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La imagen forma parte de la educación visual y sentimental de quienes vivieron su adolescencia en los años 90 del siglo pasado: Ross, Rachel, Chandler, Monica, Phoebe y Joey sentados en el sillón de una cafetería de moda con enormes tazas en las manos, debatiendo sobre sus problemas cotidianos. Era la escena paradigmática de 'Friends', la serie de televisión que ahora vive una segunda juventud de la mano de las plataformas digitales y que sirve al profesor Andrés Lomeña para abordar cuestiones muy similares a las que el filósofo canadiense Alain Deneault planteó en su libro 'Mediocracia'.
«Relaciono la serie con una cierta cultura de la mediocridad, mediante un análisis social de cómo el sistema a veces busca la homogeneidad y cómo el talento en ocasiones no se premia. Eso puede verse a través de esa especie de felicidad autocomplaciente, de esa crisis de la edad que no es una crisis, sino el fruto de una cultura hedonista. Por eso 'Friends' ha tenido ese éxito tremendo, porque no ha buscado ningún tipo de complejidad«, ofrece Lomeña, autor de 'Filosofía a sorbos' (Arcopress), el innovador ensayo que hoy presenta en el Ateneo de Málaga (C/ Compañía, 2; a partir de las 19.30 horas) donde une los clásicos y las redes sociales, el pensamiento y el cine o las series de televisión.
Lomeña estrecha esos lazos con una apuesta irrenunciable por la brevedad, a partir de artículos que en origen nunca pasan de los dos folios. «Los textos que están compilados en el libro son los que he ido leyendo a mis alumnos. En mi experiencia, artículos más largos eran muy complicados de manejar. Al estudiante medio hay que intentar seducirlo de una forma mucho más humilde«, defiende el profesor de Filosofía.
Eso sí, Lomeña capea la tentación del pesimismo: «Hay un cierto catastrofismo que creo que no se ajusta a la realidad. Es evidente que la economía de la atención ha cambiado, que las preferencias han cambiado, pero hay que intentar no ser ni apocalíptico ni integrado, por usar los términos de Umberto Eco«.
«Hay que dar la educación con contenidos de proximidad, pero sin renunciar a métodos que ahora se han demonizado, como la clase magistral o la memoria«, sostiene Lomeña, sabedor de que entre el mito de la caverna de Platón y el reflejo ficticio que proyectan muchas cuenta de Instagram no hay tanta diferencia.
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