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Todo burgués quería en su salón un cuadro con ese colorido, ese preciosismo y ese exotismo. La pintura orientalista estaba de moda a finales del siglo XIX y a ese carro se subieron numerosos pintores europeos y, por supuesto, españoles. Agotadas las temáticas de corte ... occidental y sin ninguna innovación técnica, los paisajes, las costumbres y los rostros de aquellas tierras del norte de África se colaron en el arte con mucho de evasión, fascinación y también de imaginación. Y como toda tendencia, también esta quedó desfasada e incluso denostada por su supuesta falta de veracidad y autenticidad. La exposición 'Fantasía árabe. Pintura orientalista en España (1860-1900)' reivindica hasta el 1 de marzo la importancia de este género pictórico a través de más de 80 obras de nombres como Fortuny, Delacroix, Tapiró, Fabrés y Lameyer, entre otros.
«Es un placer enorme volver a inaugurar una exposición, cada vez más bonita», dijo Carmen Thyssen, siempre escueta en palabras. Acompañada por el alcalde, Francisco de la Torre; la concejala de Cultura, Noelia Losada; y representantes de CaixaBank (Gerardo Cuartero) y Fundación La Caixa (Juan Carlos Barroso) como patrocinadores, la baronesa recorrió una muestra que propone un «viaje en el tiempo» por el orientalismo decimonónico «injustamente tratado» en las décadas posteriores, en palabras de Francesc Quílez, comisario de la exposición junto a Lourdes Moreno. La prueba es que hacía 30 años que no se organizaba en España una exhibición sobre estas pinturas tan demandadas en el mercado del arte de dos siglos atrás.
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