Rafael Santandreu: «La enfermedad emocional no para de subir, especialmente entre los jóvenes»

–¿Cuándo se convierte el miedo en un problema? ¿Cuándo se vuelve irracional?

–El miedo se convierte en un problema cuando le coges miedo a sensaciones interiores. Por ejemplo, a que el corazón vaya muy deprisa o me suba el nivel arterial. Ese miedo se retroalimenta, es decir, cuanto más siento esa sensaciones, más miedo me entra. Pero cuanto más miedo me entra, más se producen esas sensaciones. Se produce un bucle que hace que el miedo escale de una manera sorprendente y que la persona, en un momento dado, tenga un ataque de pánico o similar. El nivel no es tan grande mientras tengas miedo a cosas externas.

–¿Se puede vivir sin miedo?

–Sin miedo racional no se puede vivir porque es necesario para nuestra supervivencia y es automático, está engranado en nuestro ADN. No se puede y tampoco sería conveniente. En cambio, sin miedo irracional sí se puede. Es una gran noticia. Muchísimas personas que han caído en la trampa del miedo agudo y que llevan muchos años no creen que puedan cambiar eso. De hecho, todos los testimonios que salen en este libro son pruebas de ello, al igual que los de mi canal de YouTube. Algunos son pruebas muy claras porque lo han superado al 100%.

–¿Por qué es una gran noticia, antes no se sabía?

–Esta forma de terapia, la terapia de exposición, hace más de 50 años que existe. Pero muchísima gente no lo sabe, por eso es tan importante que hablemos sobre estos temas: ataques de pánico, trastorno obsesivo compulsivo (TOC)... 'El método para vivir sin miedo' es una continuación de 'Sin miedo'. Desde que lo publiqué he recibido más de cien mensajes de personas con este problema que no sabían que lo tenía más gente, que tiene nombre y que se cura. Todas estas personas se han enterado por el libro, por una entrevista o por un amigo, por casualidad. Esto ya existía, pero no se ha divulgado lo suficiente.

–¿Cuál es el miedo que más frena a la gente?

–El miedo que más nos afecta y determina nuestra vida es el miedo al qué dirán, el miedo a la crítica. Es increíble porque es un miedo irracional aunque no es interno. Pretender estar libre de la crítica de nuestros pares es imposible. Hagas lo que hagas las proporciones de aprobación o desaprobación siempre son las mismas: alrededor de un tercio de las personas nos aprobarán, a un tercio de las personas les parecerá mal y al tercio restante les daremos completamente igual. La desaprobación de los demás provoca bastante infelicidad. Hay gente que no se dedica a lo que quiere por miedo a las críticas, que no toma decisiones importantes en su vida como separarse por el qué dirán, que admite ciertos abusos personales para que no lo critiquen o en la propia sexualidad, aún hay mucha gente que no desarrolla su propia sexualidad por esto.

–¿Las redes sociales afectan a este miedo concreto?

–Este miedo ha aumentado y se ha hecho más real con las redes sociales. Son unos foros de críticas demenciales, sobre todo Twitter. Son más maltrato que otra cosa. Lo más sabio es estar lo menos posible porque la gente no se respeta. Hay mucha gente joven que sufre ansiedad y depresión principalmente por el acoso que reciben o han recibido en redes sociales.

–Cada vez se habla más sobre la salud mental, ¿pero se han superado todos los tabúes y estereotipos?

–No. Ha mejorado mucho, pero quedan muchos tabúes en España. El principal es creer que caer en una trampa mental es de débiles. Es muy importante romper este tabú. Por eso, en el libro hay testimonios de personas famosas y, otras, exitosas. Hay dos médicos especialistas, que explican que han caído en la trampa de la ansiedad; hay un empresario de mucho éxito; hay una futbolista profesional, Carla Bautista, y están las hermanas Zapata, actrices que hacen de camareras en el programa 'First Dates'. Es un testimonio que me gusta especialmente porque son gemelas y tenían el mismo TOC, de comprobación. Tenían que comprobar, comprobar y comprobar todo el día cosas diferentes. Marisa Zapata, muy valientemente, en su testimonio confiesa que tuvo que autoingresarse en una clínica psiquiátrica porque no podía más con la ansiedad. Después de una terapia de ocho meses de entrenamiento mental, están completamente bien y se sienten más fuertes y felices que nunca.

–¿Habría que poner el foco de la salud mental más en los niños y en los jóvenes?

–La enfermedad emocional es algo que no para de subir, pero está ascendiendo con especial fuerza entre los jóvenes y los niños. Lo que tendríamos que hacer es introducir la educación emocional en las escuelas de una manera mucho más intensa. Debería haber varias asignaturas sobre fortaleza emocional, relaciones con los demás, aceptación incondicional... Habría muchas asignaturas de hacer con los chicos en vez de las puramente tecnológicas. Hace poco se publicaba una encuesta en la que se veía que ⅔ partes de los universitarios sentían que vivían demasiada ansiedad en sus vidas. Esto tiene que ver con un tema al que llamo la maldición de la abundancia. Este concepto nos dice que una sociedad cuanto más rica es, puede tener peor salud mental. La sociedad española tiene muchas más oportunidades ahora que en la época de nuestros abuelos, eso es bueno por un lado. Pero por el otro puede ser una trampa. El ser humano transforma con mucha facilidad las oportunidades, los objetivos y las metas en necesidades absolutas. Ese es el problema.

–¿La pandemia ha influido en los problemas de salud mental?

–Sí, el efecto de la pandemia sobre la salud mental ha sido inesperado incluso para los profesionales de la salud mental. Esperábamos un incremento pero no de esta magnitud. Cuando se dio la pandemia, aumentaron los índices de malestar emocional en el doble de lo que teníamos. Incluso para los profesionales que nos dedicamos a esto era demasiado para tratarlo de golpe. Una vez acabada la pandemia, imaginábamos que los índices iban a bajar y volvería a la normalidad. No ha sido así. Seguimos con ese índice altísimo y no tiene visos de bajar.

–Tampoco ha habido una respuesta desde la sanidad ni desde la educación pública a este problema creciente.

–Muchas veces ponemos el acento en la salud pública, que se debe hacer. Se ha hecho, por ejemplo, con el teléfono para combatir el suicidio. Una gran medida que hay que seguir tomando. Pero no se habla tanto del ámbito educativo, es mejor invertir en prevención. Por eso creo que la parte educativa es la más crucial. Además, el momento en el que las personas aprenden con más facilidad a tener una fortaleza emocional es en la infancia, prácticamente como cualquier otro aprendizaje.

–¿Hay en España un problema de exceso de medicación para las personas con problemas de salud mental?

–España es el país del mundo, según los registros, donde se consumen más tranquilizantes. Es una anomalía. Uno de los problemas que trata este libro, los ataques de pánico y el TOC, especialmente en estos temas los tranquilizantes pueden ser contraproducentes. Un tranquilizante, es verdad, que si tienes un ataque de pánico te tranquiliza. Pero, al mismo tiempo, le está expresando a tu mente que hay un peligro muy grande, por eso el miedo aumenta.