'Entorno': El flamenco que moldeó a Rafael Ramírez

Los chasquidos de sus dedos empezaban a marcar el compás hasta que aparecía poco a poco la percusión de la mano de Daniel Suárez. Cada vez las tablas del teatro estaban más iluminadas y Rafael Ramírez, vestido de negro, se hacía dueño del escenario con sus giros y taconeos. Durante toda la actuación hizo lo que quiso con sus pies, con un zapateo que no dejó de llevar el ritmo en ningún momento. Cuando el baile ya tomaba el Cervantes aparecieron los otros factores que acompañarían a 'Entorno': la guitarra con Juan Campallo quedaba iluminada en un escenario que le escuchaba totalmente a oscuras. Y las voces de los cantaores Miguel Ortega y Jesús Corbacho también inundaron las tablas para formar parte del lenguaje flamenco de Rafael Ramírez, que llevaba la dirección escénica de David Coria.

De una escena a otra, Rafael Ramírez fue tomando forma y moldeando su cuerpo al ritmo del flamenco más sentimental y emocionante. El espectáculo era eso, puro sentimiento y pura emoción, porque además de tener mucho que ver con el baile, tenía detalles personales del artista esteponero. Así lo confesaba para este mismo periódico unos días antes del estreno absoluto de 'Entorno' en su Málaga: «Nos cuenta cómo nos moldea la sociedad. Yo siempre he sido muy tímido y mi entorno me ha ido moldeando bastante. Pienso que me ha beneficiado en el sentido de ser más abierto, más extrovertido... Es un argumento bastante profundo con un gran número de emociones posibles».

Alegría, dolor, miedo, sorpresa, seguridad, placer... Todos esos sentimientos y más jugaron entre las luces, el flamenco, los taconeos y vestuarios de Rafael Ramírez, que se hizo con el protagonismo de la noche. Era una idea que ya venía de hace tiempo en su cabeza, pero su galardón en el Festival Internacional de Cante de las Minas fue el despegue para que 'Entorno' fuese una realidad.

Para acabar el estreno de esa gran producción que tanto tiempo había estado ideando en su cabeza, Rafael Ramírez tiraba su camisa y chaqueta en mitad del escenario y se quedaba a solas con su propia sombra. Se había desnudado en alma para mostrar cómo ha sido moldeado por la vida y el flamenco. Un mar de aplausos y un rostro lleno de emoción en el bailaor despidieron la noche flamenca en el Cervantes.