Querida novela
CRUCE DE VÍAS ·
Una hija nunca termina de crecer. La miro de nuevo, la veo tan fina y pequeña que me da lástima abandonarlaCRUCE DE VÍAS ·
Una hija nunca termina de crecer. La miro de nuevo, la veo tan fina y pequeña que me da lástima abandonarlaVuelvo de Barcelona con mi hija. La miro en el asiento de al lado, quieta, con la cara cubierta por una tapa con la imagen de tres hombres que me devuelven desafiantes la mirada. Cada uno sostiene una pala, ¿acaso quieren enterrarme vivo? O tal ... vez sugieren que me quede tranquilo, que se encargarán de protegerla y si alguien osa meterse con ella le propinarán unos cuantos palazos. Estoy seguro que no hará falta llegar tan lejos. Mi hija ha aprendido a defenderse sola. A veces da la sensación de ser incluso mayor que yo, como si a pesar de la edad ella hubiese cerrado el círculo. En realidad, tiene la vida resuelta y el mañana no le plantea dudas porque posee la enorme facultad de leer el futuro.
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Pienso en el tiempo que hemos pasado juntos hasta que se ha independizado. Nuestra vida en común ha durado ocho años. Hay quien dice que es mucho tiempo; yo pienso que ocho años no es nada. Una hija nunca termina de crecer. La miro de nuevo, la veo tan fina y pequeña que me da lástima abandonarla. Sin embargo, me despierta curiosidad saber qué opinarán las personas que la vayan conociendo; si les caerá bien, mal o indiferente. ¿Qué sentimientos provocará en los desconocidos a medida que vayan desvelando el misterio que envuelve? ¿Con quiénes y en qué lugares se encontrarán? ¿Viajará al extranjero? ¿Y cuántas personas le ofrecerán su casa para que viva con ellas y les haga compañía? Yo estaré siempre pendiente de sus movimientos. La vida da muchas vueltas y ella no es mi única hija. Por ahí andan otros hijos que también se independizaron. Ella es la más pequeña y hoy viajamos juntos quizá por última vez. Cada cual va en silencio pensando en sus cosas. Quisiera averiguar qué piensa de mí, qué opinión le merezco como padre y que conclusiones saca de la profunda convivencia que hemos mantenido durante estos ocho años. Qué veloz pasa el tiempo. Cuánto la echaré de menos, qué ratos tan felices hemos compartido. Ella siempre formará parte de mi vida, irá conmigo. No sé qué pensarán de mí quienes oigan lo que estoy diciendo. Creo que las palabras pueden dar pie a equivocaciones. Diré algo, conozco a mi hija mejor que nadie en el mundo. Sé todo lo que oculta dentro de su corazón. Su alma es un libro abierto para mí que soy el padre. La he ido forjando día a día. Desde que era simplemente un proyecto, una idea, un sueño. Llegamos a casa y la dejo en su habitación. La escucho hablar en silencio. A partir de hoy vivirá en distintas habitaciones distribuidas por diferentes ciudades del mundo. Ella posee el don divino de la ubicuidad, algo que a los demás seres vivos nos resulta imposible alcanzar.
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