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Justo hoy, unas horas antes de esta conversación, a Ismael Luque le ha llegado la tarjeta virtual de su Bono Cultural. Fue de los primeros en completar los trámites cuando se abrió el plazo el pasado junio, y ya sabe en qué va a gastarlo. ... Ha pensado comprarse la entrada para un concierto en Fuengirola, quiere hacerse con un libro de Brandon Sanderson y con otro de Platón ('El banquete', especifica) y tiene claro que un videojuego caerá en la cesta. Y todavía le sobrarán euros de los 400 que incluye el regalo que el Ministerio de Cultura hace a todo el que cumpla 18 años en este 2023. Pero, por sorprendente que parezca, no todos los que pueden siguen los pasos de este estudiante de primero de Ingeniería Mecánica de la UMA: la mitad de los jóvenes malagueños ignora ese obsequio.
A falta de una semana para que se cumpla la convocatoria (finaliza el 30 de septiembre), solo el 53,06% de los nacidos en 2005 ha solicitado el Bono Cultural Joven puesto en marcha por el Gobierno de Pedro Sánchez. En números absolutos, son 9.144 de los 17.232 que alcanzan la mayoría de edad este 2023. La cifra es muy similar a la del año pasado, la primera edición de esta propuesta. En 2022 fueron 9.987 los jóvenes que percibieron la ayuda en la provincia, un 54,59% del total.
Italia (desde 2016)
230 millones Última partida presupuestaria para el bono universal. Se cambiará a un doble modelo con requisitos: ingresos en el hogar (máximo 35.000 € al año) y notas excelentes.
500 euros Para gastar en año y medio. Se pide al año siguiente de alcanzar la mayoría de edad. Uso válido hasta la mitad del siguiente año. Al principio se exigía nacionalidad italiana. Se amplió a residentes permanentes. No se ha llegado a más del 75% de beneficiarios del total posible.
Con geolocalizador Registro en la web oficial (18App) con ID electrónico; de ahí se descargan bonos para productos o servicios culturales. Tiene geolocalizador para encontrar establecimientos según los intereses. Se admiten clases de música, teatro e idiomas. Prohibida la suscripción a Netflix
A pesar de la batería de vídeos que circulan por las redes sobre cómo obtener el bono y para qué sirve, lo cierto es que la generación Z no se suma masivamente a lo que se presenta como un incentivo para invertir en ocio y cultura. «Una invitación a entrar en la edad adulta de la mano de la cultura» -dicen desde la web del ministerio- con un presupuesto que lo mismo se puede destinar a una suscripción a Spotify o Netflix, que a comprar la entrada para una festival de música, un libro o el último videojuego de moda. ¿Por qué sucede esto?
Los motivos son varios. Como explica María Mercedes Rojas de Gracia, profesora de Comportamiento del Consumidor de la Facultad de Comercio y Gestión de la UMA, el coste en márketing no solo se valora en términos económicos. «Hay otro tipo de costes que el consumidor tiene en cuenta, entre ellos la burocracia en todos los trámites que conlleva. Siendo estrictos, el bono no sería gratis, porque requiere de un esfuerzo que no todos están dispuestos a hacer», analiza.
El complejo proceso para solicitar el bono ya se hizo viral entre los jóvenes el año pasado, el del estreno, y puede que haya desanimado a algunos a intentarlo esta vez. Es lo que Álvaro Díaz, profesor de Márketing de la Facultad de Comercio y Gestión de la UMA, llama la «barrera psicológica» ante algo que presuponen difícil. Un obstáculo que, probablemente, sea mayor en zonas rurales que en la ciudad, donde el peso de las redes, los influencers y los tutoriales de Youtube sobre cómo hacer las gestiones es menor. «Es posible que haya perfiles a los que este tipo de mensajes no les haya llegado y que el hecho de poner sus datos les provoque miedo y desconfianza», detalla Díaz.
Francia (desde 2021)
208 millones Cantidad que sostiene el plan de bonos para adolescentes de 15 a 18 años. En 2019 se aplicó un proyecto piloto en cinco regiones, que se volvió más ambicioso tras el covid.
Importe según la edad (20-300 €) Con 15 años tienen derecho a solicitar 20 €. A los 16 y 17, asciende a 30 €. Pueden acumular las cantidades, pero antes de llegar a la mayoría de edad deben haber gastado los 80 €. A los 18 años, reciben 300 € que deben gastar en dos años.
Trámites sencillos Cuando ya tienen 18 años, abren una cuenta en la web del bono. Suben un vídeo en el que se les ve con su ID. El sistema funciona como una aplicación. Entre los 15 y 17 años, rellenan un prospecto simplificado. Se ofrecen entradas, libros, instrumentos musicales... No se admite Netflix.
De hecho, según los datos del bono de 2022, las capitales de provincia encabezaban hasta junio el número de operaciones, con un total de 432.800, seguidas de las poblaciones con menos de 50.000 habitantes (316.757). Curiosamente, las ciudades intermedias de más de 50.000 vecinos se han quedado atrás, con 283.467 compras. La cifra cae considerablemente en los núcleos de menos de 10.000 habitantes: 185.018 operaciones.
Tras registrarse en la web bonoculturajoven.gob.es, para evitar fraudes, los 400 euros van asociados a un estricto control de identificación, que implica pedir una Cl@ve con registro avanzado si se es aún menor de edad o contar con el certificado digital para los que ya han cumplido 18. Y a esas edades pocos tienen este documento virtual. Para conseguir ambas autentificaciones hay que hacer un trámite online y otro presencial, en oficinas de la AEAT, Seguridad Social y otras vinculadas en las que se necesita cita previa.
Existe la opción de obtener la verificación de forma digital con un vídeo de identificación, pero en la web del ministerio ya advierten de que este trámite acumula retrasos de al menos ocho días hábiles. «Pero esta generación es inmediatez: todo para ya, para ya, para ya. Si algo me va a llevar mucho tiempo, no lo quiero», aporta Rojas de Gracia.
España (desde 2022)
210 millones Presupuesto reservado para el bono. En la primera edición eran 112 millones. Objetivo doble: incentivar a los jóvenes y revitalizar la industria cultural tras el covid.
400 € divididos en bloques temáticos Si se han cumplido 18 (o se hará en el año en curso), se puede pedir el bono. Dividido en tramos: 200 € para artes en vivo, patrimonio cultural y audiovisuales; 100 para productos físicos; 100 para contenidos digitales. Se debe gastar en un año.
Formato de tarjeta La solicitud requiere identificación digital y varios pasos y verificaciones para evitar el fraude. Es el único bono de este tipo en Europa con formato de tarjeta prepago, físico o digital (en el móvil). A diferencia de los demás, también sirve de medio de pago para Netflix.
Y luego «falla la motivación». Para la profesora de Comportamiento del Consumidor, la cultura para los chicos de 18 años no es un motor esencial. «Uno que conozco no lo ha pedido porque dice que no sabe en qué gastarlo, que no le va a sacar provecho», confirma Ismael Luque. «Por lo general, la gente no se emociona por tener libros gratis o por ir al teatro», corrobora Irene Tenllado. Aunque ese no es el caso de esta alumna de Filología Clásica: ya espera el Bono Cultural para «libros, conciertos y algún musical de los que hay en el Cervantes». En su círculo, asegura, todos han hecho los trámites, «aunque para los menores de edad sea especialmente complicado». «Pero merece la pena, 400 euros vienen muy bien», concluye la joven.
La tarjeta-regalo distribuye el dinero en tres partes, a gastar a lo largo de un año: 200 euros para artes en vivo, patrimonio cultural y artes audiovisuales (teatro, conciertos, cine, festivales y espectáculos taurinos), 100 euros para productos culturales en soporte físico (libros, revistas, videojuegos, discos) y 100 euros para consumo digital o en línea (suscripciones a plataformas, libros electrónicos, suscripciones a videojuegos en línea y a prensa). De momento, la mitad de las compras se concentran en el primer apartado. En grandes almacenes, como el Corte Inglés, confirman que el uso del bono en libros y otros productos culturales se produce, pero «a cuentagotas». En cambio, la literatura es el sector más demandado por los jóvenes en Italia y Francia.
Alemania (desde 2023)
100 millones Apoyo presupuestario para una medida que empezó el pasado 14 de junio. La iniciativa fue lanzada conjuntamente por los ministerios de Cultura y Finanzas.
200 € para un plazo de dos años El bono alemán es el más austero y pragmático. Se vuelca en los proveedores locales. Es decir, se pueden adquirir productos y servicios online, pero la recogida o disfrute debe tener lugar en establecimientos físicos. Se da un plazo de dos años para gastarlo.
Un catálogo variado en la aplicación Potenciales beneficiarios son quienes llegan a la mayoría de edad durante el año. Se registran en una web para descargarse la aplicación. Se ofrecen libros, entradas para conciertos, teatro, ópera... Excluidos los servicios de Netflix, Amazon y Spotify.
Alemania ha sido el último país europeo en incorporar tímidamente esta medida, pero España duplica su inversión: 210 millones de euros, frente a los 100 millones de los germanos. Las condiciones (cantidad, plazo para gastarlo y en qué) difieren de uno a otro, pero en todos los casos es universal para quienes alcancen la mayoría de edad. Al menos, hasta ahora. Italia, el primer país en instaurar el bono cultural en 2016, pondrá freno a lo que Giorgia Meloni considera un «despilfarro»: a partir de 2024 se concederá únicamente a los jóvenes de hogares con bajos ingresos y a los que terminen Bachillerato con las mejores notas.
Queda por ver si, con los años, España es capaz de alcanzar el 76% de penetración que ha logrado el Gobierno de Emmanuel Macron. De momento, estamos lejos: en agosto, el 35% lo había pedido a nivel nacional. Quizás sea solo la mala costumbre de dejarlo todo para el final. El tiempo dirá.
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