Toñi Escudero ha conocido todo esto cuando las obras no eran, precisamente, de arte. Quedaba todavía un largo trecho para que de las paredes colgaran ... los lienzos de Miró, Tàpies, Millares o Barceló, para que las esculturas de Juan Muñoz aguardaran a la vuelta de la esquina, para que una instalación de Jaume Plensa te invitara a quedarte a vivir en ella. Las obras de entonces traían cascotes, escombros y polvo. Mucho polvo. Y Toñi sabe bien que hay pocos enemigos más fieros que el polvo cuando la batalla se libra en un museo.
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«Los focos, los focos dan mucho polvo...», comparte Toñi en una de las salas de la colección del Centre Pompidou Málaga, que ella conoce como muy pocos. Lo ha limpiado de punta a punta desde antes incluso de su apertura y ahora que las paredes han vuelto a cerrarse ante la evolución de la pandemia, Toñi Escudero recuerda que su labor no cesa. Más bien, todo lo contrario. «Con el Covid no sólo tenemos que limpiar, sino también desinfectar. Hay que estar muy pendiente para que todo quede como tiene que quedar«, zanja con una determinación que no olvida la sonrisa bajo la mascarilla.
Toñi Escudero explica que en las salas expositivas hay que usar productos de limpieza neutros y que las soluciones más tajantes se dejan para los espacios destinados a las instalaciones, la maquinaria o los baños. «Aunque el museo esté cerrado, hay que limpiar todo a diario«, recuerda.
Y así, Toñi Escudero pasa la mopa junto a un retrato de Picasso mientras Elena Robles supervisa el estado de 'Sirena' (1949), la escultura de caoba realizada por Condoy que ahora está cubierta por varios pliegos de 'tyvek', un tipo de tejido específico para preservar obras de arte. «Cada pieza tiene su propio protocolo de conservación y mantenimiento», detalla Robles, jefa del Departamento de Colecciones del Centre Pompidou Málaga.
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A cargo de Robles y su equipo están las 90 obras de la colección de larga estancia y las 170 piezas de la muestra temporal 'Dar la cara', cuyo soporte principal, la fotografía, tampoco pone las cosas fáciles para su conservación. «El papel siempre es más delicado», explica Robles antes de concretar que los protocolos internacionales de conservación dictan que las obras deben mantenerse a una temperatura entre los 19 y los 21 grados y que el porcentaje de humedad debe quedar en el 50%, con un margen del 5% hacia arriba o hacia abajo.
Parámetros que Miguel Ángel Moreno y sus compañeros apuntan y trasladan a los conservadores después de cada ronda por las dependencias de la Casa Natal de Picasso. El jefe del equipo de seguridad cumplirá el próximo 18 de junio 23 años de servicio en la Casa Natal y admite que en este tiempo no se ha visto «en una como esta».
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Cuatro vigilantes en tres turnos velan por la seguridad en la entidad municipal y, pese al cierre de puertas, Moreno sostiene que el ritmo de trabajo mantiene su intensidad: «Hacemos las rondas: el control de acceso para los transportistas, el personal de limpieza y mantenimiento: los controles de temperatura y humedad... Aquí no se para».
Porque los museos de la ciudad están cerrados, pero vivos. «Hibernando», por usar la palabra de Robles para referirse a este paréntesis de al menos dos semanas en los equipamientos artísticos y el resto de actividades no esenciales. «Seguimos al pie del cañón», añade José María Luna, director de la agencia municipal que gestiona el Centre Pompidou Málaga, el Museo Ruso y la Casa Natal de Picasso.
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Sostiene Luna que el funcionamiento se mantiene «prácticamente igual» a cuando las puertas están abiertas al público. Eso sí, admite que los departamentos de atención al visitante y mediación son los más afectados y que los contratos con las empresas que prestan estos servicios están suspendidos hasta que se retome la actividad presencial.
Mientras llega ese reencuentro, los museos de la agencia municipal «siguen abiertos en Internet», como ilustra Laura Rueda, responsable de las redes sociales de los tres centros. Emisiones en directo desde los espacios expositivos, diálogos con los artistas participantes en proyectos como 'Más luz' y 'Monumento al desencanto', iniciativas didácticas y el desembarco en la red social Tik Tok son algunas de las iniciativas que preparan desde la agencia para mantener el pulso creativo durante la clausura.
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«Vamos a ofrecer multitud de propuestas para las familias, para el público infantil y juvenil... para perfiles de usuarios muy diversos a través de nuestras acciones en Internet», esboza Rueda sobre la actividad de la agencia en Facebook, Instagram, Twitter y, dentro de poco, Tik Tok. «Esa última es una plataforma con mucha implantación entre los más jóvenes y queremos estar ahí», remata la responsable de redes.
Redes virtuales y físicas, tejidas al otro lado de la pantalla, pero también en la distancia corta de las salas, donde solo queda un foco encendido por estancia, el Cubo en penumbra, una quietud extraña y un silencio aterciopelado apenas roto por la prudencia de Toñi Escudero: «¿Necesita algo más? ¿No? Pues venga, sigo, que tengo lío».
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