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La noche del 23 de febrero de 1923, la Sala Bullier de París acogía el Gran Baile Travesti Transmental. Robert Delaunay presentaba su Compañía Transatlántica de Carteristas, Fernand Léger su Orquesta Decorado, Natalia Goncharova su Tienda de Máscaras y, a modo de colofón, Iliazd ... ofrecía sus «accesos de fiebre de 41 grados». Cuarenta y un grados era también el nombre del sello donde Iliazd publicaba sus poemas. Tomaba el nombre de la latitud en el globo terráqueo de su Georgia natal, desde donde había llegado a la capital de las vanguardias apenas unos meses antes, tiempo suficiente para convertirse en organizador de esos bailes irreverentes. Para el programa de aquella velada Transmental, Picasso realizó el dibujo de un pequeño caballo.
La obra forma parte de la colección del Museo Pushkin de Moscú y desde este jueves puede verse en la sala de exposiciones de la Casa Natal de Picasso. Ambas instituciones unen sus caminos para arrojar luz sobre una amistad personal y artística apenas conocida, incluso por los historiadores y especialistas en la materia: la que unió durante medio siglo a Iliá Zdanévich 'Iliazd' y Pablo Ruiz Picasso. Con esa premisa, la Fundación Picasso-Museo Casa Natal y el Museo Pushkin firman una coproducción ambiciosa en lo intelectual y cuidada en lo visual, con una puesta en escena digna de la ambición del proyecto. Más de 150 piezas entre dibujos, grabados, esculturas y otros objetos que hasta el próximo 23 de junio repasan una relación cuajada en nueve libros ilustrados.
Aquí se abre el primer paréntesis que da cuenta de la especial relación entre Picasso y el poeta georgiano. Porque el malagueño solía desdeñar la posibilidad de realizar obras específicas para acompañar textos o versos de otros autores. Cuando recibía un encargo de ese tipo, recomendaba al editor de turno que rebuscase entre sus carpetas de grabados para ver si encontraba algo de su agrado. Sin embargo, en el caso de Iliazd, Picasso no sólo realizaba las piezas 'ex profeso' para sus libros, sino que atendía a las indicaciones que el poeta le realizaba para ilustrar sus composiciones, como demuestran tanto la exposición de la Casa Natal como la publicación que la acompaña a modo de catálogo.
«Esta exposición y este catálogo van a contribuir definitivamente a recuperar la presencia fundamental de Iliazd en la vida y en la trayectoria de Picasso. Una figura que además es fundamental en el dadaísmo ruso», ofrecía este jueves el director de la agencia municipal que gestiona la Casa Natal de Picasso, José María Luna. Un proyecto «muy especial» para la directora del Museo Pushkin, Marina Loshak, quien ha reivindicado la trascendencia de presentar este montaje, patrocinado por la Obra Social La Caixa, en el lugar de nacimiento del artista malagueño. «Este es un lugar sagrado para nosotros, porque aquí ha nacido un artista sin el cual habría sido imposible la Historia del Arte del siglo XX y XXI», ha sostenido la directora de uno de los museos más importantes del mundo, cuya colección ronda las 700.000 referencias.
«Llevamos años trabajando para dar a conocer la figura de Iliazd y esta exposición nos parece fundamental para difundir esa amistad artística y personal con Picasso», ha defendido la directora del Museo Pushkin. Una relación sobre la que ha investigado el comisario del montaje, Boris Fridman. «No tengo respuesta a la pregunta sobre por qué esta amistad es desconocida para la mayoría de los investigadores y los historiadores del arte», ha lanzado el también coleccionista sobre un proyecto que quiere demostrar que esa alianza creativa entre Iliazd y Picasso «no es ningún mito». Así, Fridman ha mostrado su confianza en que el proyecto ahora presentado por la Casa Natal ayude a comprender que el poeta georgiano «fue una gran personalidad artística de su época».
Un autor que sirve además de 'excusa' para que la Casa Natal y el Museo Pushkin vuelvan a unir sus caminos después de casi tres décadas. Allá por 1991, la institución municipal recibió un notable conjunto de obra gráfica de Picasso procedente de la entidad rusa y como por entonces ni siquiera tenía sala de exposiciones, la muestra que organizó en las salas del Palacio Miramar. Ahora, las tornas han cambiado de manera sensible y la Casa Natal estrena museografía para acoger las obras procedentes del Museo Pushkin. «Este tipo de montaje es la manera perfecta de ver el libro de artista en su conjunto», saludaba este jueves la directora del museo ruso.
Nueve volúmenes desplegados en la sala de la Casa Natal para ofrecer sus numerosos detalles. Ahí esperan, al final del paseo, las planchas de 'Le crève-coeur du vieux soldat', el poema de Iliazd que Picasso iba a ilustrar. Ambos tenían una cita fijada el día que murió el malagueño. Cuatro años después, el libro deja vacíos los huecos reservados a sus grabados. El baile había terminado.
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