La escultura de San Francisco de Asís no estaba firmada. Pero la maestría de su ejecución y su similitud con una imagen del asceta franciscano de la sillería de la Catedral de Málaga la vincularon con la mano maestra de Pedro de Mena. A ello ... se unía la inscripción en la peana de esta delicada escultura de casi un metro de altura que decía: «40 días de indulgencia a qualesquiera que rezare un padrenuestro y un ave María delante de ella», seguida de la fecha de 1678, diez años antes de que falleciese el gran maestro del barroco. Una pieza de la colección de la Duquesa de Parcent que acabó siendo incautada durante la guerra civil y pasando a integrar los fondos del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. La pieza aparece en el inventario publicado por el Ministerio de Cultura de tesoros confiscados durante la dictadura franquista, donde también figura una relevante serie de barros malagueños del siglo XIX que vuelven a estar a disposición de sus legítimos propietarios.
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De las más de 5.126 piezas procedentes de las incautaciones realizadas durante la guerra civil por ambos bandos y que después no fueron devueltas durante la instauración del régimen de Franco destaca la escultura policromada 'San Francisco de Asís'. Por su valor artístico y por su singular historia ya que fue protagonista de un intento de falsificación. De hecho, cuando la pieza pasó a formar parte de las obras confiscadas durante la contienda española estaba atribuida a Pedro de Mena, aunque ya había dudas al respecto. No obstante, no fue hasta 1989 cuando la pieza 'habló' al desvelar sus secretos en una restauración que eliminó el repinte que oscureció el hábito del santo, el cual recuperó su policromía original, y se descubrió que la inclinación de la cabeza había sido alterada para enderezarla y mirar al frente en lugar de al cielo como la concibió su autor.
No obstante, la gran revelación estaba oculta en la peana, ya que la leyenda frontal que prometía indulgencia había sido alterada y la fecha de 1678 era falsa. La verdadera datación había sido ocultada en un lateral del pedestal, donde apareció una nueva inscripción que no dejaba dudas: «Fernandus Ortis me fecit in Malaca anno Dom 1738». Así, el verdadero autor de esta escultura franciscana fue el malagueño Fernando Ortiz (1717-1771), seguidor aventajado de la escuela de Pedro de Mena asentada en la ciudad, de ahí las similitudes artísticas y el intento de falsificación para vincularlo directamente con el maestro.
Esta operación de 'maquillaje' trató probablemente de incrementar el precio de la figura que se sabe fue afectada por los sucesos de 1931 contra el patrimonio religioso y que, en el momento en el que estalló la guerra civil, pertenecía a una de las colecciones privadas más importantes de España, la de Trinidad von Scholtz Hermensdorff, duquesa de Parcent, que falleció precisamente en el exilio en 1937, ingresando la obra en 1941 en el Museo Nacional de Escultura, procedente de los fondos no reclamados del Servicio de Recuperación y Defensa del Patrimonio Artístico Nacional.
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Lo curioso es que el intento de falsificación no le quitó valor a la obra, sino que lo intensificó. Y es que Fernando Ortiz es una figura revalorizada con el tiempo, cuya obra forma parte de las colecciones del Museo del Prado y de Málaga. Escultor fundamental del siglo XVIII en la ciudad, fue reclamado por la Corte para dejar su huella en el nuevo Palacio Real. Con habilidad para trabajar tanto la piedra como la madera, regresó a Málaga dejando una gran obra en cofradías e iglesias, aunque los sucesos de 1931 hizo desaparecer buena parte de su producción. La autoría correcta de su 'San Francisco de Asís' (1738) supone además una relevante aportación ya que se trata de una de sus primera obras, realizada con apenas 21 años.
Esta valiosa escultura es una de las piezas más llamativas de la lista de objetos artísticos incautados durante la Guerra Civil que ha hecho pública la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes en las colecciones de los museos estatales gestionados directamente por el Ministerio de Cultura. De esta forma, se da cumplimiento a la Ley de Memoria Democrática. Previamente, el Prado ya había realizado su propia investigación en la que incluían dos óleos 'mellizos' depositados en el Museo de Málaga: 'Alegoría del Antiguo Testamento' y 'Alegoría del Nuevo Testamento', ambas con la firma del maestro decimonónico José González de la Vega y Bocanegra.
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En el registro de obras del ministerio también hay depositadas en el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid una colección de cuatro barros malagueños, de los que se producían en la ciudad en el siglo XIX con bandoleros y escenas costumbristas que hacían furor entre los viajeros románticos. Dos de estas piezas precursoras del 'souvenir' llevan la firma de Antonio Gutiérrez de León y Martínez, uno de los autores fundamentales de estas esculturas populares policromadas, con un bailaor flamenco y un motivo exclusivamente malagueño, un cenachero.
De estas piezas sí que se conoce la procedencia ya que fueron embargadas directamente a José Arnaldo Weissberger (1878-1954), un coleccionista de origen checoslovaco nacionalizado español, que se dedicó a los seguros, pero también a la compraventa de arte. Buen amigo de Sorolla, atesoraba cientos de piezas en su residencia, cuando fue acusado de colaborar con el Gobierno Republicano en la Guerra Civil y formar parte de de una asociación masónica, por lo que su colección fue incautada por el Juzgado de Responsabilidades Políticas nº 3, hasta que se resolviese su expediente, y depositada en el Museo Nacional de Artes Decorativas en 1941. Una vez que fue absuelto de los cargos que se le imputaban en 1948, Weisberger recuperó parte de las más de 1.800 obras que la dictadura le requisó, otras las vendió al propio Estado español, mientras que una última sección quedó en depósito. A este apartado pertenecen los cuatro barros malagueños.
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A la lista se puede sumar un conjunto de 190 monedas antiguas desde la época romana al siglo XVIII que fueron requisadas por la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico en Coín en 1936, según figura en un documento del archivo del Instituto del Patrimonio Cultural de España. En este registro también hay pruebas de devoluciones que se llevaron a cabo durante la dictadura, como sendos cuadros pintados por Sorolla y por Moreno Carbonero, que fueron incautados y depositados en el Museo de Málaga en 1942, siendo devueltos a sus legítimos dueños en 1955 y 1959, respectivamente, como reza en los certificados oficiales.
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