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En una gala sin la presencia de los premiados, la única que ha podido recibir en mano su Goya en el Teatro del Soho CaixaBank ha sido Ángela Molina, Goya de Honor en esta edición, cuyo discurso ha ofrecido uno de los momentos más vibrantes ... de la ceremonia. En sus palabras, y ante la presencia del cineasta Jaime Chávarri, Molina ha brindado un canto de amor al cine, a su familia y a sus orígenes malagueños. «Que sea Málaga, la ciudad de mi padre, la tierra de mi padre, mi paraíso, me hace sospechar que el azar es cómplice del amor», ha compartido la hija de Antonio Molina.
Nominada hasta en cinco ocasiones por sus papeles en 'La mitad del cielo' (1986), 'Luces y sombras' (1988), 'Las cosas del querer' (1989), 'Carne trémula' (1997) y 'Blancanieves' (2012), Molina ha visto por fin cómo podía abrazar al 'cabezón' después de toda una vida dedicada a la interpretación. «Quiero darle las gracias al cine por haberme llevado con él», ha confesado Molina. «Sólo porque he recibido tanto de la vida encuentro el valor esta noche para dirigirme a todos vosotros», ha comenzado la actriz antes de admitir: «El amor es la mejor manera que conozco de dar las gracias por todo. (…) Cuando hablo de mis padres me invade una ola de amor. Me late el corazón y me devuelve la vida».
«Este Goya es vuestro con todo mi amor», ha seguido Molina, que ha recibido el galardón con «alegría» y «serenidad». Ha reivindicado Molina el cine como industria que ha ido «improvisando puentes que ninguna pandemia pueda arrebatarnos». Acto seguido, ha añadido: «Este premio sólo lo sería mío si lo es también de todas y cada una de las personas con las que he trabajado».
«Nuestro cine ha marcado el calendario de mi vida», ha añadido Molina antes de lanzar un alegato emocionado: «Necesitamos compartir nuestro entusiasmo para saber que es verdadero. Necesitamos sentir que nos necesitamos».
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