Sonic recibe en el acceso al hall, una sala rodeada de leds inteligentes que mueven la luz, cambian de color y proyectan imágenes. Un espacio futurista con un toque retro que anticipa lo que esconden estos 2.000 metros cuadrados: una visión en 360 grados ... del universo del videojuego, desde el primer software de entretenimiento hasta las nuevas tendencias. OXO Museo del Videojuego abre sus puertas este viernes en la plaza del Siglo como un paraíso 'gamer' único en Europa, un centro para conocer todas las aristas de una industria que ya genera en el mundo más dinero que el cine y la música juntos. Pero OXO es, además, un lugar para la diversión, una excusa para que los nostálgicos jueguen con arcades emblemáticos y los más innovadores prueben simuladores de última generación (15 euros la entrada general, 12 euros la infantil, de lunes a domingo).
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OXO Museo del Videojuego es un ejemplo de colaboración público-privada: un proyecto promovido por la Diputación de Málaga (dueña del edificio) y gestionado por la empresa malagueña Kaiju Group, de los hermanos Javier y Miguel Ramos, que ha invertido dos millones de euros para dotar de contenido a las cuatro plantas del inmueble donde hace unos años se ubicó el fallido Museo Taurino. Prueba de esa simbiosis fue la amplia representación institucional que acudió este jueves a la inauguración, con el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, a la cabeza acompañado por el presidente de la Diputación, Francisco Salado; el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; y la delegada del Gobierno andaluz, Patricia Navarro.
Juanma Moreno dio la bienvenida al museo «número 40» de la ciudad y lo situó como la punta de lanza del «salto de pantalla» que Andalucía quiere dar en este ámbito. «El objetivo es lanzar a Málaga y a Andalucía como primer destino 'gamer' de Europa», manifestó. Para ello anunció que la Agencia Digital de Andalucía (ADA) tiene ya preparada una estrategia específica para convertir a la industria del videojuego en «un pilar económico relevante» en la comunidad, a partir de un estudio realizado sobre las necesidades y potencialidades de la realidad andaluza. Avanzó, además, que este sector es uno de los ejes del nuevo Hub Audiovisual de Andalucía, que se presentará en los próximos meses. «Andalucía será una de las potencias del videojuego en España y en el conjunto de Europa», vaticinó.
El museo, aportó Salado, «pone la guinda» a la Málaga «cultural, turística y tecnológica»: aspira a ser un reclamo para el visitante, conecta con el atractivo que la ciudad tiene para las empresas innovadoras y reivindica una forma de ocio absolutamente integrada en la cultura popular. Un recorrido por sus cuatro plantas -coronadas por una terraza restaurante en el ático- permite conocer el pasado, el presente y el futuro del videojuego de forma didáctica e interactiva. Para empezar, el espectador entrará dentro de un videojuego, con proyecciones envolventes en 3D, en la única sala inmersiva estable de Andalucía.
De ahí, pasará a la primera planta para descubrir la evolución de esta industria, desde el pionero software de los años 50 que da nombre al museo (OXO, el clásico juego del tres en raya) hasta el presente. Es el templo de los nostálgicos, con una estancia llena de arcades icónicos (Asteroids, Defender), joyas como la primera videoconsola de 1972 que conseguía el color cambiando de celofán, un ejemplar del histórico Simon, el primer PC de IBM, la llegada de Nintendo, la guerra comercial con Sega… Y los juegos que marcaron hitos de popularidad en los años 80 y 90: Tetris, Street Fighters, Tomb Raider, Mario Bros o Pac-Man, aquí en una máquina firmada por su propio creador. Entre medias, una Lara Croft a tamaño natural, una Game Boy gigante y una estantería de «cosas locas», como la consola de falsificación PolyStation.
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Pero lo mejor de todo es que con esta propuesta no solo se conoce la historia: aquí se ruega jugar. Para evitar aglomeraciones, las entradas se adquieren para una hora concreta, con una duración de la visita estimada en 90 minutos. Hasta las máquinas más antiguas funcionan y permiten al espectador experimentar lo que sentían los niños de los 70 y los 80 con esos arcaicos videojuegos.
Dos plantas más arriba, podrá también ponerse a prueba con la última tecnología: es OXO Lab, la zona más arriesgada e innovadora del museo. Aquí el clásico juego de la pelota, el 'Pong', se materializa en una mesa física; se puede pasar pantallas del Mario Bross con un mando de grandes dimensiones, y una pantalla de leds inteligentes revisita los juegos del pasado. Pero es que además un arenero sirve de ejemplo de realidad mixta: si el usuario cava con la pala, sale (o parece que sale) agua de la instalación. Y quien busque emociones fuertes puede subirse a un simulador de tobogán de última generación con gafas de realidad virtual sobre una superficie móvil.
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Y todavía quedan metros cuadrados para exposiciones temporales en la tercera planta, ahora ocupada por 'Sagas Legendarias: volúmen 1'. La muestra rinde homenaje a tres grandes franquicias que cambiaron la forma de entender los videojuegos: Call of Duty (con mapas relacionados con España o una colección de armas del juego), Animal Crossing (con la recreación de una casa a modo de photocall) y God of War (con elementos cedidos por Sony, como 'la espada del caos'). Un pequeño auditorio para presentaciones y una 'streaming room' para celebrar encuentros con youtubers completan la oferta de este museo pionero. 'Game over'.
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