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Olga Grymierski, ayer en La Térmica, celebrando la III Semana Cultural de Japón. marcos álvarez
Olga Grymierski: «Yo me siento japonesa»
III Semana Cultural de Japón en Málaga

Olga Grymierski: «Yo me siento japonesa»

La empresaria organiza la Semana Cultural de Japón en Málaga junto a la embajada del país nipón, que el lunes le entregó una mención por su trabajo

CRISTINA PINTO

Viernes, 29 de abril 2022, 00:53

Olga Grymierski es de perder poco la sonrisa, pero esta semana ese gesto ha sido constante desde el lunes. Un momento más que especial dio la bienvenida a la semana. Directo desde Japón hasta Málaga, el ministro de Asuntos Exteriores, Toshimitsu Motegi, otorgaba una mención especial «por su trascendente contribución a la difusión de la cultura japonesa en España, fortaleciendo la amistad entre ambos países». Eso decía en el diploma que el lunes recibía Olga Grymierski en el Ayuntamiento de Málaga de la mano del embajador de Japón, Hiramatsu Kenji. «Cuando lo leí me emocioné muchísimo. Mira, solo de acordarme se me pone el vello de punta», comenta desde uno de los patios de La Térmica. Ese es uno de los lugares que han acogido durante estos días la III Semana Cultural de Japón, que además de estar bajo la organización de Olga Grymierski y la Embajada de Japón, ha contado con la colaboración del Ayuntamiento, la UMA, Ateneo, Aplama, Museo Casa Natal Picasso y patrocinio de Kinship.

Nació en Casablanca, de padre polaco y de madre cordobesa, pero a los cinco años llegó a Málaga. Lo de su relación con Japón: «Me lo pregunto hasta yo misma, que cómo empezó todo. Pero es que yo me siento japonesa, es un sentimiento muy intenso, cuando estoy allí me siento en casa», confiesa Olga Grymierski. Recuerda cuando hace unos 15 años le cambió la vida, un accidente hizo que estuviese un tiempo sin caminar por fractura de tibia y peroné: «Estuve inmóvil un tiempo, fue muy complicado... En ese momento trabajaba de decoradora, lo dejé y me puse a estudiar japonés, que era una lengua que siempre me había llamado la atención», introduce Grymierski, que luego añade entre risas la anécdota por la que se fijó en el idioma: «La cultura japonesa me gustaba desde siempre, pero en 'Kill Bill' vi a Uma Thurman con una catana hablando en japonés y eso me impactó. Yo dije: 'Quiero hacer eso, quiero hablar japonés», termina de contar sin dejar de reír.

«Hablan al revés y eso implica pensar de otra manera, tres silabarios, un ideograma que se lee de una forma o de otra, múltiples significados en cada palabra...», revela. Los primeros años aprendiendo el idioma fueron duros, pero la perseverancia le hizo seguir y a los cinco años hablaba japonés, tanto que quedó en el segundo puesto de un concurso nacional de oratoria. «Me dormía con los auriculares, no paraba de escuchar y cantar canciones japonesas...».

El concurso de oratoria fue lo que le llevó a conocer al embajador de Japón, que le prometió que iría a comer al restaurante que Olga Grymierski había abierto seis meses antes de presentarse al certamen nacional: 'Okami'. «El restaurante nació porque cada vez mi afición por Japón era más grande y la idea era crear gastronomía y tender puentes entre la cultura japonesa y la malagueña», reconoce. Allí, comida japonesa, exposiciones y experiencias que marcaban la diferencia tenían a Grymierski dedicada casi al 100% en su rutina. «El embajador vino a mi restaurante y, a partir de ahí empezamos a trabajar juntos sin perder el contacto», aclara. Así fue como nació la Semana Cultural de Japón en Málaga, con la colaboración de la embajada y Grymierski.

Varias imágenes de los talleres celebrados en esta tercera edición de la Semana Cultural de Japón. MARCOS ÁLVAREZ/SUR
Imagen principal - Varias imágenes de los talleres celebrados en esta tercera edición de la Semana Cultural de Japón.
Imagen secundaria 1 - Varias imágenes de los talleres celebrados en esta tercera edición de la Semana Cultural de Japón.
Imagen secundaria 2 - Varias imágenes de los talleres celebrados en esta tercera edición de la Semana Cultural de Japón.

Este año es la vuelta tras dos años de parón de Covid-19 y masterclass de 'Rakú, 'Kazari', 'Shibori', encuadernación japonesa o bonsáis se han realizado durante toda la semana en las instalaciones de La Térmica, que esta tarde pone el broche de oro con un taller de la técnica de papel 'Origami' desde las 18.45 horas. También se han celebrado mesas redondas y conferencias en la ETS de Arquitectura y en la Facultad de Estudios Sociales y del Trabajo, al igual que se puede seguir disfrutando hasta hoy de la exposición de Michiko Bokka en el Ateneo. «Intento elegir temáticas que se salgan de lo habitual, que enseñen esas tradiciones exóticas y desconocidas de Japón», matiza.

Con el parón por la pandemia también se ha dado cuenta de una cosa, la necesidad de pausar y disfrutar de su familia. Tiene cuatro hijos: Andrea, Niko, Martín y Oliver. «Y me ha encantado la convivencia de los seis juntos, ahora he decidido dedicarme tiempo a mí y a ellos, 'Okami' absorbía todo mi tiempo. Lo digo rotundamente, no voy a seguir con el restaurante», confiesa. Ahora sigue con clases de japonés cada jueves, su afición a la cerámica, un proyecto de manual de sushi y su casa de campo en Genalguacil. Y su mente no deja de pensar en nuevos proyectos, como ella misma dice '生きがい', o lo que es lo mismo, 'Ikigai', que significa «lo que te mantiene joven, el sentido de la vida, el levantarte con un propósito y tener ilusión», concluye con una sonrisa.

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