Juana, Lola y Luis, vecinos del barrioAlejandra González
Orgullo y prejuicio en Los Asperones
En el Contenedor Cultural de la UMA ·
Un proyecto audiovisual y una exposición fotográfica reivindican la dignificación de un barrio que arrastra tres décadas de abandono por parte de las administraciones
'La ciudad de los quince minutos' es una teoría desarrollada por el urbanista Carlos Moreno, asesor del Ayuntamiento de París, que reivindica la necesidad de que cualquier ciudadano tenga acceso a sus necesidades básicas en un radio de un cuarto de hora a pie o en bicicleta. Moreno detalla esos seis menesteres: alojamiento, trabajo, aprovisionamiento, salud, educación o cultura y ocio. Pues bien, si alguien se coloca en el centro de Los Asperones y camina durante quince minutos, en el mejor de los casos acabará en medio de ninguna parte. Y desde allí podrá ver, según la dirección tomada, el cementerio, un desguace, las cocheras del metro o la tierra baldía.
Eugenio y María Rivas han realizado esos trayectos como base de 'A 15 minutos de Los Asperones', el proyecto que combina el vídeo documental con la performance que presentarán el próximo martes en el Contenedor Cultural de la Universidad de Málaga (UMA). Y también allí, en la sala de exposiciones Espacio Cero, acaba de inaugurarse 'Asperones. La dignidad olvidada', una muestra fotográfica de Paco Negre que pone el foco en los vecinos de esta zona que supera las tres décadas de abandono institucional.
«Queríamos realizar un proyecto que representara un punto en común para que el arte y la arquitectura se conviertan en mecanismos de transformación social y en esa búsqueda vimos que Los Asperones clama al cielo. Es la realidad con más necesidades que hay en Málaga y además, en el largo plazo«. Habla Eugenio Rivas, artista y profesor en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Málaga (UMA), que desarrolla 'A 15 minutos de Los Asperones' junto a su hermana María Rivas, arquitecta en el Servicio de Vivienda Protegida de la Junta de Andalucía.
«La intención básica es entender qué está pasando, cuál era el origen de la realidad que se vive en Los Asperones, los matices, integrarnos con los vecinos para que ellos mismos sean partícipes no sólo del proceso de creación, sino también de una solución al problema que sufren«, avanza Rivas sobre la propuesta seleccionada en la convocatoria de proyectos para incentivar la creación artística del Vicerrectorado de Cultura. Y con esa premisa, 'A 15 minutos de Los Asperones' se divide en dos líneas de actuación iniciales: la primera pasa por seis entrevistas realizadas tanto a especialistas en arquitectura, urbanismo y artes visuales como a vecinos del barrio, tomando en cada trayecto la 'excusa' de cada una de las seis necesidades básicas planteadas por Moreno en su teoría de la ciudad del cuarto de hora. La segunda derivada actúa como una performance con Eugenio y María Rivas tirando de un carro-mirador durante esos paseos de quince minutos; al final del trayecto, se detienen para subirse al cacharro y desde allí contemplan la realidad física que rodea a este núcleo de infraviviendas creado en 1987 y donde viven unas 300 personas.
«A partir del arte y la arquitectura, pretendemos ser un agente de cambio y transformación», esgrime Rivas. Y ante la pregunta recurrente sobre el futuro de Los Asperones, el artista y docente reflexiona: «¿Qué hay que hacer, desmantelar el barrio o cuidarlo? Esa dicotomía se planteó desde el principio. Y creemos que hay que hacer las dos cosas. Los Asperones, antes o después, tiene que eliminarse, porque es una manera de separar, de crear y mantener un gueto, pero hasta entonces, es indispensable cuidarlo en ese tránsito«.
La participación de los vecinos
Y en ese cuidar y cuidarse, los hermanos Rivas tienen sus propias iniciativas: «El proyecto no se acaba aquí, sino que apenas comienza. Estamos trabajando en un jardín de emergencia para Los Asperones que puede ser una estrategia para volver al concepto de cuidados, de comunidad y de empoderar a esta parte de la sociedad malagueña para que tome las riendas de su presente y su futuro. Para nosotros resulta indispensable que cualquier estrategia pase por implicar a los vecinos, para que participen en el cambio que necesitan«.
Los hermanos Rivas plantean ese «jardín de emergencia» como «un espacio verde de reunión y encuentro» en un barrio castigado por la marginalidad que marca sus tiempos con los recién llegados. «En cuanto les cuentas tu voluntad, hay una apertura brutal por parte de los vecinos», sostiene Rivas, que comparte con Paco Negre un aliado crucial en su aproximación a Los Asperones: Francisco Javier 'Patxi' Velasco, director del Colegio María de la O, que escribe en el catálogo de la exposición de Negre: «Cuando pasamos por la carretera del cementerio y observamos las viviendas, los cuartillos y las chabolas desde lejos vemos a la gente deambular y decimos 'Ahí están los pobres' y decimos verdad, pero cuando te bajas y caminas y acompañas y compartes con la gente de ese barrio, la palabra 'pobre' desaparece por la poderosa fuerza de los nombres propios».
«Ahora son Luis y Ángela y Pedro y Juana… El nombre propio –sigue Velasco– pasa a ser el núcleo del sujeto, el reflejo de su ser y entonces 'pobre' se hace un simple adjetivo que se puede omitir. Ser pobre debería ser un complemento circunstancial en la persona, y juntos hemos de trabajar para DESMANTELAR esas circunstancias. El primer paso será entonces, reconocer al otro en toda su dignidad«.
Dignidad olvidada
Una dignidad olvidada sobre la que coloca su objetivo Paco Negre, en una exposición que divide su propuesta en dos tipos de imágenes: las escenas del barrio y los retratos realizados en el estudio que Negre montó justo en el colegio María de la O.
«Empezamos en diciembre de 2017 –recuerda Negre– y he estado un año trabajando en el barrio. Vas conociendo a la gente, te invitan a entrar en sus casas y poco a poco vas captando la vida allí. Iba a ser un reportaje sobre el barrio, pero cuando la gente empezó a contarme sus historias decidí dar ese giro hacia la dignidad con las fotos en estudio sobre fondo negro. Quería hablar de la dignidad de estas personas que por circunstancias han acabado allí. Cuando ves a alguien jugando entre la basura es muy difícil extraerlo de ese contexto, pero con un fondo neutro pierdes el prejuicio«.
Orgullo y prejuicio en Los Asperones, como un eco de la novela de Jane Austen, como emblema en los retratos de Negre: «Quería fijar la atención en las emociones que transmite el rostro, sin los condicionantes del entorno«. Un entorno que ha marcado a fuego la vida de Andrés y Ángela, de Antonia y Francisco, de Basilio, Caterina, Custodio y Rafaela… de tantos que reivindican su dignidad desde la periferia olvidada de Los Asperones, lejos de la ciudad de los quince minutos.
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