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Tiene tatuada en la espalda una columna vertebral. «Para que no se me olvide que soy un animal, una mamífera». Sobre su pecho, un «mae ... e pae» remite al clásico amor de madre y padre, pero en brasileño. Y en la parte de atrás del brazo derecho asoma un diamante clavado en la piel que sangra con la palabra veneno escrita sobre él. «Esa es mi pasión, mi arte, que a la vez es mi propio veneno», explica. María del Mar Suárez, 'La Chachi' (Málaga, 1980), no es una bailaora al uso. Intensa y extrema en la vida y también en su baile. Cuando se pone flamenca, se rompe los pies por tarantos y seguiriyas. Pero cuando le sale la vena punk, independiente y contracultural, su cuerpo se mueve por impulso, al margen de convenciones y normas, en una especie de éxtasis jondo y urbano a la vez. Un lenguaje transgresor gestado en Málaga, en «la periferia», que ahora da un salto más en su proyección nacional.
'Los inescalables Alpes, buscando a Currito' acaba de ser reconocido en la primera edición de los Premios Godot (la revista de las artes escénicas) como el mejor espectáculo de danza de la temporada. Una sola actuación en Madrid, en el pasado Festival de Otoño, le ha valido para impactar a los profesionales del sector con su «exorcismo rociero». Imaginen: de fondo suena en bucle el estribillo del himno de la Hermandad de Triana, ese que dice «Rocío, señora, pastora que alumbra el camino, la luz de mi aurora». Y poco a poco, paso a paso, La Chachi entra en trance. «Es como si mi cuerpo batallara entre bailarme flamenquito a algo que se me rompe dentro y me cambia hasta la cara».
Los giros de manos y el zapateao tradicional se mezclan con el krump, un baile callejero popularizado en los Estados Unidos con una «energía de impacto muy poderosa», muy pegado a la tierra y hasta con un punto agresivo en un danzar anárquico. «Me conecta con la energía salvaje del flamenco». Así durante una hora de trabajo en tiempo real, de radical improvisación. Como una «posesión» escénica, como una «catarsis corporal y peregrina».
En esta pieza el cuerpo nunca para, siempre batallando contra sí mismo y contra el cansancio, una lucha que a cada uno le lleva a un lugar diferente. Para unos es una búsqueda del amor, para otros representa el seguir adelante y levantarse pese a las dificultades del camino. Sesenta minutos después, tras encontrar o no a 'Currito', La Chachi termina «equilibrada energéticamente». «Es una explosión energética tal que lo que encuentro en mi cuerpo es paz», dice mientras relaja el gesto del rostro que segundos antes contraía para explicar su viaje en el escenario. Un tránsito en el que está acompañada por Lola Dolores al cante, Francisco Martín a la guitarra, Isaac García a la percusión y el coro Al Alba Rociera.
Es un premio para el equipo, y para muchas más: «Se lo quise dedicar a las creadoras de la periferia, a las que luchamos con una muralla que es Despeñaperros». La Chachi es una artista en la resistencia, empeñada en la difícil tarea de hacerse visible desde Málaga. «Y es necesario que se generen circuitos sostenibles para que podamos seguir existiendo», reivindica. No es fácil. La bailaora criada en La Unión cuenta sin ningún complejo que para financiar 'Los inescalables Alpes' ha tenido que vender oro suyo y de su familia. «Y hay que hacer mil cosas, colaboraciones con otros artistas para ir sembrando y después poder recoger los frutos», argumenta.
La Chachi forma parte de la generación de creadores más inquieta de la escena de Málaga, un conjunto de artistas de diferentes disciplinas que hablan nuevos lenguajes y arriesgan con otras formas de hacer. Y la escena nacional ha puesto ahora más que nunca el ojo en ellos. El Max a Alessandra García por 'Mujer en cinta de correr sobre fondo negro' como mejor espectáculo revelación es un ejemplo. La Chachi fue su asistente de movimiento. La bailaora krump ensaya entre La Invisible y La Caverna de Amores, junto a bailarinas como Ximena Carnevale y Rebeca Carrera. Y ahora en su espectáculo se rodea de Cristian Alcaraz en el texto y de Alberto Cortés en la dramaturgia, otros nombres anclados en la escena más innovadora de la provincia.
En Málaga 'Los inescalables Alpes, buscando a Currito' se estrenará –por fin– el 28 de octubre en el Teatro Echegaray. Después se repondrá en el Festival de Otoño de Madrid y subirá en marzo el telón del Teatro Central de Sevilla. Porque, como ella misma reflexiona en voz alta, «hay vida más allá de Madrid y Barcelona».
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