y el Echegaray fueron de los primeros en hacer de la necesidad virtud para apostar por las compañías locales en ciclos de teatro, música y danza que prometen hacer el verano más llevadero para el público y para los profesionales de la escena local.

Abren los teatros municipales la misma semana que los cines y hasta el Museo de Málaga regresará pasado mañana, casi un mes después que el resto de los museos de la ciudad. Ya sabemos que las cosas del palacio de la Aduana van despacio. 'Cultura apuesta por la mezcla de versos, sonidos y patrimonio', anuncian en la Junta sobre un ciclo en los museos de Málaga y Sevilla y si algo nos han recordado las noches de pandemia es que conviene no mezclar en exceso, que a la mañana siguiente no hay quien ponga en marcha la logística laboral y doméstica. Mezclado, no agitado, el programa de conciertos en la Aduana donde lo mismo cabe José Manuel Soto que Derby Motoreta's Burrito Kachimba, con el oído al borde del 'shock anafiláctico' y las entradas a un precio único de 12 euros que hace valorar más si cabe el espectacular programa de conciertos que se ha marcado el Museo Picasso Málaga para julio y agosto con recitales de gente como Javier Perianes, Jorge Pardo, Ernesto Aurignac o Arturo Serra a 10 euros la butaca. O, a un paseo en coche, el Festival de Jazz de Almuñécar que por las mismas fechas prepara deliciosas mezclas sonoras con Marco Mezquida y Chicuelo, Chano Domínguez y Javier Colina o Pepa Niebla y Andrea Motis. Entradas a 15 euros. Igual las comparaciones son odiosas, pero en ocasiones también resultan ilustrativas.

Como abrir YouTube para escuchar la nueva versión que Xoel López y el resto de Deluxe han hecho de 'Reconstrucción' más una década después. Y ahora suena luminosa y festiva, ese tipo de canciones que te pones en la cocina mientras haces la masa de las croquetas para recordarte que la vida siempre se abre paso, como escribía esta semana un tuitero al comentar la noticia de que habían retirado el gel hidroalcohólico en una cárcel porque las internas lo usaban para prepararse cubatas. Porque conviene tener claro los afectos, sobre todo ahora que enfilamos nuestra incierta reconstrucción.

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