Sr. García .
Cruce de vías

Dos ciudades

Me pregunto cómo soy en Málaga y en Barcelona, las dos puertas del presente. ¿Qué opinan de mí en una y otra ciudad?

Desde que cumplí nueve años alterno la vida entre dos ciudades. Primero fueron Barcelona y Sevilla, después Málaga y Granada, y desde hace tiempo Málaga y Barcelona. Un día conocí a un hombre que tenía dos pisos en el mismo rellano de la escalera. No ... sé de qué dependía que eligiera uno u otro para vivir, pero nunca los compartía. O sea que cuando ocupaba un piso no pisaba el de enfrente ni siquiera para coger un libro o una prenda de vestir, como si hubiera mil kilómetros de distancia entre las dos puertas del rellano. Llegué a creer que tenía dos personalidades opuestas y también pensé que eran hermanos gemelos, pero nunca los vi juntos; además uno de los pisos siempre permanecía vacío. Al final descarté esta posibilidad. No cabía duda de que era una sola persona que tenía dos mundos opuestos. Me fijé que las visitas que acudían a visitarlo a una y otra casa no eran las mismas salvo un par de excepciones. Como si hubiera partido el mundo en dos mitades que apenas guardaban relación entre sí. Cuando ocupaba uno de los pisos daba la sensación de estar de vacaciones a cinco metros de distancia de su casa. Un buzón del portal tenía su nombre, el otro estaba en blanco.

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Me pongo a recordar cómo era yo cuando vivía en Sevilla y Granada. Me pregunto cómo soy en Málaga y en Barcelona, las dos puertas del presente. ¿Qué opinan de mí en una y otra ciudad? No deja de ser curioso que vea con mayor asiduidad a los que viven en Barcelona. Quizá porque pienso que coincidiremos en muchas menos ocasiones y hay que aprovechar el tiempo. Málaga es mi residencia habitual y los que compartimos la misma ciudad siempre estamos a tiro de piedra. Hay gente que le sucede algo similar con los museos. No conocen los de la propia ciudad porque los tienen siempre a mano. Sin embargo, cuando viajan fuera se apresuran a visitarlos. No disfrutamos de los placeres más próximos porque nos creemos eternos.

Málaga es la ciudad donde desarrollo la vida cotidiana. Barcelona se ha convertido en la segunda residencia donde paso las vacaciones. Apenas lo sabe nadie, pero vivo en un hotel de Barcelona desde hace semanas, como el hombre del rellano que dejaba el piso vacío cuando se encontraba fuera de sí para instalarse en el piso de enfrente que lo había decorado igual que las habitaciones de su hotel favorito. Ahora le comprendo y comparto su visión de la vida. De vez en cuando es recomendable sentirse extranjero incluso en la propia ciudad. Cuando estoy de vacaciones dejo de pensar. Las habitaciones de los hoteles están concebidas para ocuparlas el tiempo imprescindible y luego salir a pasear sin rumbo fijo por la ciudad desconocida que he visto crecer.

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