Gonzalo Rojo
Viernes, 20 de diciembre 2024, 01:00
Entre las diferentes manifestaciones artísticas con que el mundo cristiano celebra el nacimiento de Jesús, pocas tienen, como la música y las canciones, una tradición ... que se remonte tan lejos en el tiempo. Y pocas, también, han llegado a arraigar tan profundamente en el espíritu de los pueblos, conservándose como raíz viva de sus creencias más puras.
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La fiesta de la Navidad fue establecida en el siglo II por San Telesforo, octavo Papa de la Iglesia Católica, siendo en un principio movible, hasta que en el siglo IV, durante el pontificado de Julio I (337-352), la noche del 24 de diciembre pasó a ser la Nochebuena y el día 25 la Navidad propiamente dicha. Casi simultáneamente a este hecho surgieron las primeras canciones compuestas en alabanza al Niño-Dios, para cantar el milagro del retablo humilde y pobre de su nacimiento y glorificar su grandeza.
Uno de los ejemplos más lejanos son las canciones de San Efrén de Siria (395). En una de ellas, el santo poeta invita por primera vez a la vigilia nocturna «porque aquellla noche en que los ángeles bajaron a la tierra no puede compararse a ninguna otra del año». Y fue a partir del siglo IV cuando estos cánticos se despojaron de su tono teológico-retórico para convertirse en canciones de inspiración espontánea, con todos los encantos de la expresión poética popular. Resulta difícil seguir un estricto orden cronológico respecto a la evolución de estos primitivos cánticos de Navidad. Sin embargo, no puede omitirse la mención de un hecho que tuvo que ver, y mucho, con su expansión.
A partir de la noche del 24 de diciembre de 1223, y por inspiración de San Francisco de Asís, se prepararon en Greccio, en el valle de Riat, Italia, escenas minúsculas que reproducían el nacimiento de Jesús. Es decir, lo que en la actualidad conocemos como nacimiento, belén o pesebre.
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Y fue frente a estos, reducidos belenes, de escenas minúsculas, donde más tarde empezaron a entonarse estos cantos sencillos e ingenuos, llamados villancicos. En Andalucía, más que un estilo peculiar de cante flamenco, los villancicos son el resultado de la interpretación local del cancionero navideño español. Sus formas son múltiples y muchas de ellas consisten en la simple adaptación de esas canciones tradicionales a las bulerías o a los tangos o interpretadas a través de esos monumentos al surrealismo llamados campanilleros o a romances de muy diversos estilos.
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