'Francisca': un baile para dignificar a la otra víctima del crimen de Níjar

El llamado Crimen de Níjar saltó de los periódicos a los libros y, de ahí, a los escenarios e incluso al cine. Lorca haría inmortal la tragedia en sus 'Bodas de sangre'. Carmen de Burgos se inspiraría en ella en 'Puñal de claveles'. Ambos autores leyeron la noticia y se quedaron sobrecogidos, pero la abordaron de forma absolutamente diferente. «Ella le da un punto feminista y esperanzador, donde se ensalza la libertad y la búsqueda de la dicha con la persona amada», apunta Magaña. Desde ese lugar parte la pieza 'Francisca' de Magaña, una obra en homenaje a su valentía gestada en la Residencia Artística La Jacaranda, en Níjar, justo donde empezó todo.

Ha sido un proceso de investigación «intenso», con trabajo de campo incluido. Durante dos semanas la bailarina de base flamenca se integró en el pueblo, preguntó a sus mayores e intentó buscar cualquier rastro de Francisca en el lugar. «Pero estas cosas se hablan todavía con la boca pequeña, con un halo de misterio. El propio enterrador del pueblo no me quiso decir dónde estaba su tumba», cuenta Magaña.

Muchos aún la recuerdan como esa mujer discreta, callada y siempre de negro. «Propuse un taller de movimiento en el centro de mayores de Níjar y fue clave para la gestación del proyecto, porque no solo se abrió un debate sobre la figura de Paca con personas afines a ella que la conocieron en vida, sino que además me permitieron registrar las entrevistas y un baile de sus manos».

Sus voces se escuchan en la obra y con esos giros de las manos empieza el baile. Por una razón: «Me imaginaba a Francisca junto al cadáver de su amante, mirándose las manos, pellizcándose para creerse lo que había pasado. Esa imagen me venía a la cabeza todo el rato», cuenta la creadora. Olga Magaña aparece en escena desde una bola de papel blanco, como un cascarón que se rompe o un traje de novia reluciente. De fondo suena el tema musical 'Jara', del guitarrista malagueño Rubén Lara.

El blanco remite a la pureza. Pura, de hecho, la llama en su relato Carmen de Burgos. Pero lo que cuenta Magaña va más allá. «Mi Francisca en realidad es intergeneracional, podría representar a cualquier mujer que se ve envuelta en un matrimonio forzado. Esto pasó en 1928, pero a día de hoy sigue sucediendo en muchas culturas africanas o gitanas». Es doloroso, pero hay esperanza. «No podría hacerlo de otra manera. Va en mi sello como creadora escénica».

Todo bajo su filtro, con movimientos a medio camino entre el flamenco y la danza contemporánea. Bailaora poco convencional, Olga Magaña tiene el arte jondo como lenguaje ya actúe para Mayumaná o cree su propio espectáculo ('Baleia', 'Toma que time'), con los que ha cosechado diferentes reconocimientos (MálagaCrea, Premio Ateneo de Teatro). Almeriense de nacimiento y malagueña de formación, enseñará este domingo 3 de diciembre la pieza, aún en work in progress, en el ciclo de danza que coordina el malagueño David Segura. Esa misma tarde también se verá 'Monada' de Sandra Abril (10 euros ambas piezas).