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Nos espera ya en la galería en la que por la tarde inauguró su nueva exposición. Pero ahora estamos solos, de buena mañana, con el ... artista y su obra. Aunque es hombre de pocas palabras, Paco Peinado sigue siendo, a sus 83 años, un verborreico de la pintura. Coge los pinceles todos los días y sin descanso. Y asumiendo retos que sorprenden. Solo hay que entrar en la galería JM (Duquesa de Parcent, 12) para levantar las cejas automáticamente ante 'La invasión', un monumental óleo sobre tela de tres metros por dos de alto que te atrapa con esa cara de horror del personaje central que recuerda 'El grito' de Munch. La referencia de su colega noruego no lo ve tan clara Peinado, que sí descubre su crítica antibelicista por la guerra de Ucrania. Tamaño, plasticidad y representación transmiten dramatismo, al igual que la cercana pieza 'Gaza', mientras otras obras exhiben costumbrismo, paisajes, humor o misterio. «Nunca he hecho un boceto, yo me pongo a pintar hasta que me encuentro con el cuadro», asegura el artista sobre su diversidad temática a la que solo le une un hilo conductor: «Mis ganas de pintar», apostilla.
Por eso no es extraño que la nueva y rabiosa exposición de Peinado lleve por título 'YPCMDLG', el acrónimo de «Yo Pinto Como Me Da La Gana», explica el pintor malagueño, que junto al galerista Javier Marín ha diseñado este guiño al rompedor músico Bad Bunny y su álbum 'YHLQMDLG' (Yo Hago Lo Que Me Da La Gana). «Pero cuando pinto yo prefiero escuchar música clásica», apunta con su habitual ironía el propio artista, mientras posa para Marilú Báez ante la poderosa y contundente 'La invasión'. Una obra muy colorida –verdes, azules, amarillos…– que contrasta con el expresionismo trágico de ese personaje central horrorizado o ese tanque que aplasta el pecho de un niño. Sobran las palabras para este hombre que prefiere que su pintura hable por él.
La exposición 'YPCMDLG' supone además la vuelta de Peinado a la galería que inauguró hace un cuarto de siglo. La muestra colgará en las salas de JM en el Soho hasta el 6 de septiembre y no solo exhibe lo último de la producción del Premio Nacional de Grabado y Premio Andalucía de Artes Plásticas, sino que repasa obras de las últimas tres décadas, a través de 27 telas de los tamaños más diversos, temáticas abiertas y estilos dispares dentro de la iconicidad característica de Peinado. Así, no pasa desapercibida la compleja elaboración de 'Restaurante El Tigre' (2006), con su mezcla amenazadora del camarero-animal y platos caníbales frente a un tono sarcástico y hasta desenfadado del conjunto, frente a piezas aparentemente más sencillas y armónicas, como 'Avión pájaro' (2023) o 'La ventana' (2024).
Las cristaleras acompañan varios de los óleos seleccionados. Unos miradores a través de los que también suele colarse el mar. Paisaje también recurrente en la obra de Peinado, que reconstruye la orilla desde su memoria porque en su estudio de Alhaurín de la Torre no llega la vista al Mediterráneo. «Desde mi ventana lo que se ve es la cárcel provincial», suelta con ese humor que también impregna sus cuadros.
Esa mordacidad también la saca a pasear cuando se planta ante una composición de ocho cuadros de mediano y pequeño formato y le pedimos que nos elija uno. Mira de reojo con cara canalla, señala a la esquina inferior derecha y dice: «Ese, 'La meada'». Un obra reducida pero elaborada que, con unos trazos expresionistas, resuelve el retrato de un tipo de perfil del que surge un media línea azul ovalada que no oculta el alivio del personaje. Javier Marín interviene y explica su selección por el juego de luces y la «mirada transgresora» del artista. Merece la pena seguir el juego, así que le devolvemos el envite: ¿Es autobiográfico? «No, no soy yo», contesta sin perder la (son)risa burlona.
Lo cierto es que en esta exposición marcada por lo que le da la gana al artista sí que hay una unidad en el equilibrio expresionista de lo que nos cuenta cada cuadro. Ni son completamente dramáticos ni cómicos, ni recargados ni sencillos, ni monocromos ni coloristas, ni paisajistas ni figurativos, ni evasivos ni críticos. No lo son y lo son todo a la vez, ya que Francisco Peinado mezcla siempre sensaciones y mensajes. Incluso en obras radicales como 'La invasión' y 'Gaza'. «Es que para mí el arte debe ser bello. Puedo tratar un tema agresivo o violento, pero la pintura tiene que ser bonita», explica el artista sobre la fuerza que sigue impulsando sus pinceles. De forma incansable.
De hecho, estas 27 obras reunidas en JM representan algo así como la demo de sus propios fondos de autor. Y es que en su estudio atesora cerca de mil obras. Esas que hace un par de años confesó a SUR que le inquietaban porque a sus ochentaytantos años no sabía que iba a ser de ellas, de su cuidado y conservación el día que falte. «Ya estoy más relajado, no me preocupa», comenta con una cara serena y discreta que calla más de lo que cuenta. Javier Marín da algún dato más y pone algunos nombres sobre la mesa. El Reina Sofia –con obra del artista malagueño en sus fondos–, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo o el Ayuntamiento de Málaga han mostrado interés por custodiar su legado. No hay nada firmado, pero hay puertas abiertas. «Ahora solo pienso en pintar», zanja el maestro que pinta como le da la gana.
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