Un visitante contempla las obras de la exposición 'Fantasía árabe'. Ñito Salas

Oriente en Occidente

Crítica de arte ·

'Fantasía árabe' viene a arrojar luz sobre una vertiente de la pinturadecimonónica española, contextualizándola con las formulaciones de otrospaíses y haciendo ver cómo nuestro país se convirtió en escenario oriental

juan francisco rueda

Sábado, 7 de diciembre 2019, 00:21

El exotismo, como una suerte de interlocutor o un 'Otro' para edificar identidades propias y para generar relatos que interpretaran el mundo, generalmente desde el cliché, siempre estuvo presente en la imaginación europea, aunque no siempre tuvo la misma procedencia. Si China despertó el interés de los artistas del Rococó, en el siglo XVIII, que desarrollaron las 'chinoiseries', Oriente llegaría, ya en el siglo XIX, de la mano del Romanticismo para permanecer más de un siglo, con distintas intensidades, y en paralelo a otras estribaciones de 'lo exótico' como el 'japonismo', trascendental para la transformación de la pintura moderna europea –piensen en Manet, Gauguin, Bernard o Van Gogh–, y que arribaría con las primeras exposiciones universales en la mediación del XIX. El orientalismo se instaló en la pintura de distintas escuelas nacionales, con lo que no fue, por tanto, un asunto meramente local o en clave doméstica (española). Obviamente, el orientalismo, como fenómeno y no como excepcionalidad, cuaja en tradiciones pictóricas cuyos países mantienen relación con escenarios como el Magreb y la Península Arábiga. Además de España, solar convertido en 'Oriente en Occidente' y en el que una pléyade de pintores abrazaron el orientalismo, Francia es quizás la otra nación donde el orientalismo alcanzó una incontestable fortuna. Así, la exposición cuenta mayoritariamente con autores españoles y franceses.

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En el caso del país vecino, son varios los creadores que comparecen. Valga mencionar obras maestras de la pintura gala como 'La muerte de Sardanápalo' y 'Las mujeres de Argel', ambas de Delacroix, o las distintas versiones de odaliscas y baños turcos de Ingres para calibrar cómo esta temática gozó de pujanza en Francia. Precisamente, en el conjunto encontramos dos pequeñas piezas de Delacroix, con condición de bocetos, fechados en 1845 y hacia 1854 sobre tipos populares que pudo observar en su estancia marroquí y argelina de 1832, experiencia que hubo de ser trascendental dado el acopio de motivos orientalistas que incorporó a su producción. Asimismo, y ya que se han nombrado iconografías y representaciones como la odalisca o el baño turco, en la muestra hallamos distintos ejemplos de cómo éstas fueron pilares fundamentales acerca de la imaginación sobre 'lo oriental'.

La muestra cuenta con un importante número de obras de Mariano Fortuny, seguido por el conjunto de Francisco Lameyer

Estas visiones o interpretaciones comprometían y ponían en liza la visión del erotismo y de la mujer en pleno siglo XIX y desde una óptica etnocentrista, como todo lo relativo a la construcción de la identidad propia en función a lo que se creía que era el 'Otro'. El baño turco no fue otra cosa que una reformulación del harén, constructo en torno a lo erótico y la exposición del cuerpo femenino que, conveniente transformado y actualizado, permanecería en la pintura del XX. La viveza de la calle oriental y el frenesí de muchos de sus habitantes, representados, tal vez, con la simpatía que generaba desde el pensamiento romántico la pasión y los sentimientos que desbordan el corsé de la razón (ilustrada) fueron otros asuntos privilegiados. Tampoco podemos eludir el talante etnográfico y de estudio antropológico que encontramos en los retratos de tipos populares y personajes del Magreb, así como en el interés que suscitan ritos y tradiciones.

'Fantasía árabe. Pintura orientalista en España (1860-1900)'

  • La exposición. Más de 80 obras, mayoritariamente pinturas y, en menor medida, dibujos. En el conjunto se integran, dialogando con las pinturas, un zócalo cerámico, fotografías históricas, cerámica, armas y ajuares. Aunque el grueso de artistas representados es español, ya que la exposición se dedica a esta temática en nuestro país, se incorporan algunos artistas franceses.

  • Comisarios. Lourdes Moreno y Francesc Quilez Corella.

  • Lugar. Museo Carmen Thyssen Málaga. Plaza Carmen Thyssen, Málaga.

  • Fecha. Hasta el 1 de marzo de 2020.

  • Horario. De martes a domingo, de 10.00 a 20.00 horas.

Es ésta una exposición de extrema pertinencia para con la línea que lleva marcando la institución desde hace años encaminada a arrojar luz sobre los 'terrenos naturales' de la colección que la funda. Pertinente y, también, valiosa por cuanto ayuda a profundizar en un conocimiento de esta corriente internacional y sobre todo su 'versión española'. Evidencia, además, la importancia de nuestro país como centro productor y escenario de esos relatos y estereotipos para las imaginaciones románticas y post-románticas de numerosos artistas extranjeros, principalmente franceses. España fue Oriente en Occidente.

Hasta Matisse, ya en 1910, siguió buscando 'lo oriental' en nuestro país, recalando en Sevilla y Granada junto a Francisco Iturrino, para, después, abrazar una temática como la de odaliscas. Sin duda, los numerosos viajeros extranjeros que visitaban nuestro país ávidos de encontrarse con Oriente y de vivir experiencias excitantes, como toparse con los bandoleros de Sierra Morena o de la Serranía de Ronda –muchos de ellos compartirían con verdadera decepción no haber sufrido tal trance-, difundieron, a través de la literatura de viajes, la idea de España como un país de indudable eco oriental. Washington Irving, con 'Los cuentos de Alhambra' (1829), un libro que transita entre el libro de viajes (romántico), la compilación de leyendas y la descripción y testimonio de la Alhambra y la Granada del primer tercio del siglo XIX, ayuda a convertir el conjunto palacial nazarí en inequívoco reclamo. En el conjunto destaca un buen número de piezas que tienen a la Alhambra como escenario. Sirvan éstas para advertir cómo en la decimonónica pintura orientalista, además de la enunciación de 'lo oriental' con su caudal sensitivo y otras visiones asociadas, integra la pintura de Historia, ya que se recrean episodios históricos.

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'Fantasía árabe' cuenta con un importante número de obras de Mariano Fortuny, seguido por el conjunto de Francisco Lameyer. Por momentos, Fortuny, con una amplitud de registros y estribaciones de 'lo oriental', parece monopolizar el relato. De hecho, se exponen 20 de las 80 obras que componen la muestra, un cuarto del total, si bien hay un porcentaje considerable de piezas en papel. Es Fortuny, sin lugar a dudas, un autor indispensable para esta vertiente de la pintura española. El museo programa precisamente una muestra en el Salón Noble del Palacio de Villalón dedicada al Fortuny grabador que viene a ser un complemento a la abundante presencia, que lo convierte casi que en protagónico, de esta 'Fantasía árabe'. Es, por tanto, una oportunidad para sumergirnos en la preciosista pintura de Fortuny y en el poder expresivo y textural de sus grabados, ya que, entre ambas, nos enfrentamos a una cincuentena de sus obras. Y no sólo eso, sino que Fortuny se encuentra acompañado por lo que Carlos Reyero llama, en 'Pintura y escultura en España, 1800-1910' (Cátedra, 1995), «los amigos de Fortuny». Entre esos «amigos» vemos aquí a Josep Tapiró, o Joaquín Agrasot, sobre los que el concurso de Fortuny para la inoculación del orientalismo, incluso para que se trasladaran a Marruecos, parece ser determinante.

Ante algunas de las pinturas expuestas no podemos dejar de pensar en la fotografía temprana de José Ortiz Echagüe, justamente la que comienza a realizar a su llegada a Marruecos a finales de la primera década del siglo pasado, en torno a 1909. La remembranza de las 'no tan instantáneas' de uno de los maestros de la fotografía española, vinculado al pictorialismo, resulta incontenible ante 'Árabes caminando bajo la tempestad' (1860-65), la cual nos encamina a 'Siroco', fotografía de 1965.

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