Oído al cante

Porrina de Badajoz

Gonzalo Rojo

Viernes, 15 de marzo 2024, 01:00

El pasado 18 de febrero se cumplieron 47 años del fallecimiento en su domicilio de Madrid del cantaor extremeño José Salazar Molina, más conocido como ... Porrina de Badajoz. Fue el octavo de diez hermanos y vino al mundo el 13 de enero de 1924, pero no gustándole mucho la fecha de su nacimiento, el 13, como buen gitano se puso siete días menos al hacerse el primer carnet de identidad, quedando el 6 de enero de 1924 como fecha oficial de de su nacimiento. Con 27 años se trasladó a Madrid, donde permaneció el resto de su vida, salvo sus veraneos en Málaga y las lógicas salidas de trabajo.

Publicidad

Como cantaor, Porrina se formó en las fiestas familiares que se celebraban en los alrededores de la Plaza Alta, lugar de asentamiento de los gitanos de Badajoz y donde se gestaron los jaleos y los tangos extremeños. En una de estas fiestas, teniendo 13 años, fue bautizado como Porrina de Badajoz por su padrino José Porra, mecenas y buen aficionado al cante, debutando a los 15 en Valverde de Leganés, pueblo cercano a Badajoz, integrado en la troupe de Julia la Extremeñita. De la mano de Rafael Farina intervino en el espectáculo 'La copla andaluza', en el Teatro Pavón, de Madrid, y a partir de este debut grabó en las casas Odeón y Alhambra, y triunfó con su peculiar forma de cantar y su particular manera de ser, entrando por ambas cosas en los círculos de la alta sociedad madrileña, en los grandes espectáculos del momento y a tener, por su megalomanía, el título honorífico de Marqués de Porrina, al que revistieron con toda seriedad con un escudo en el que aparece un telón, un as de bastos, el clavel, las gafas y la columna y el león como recuerdo de Badajoz, así como la leyenda 'Gladio voceque vivo'.

Dos mujeres compartieron su vida sentimental: Flora, madre de Josefa la Negra y del guitarrista Juan Salazar 'Porrina hijo', y Carmen, que le dio una hija más, María, que casó con Ramón el Portugués. Porrina grabó prácticamente todos los cantes, a los que quiso dar su sello, que se fundamentaba principalmente en una voz acaramelada con unos tonos bajos muy peculiares, que hacían muy difícil su imitación. Este artista de vestir extravagante, clavel en la solapa y gafas oscuras «para ver lo que yo quiero», decía, vivió siempre como un bohemio y cantó «por deber de raza».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad